El César de la discordia

No, no es el Emperador de Roma de tiempos ancestrales. Tampoco es la ensalada importada de EEUU. Menos el casino de Las Vegas. Es el Vicepresidente de la Nación: Julio César Cleto Cobos.

Quien saltó a la fama luego de su voto “no positivo” aquella fatídica noche de julio ha sabido convertirse en referente claro de la oposición en los últimos meses. Y en acérrimo enemigo del kirchnerismo. Dolor de cabeza para quiénes pensaron en él para completar la fórmula de la “concertación” con la que buscaba sumar voluntades Néstor Kirchner más de dos años atrás.

Cobos tiene una característica política básica de supervivencia y es que ha aprendido a posicionarse en el momento oportuno, de la forma adecuada y con el discurso indicado. Y, como contraparte, se beneficia cada error que comete el Gobierno Nacional, que le da de comer.

Si a eso le sumamos convicción cívica y defensa de las instituciones, entonces el cocktail para elevar su imagen pública está listo. Cuenta actualmente con el índice más alto de apoyo popular entre la dirigencia política argentina. Se posiciona así primero en la fila para las Presidenciales 2011.

La paradoja: esto despierta reservas de sectores tanto oficialistas como opositores.

De parte de los primeros, los ataques se dirigen en la única dirección de que no puede ser el “referente de la oposición” y formar parte del Gobierno Nacional al mismo tiempo. Además, bloquea las decisiones del Poder Ejecutivo desde su rol clave como Presidente del Senado. Un atrevimiento.

En cuanto a los segundos, las opiniones están divididas. La CC-Ari de Elisa Carrió no pierde oportunidad para atacarlo cada vez que puede. Hasta incluso puede llegar a coincidir con el kirchnerismo, a quiénes también tanto les gusta denostar. Otra paradoja.

La cuestión es que tanto Carrió como Cobos se disputan la candidatura presidencial para el 2011, en el marco de una coalición que también incluye a socialistas y radicales. Ninguno de los dos quiere completar el binomio, ambos quieren encabezarlo.

La UCR, en cambio, es más ambigua. Durante el año pasado existieron posturas encontradas en el interior del partido entre quienes pedían un retorno de Cobos a las filas radicales y quienes le seguían recriminando formar parte del proyecto kirchnerista. Los primeros pedían que se quede, los segundos que renuncie.

Normalizado el partido, Cobos acordó quedarse en el cargo y no le vino mal al radicalismo. Quedarse en el cargo de Presidente del Senado le otorga al partido un poder de veto importante ante iniciativas legislativas oficialistas que deseen bloquear. Toda la UCR contenta: vuelven a escena salvando la república. Menos Carrió, aliada –por ahora- y que sigue despotricando.

El PRO, de Mauricio Macri –Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires-, recien se apuntó con los ataques durantes las últimas semanas. Tiene mayores problemas en su gestión como para preocuparse por los demás, pero no tardó en apuntar que Cobos debería renunciar. Como para no quedarse fuera de escena.

La telenovela continúa con más de lo mismo. El oficialismo amenaza con un juicio político y Cobos responde con su sola presencia en el sillón del Senado. Hasta Cristina Fernández de Kirchner no duda de cancelar viajes ante el temor que tome el mando del país.

Igual todavía no sabemos cuál es el personaje malévolo. Tanta discordia por una sola persona. Toda esta historia por un voto. Lo bueno: el cargo de Vicepresidente ha sido redimido. Ahora todos van a tener más cuidado al elegir su pareja.