En los escuetos párrafos que siguen, comparto con la comunidad una reseña escrita sobre el interesante libro "Open Government - Gobierno Abierto", publicación coordinada por César Calderón y Sebastián Lorenzo. Reuniendo a un grupo destacado de especialistas, es un gran avance para comenzar a teorizar sobre la web 2.0, las redes sociales, el rol del Estado, la Política (con P) y la interrelación entre todos ellos. Muy recomendados los artículos de Juan Manuel Abal Medina y Juan Ignacio Belbis (Wahni, para los amigos). Publicada originalmente en Revista Latinoamericana de Opinión Pública N° 2, Año 2012 (ISSN: 1852-9003).
Reseña
En
los últimos años hemos sido testigos de un nuevo salto tecnológico con la
rápida expansión de Internet y las oportunidades de comunicación que se
generaron en torno a esta red mundial: las TIC’s (Technology of Information and Communications). La rápida aparición
y crecimiento de estas herramientas ha generado cambios notables, no sólo en la
forma a través de la cual las personas se vinculan y relacionan entre sí, sino
incluso en las múltiples actividades que ellas mismas desarrollan.
Un
particular impulso ha recibido el uso de TIC’s en el ámbito de la Política, en
general, y de la administración del Estado, en particular. Frente a este
novedoso “avance revolucionario” existen, sin embargo, numerosos interrogantes
y dudas sobre la forma, los medios, las estrategias y la profundización que se
le debe dar a su implementación. Son precisamente estos interrogantes los que
busca responder el libro “Open Government – Gobierno Abierto”, coordinado por
César Calderón y Sebastián Lorenzo.
La
obra es un esfuerzo conjunto de varios y muy destacados analistas, escritores y
pensadores españoles y argentinos especialistas en distintas temáticas. A lo
largo de la misma se pueden encontrar varios artículos que combinan un serio
intento de realizar los primeros aportes teóricos al estudio de las relaciones
entre TIC’s y administración pública, con numerosos ejemplos y casos de
aplicación de estas herramientas en distintas administraciones.
Los
artículos y ensayos coinciden en una serie de puntos clave, los cuales permiten
analizar el concepto de “Open Government” desde una perspectiva más profunda, y
no únicamente vinculado a la simple adopción de herramientas tecnológicas en la
administración pública. En primer lugar, destacan que para comenzar a articular
una estrategia de implementación de TIC’s en el Estado, el ciudadano debe pasar
a ocupar el centro de atención. Como premisa básica, los autores coinciden en
que 1) si el Estado debe ser el principal proveedor de bienes y servicios
públicos, y 2) si lo que se busca es mejorar esa provisión, entonces el foco de
todo el accionar estatal debe estar centrado en el ciudadano.
En
segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, con este cambio de
perspectiva se busca que, a largo plazo, se alcancen mayores niveles de
transparencia en la administración de los asuntos públicos. Si la premisa es
devolverle a los ciudadanos su rol preponderante, entonces un primer objetivo
será construir un Estado más accesible y abierto para todos. Sin embargo, un
Estado transparente no se logra “abriendo” todos los canales de información,
sino que debe existir una selección, catalogación, categorización y un criterio
de utilidad para brindar información a los ciudadanos, como bien aclara Pablo
Díaz Cruz en su artículo.
En
tercer lugar, en la perspectiva de estos autores, un Estado más transparente es
la antesala para un segundo objetivo: lograr un mayor grado de participación ciudadana
en los asuntos públicos. Si bien una estrategia de gobierno abierto sólo
resuelve una parte del problema (esto es, poner a disposición información que
resulte útil) la mayoría de los artículos coinciden en que brindar la
posibilidad de acceder a esos datos generará los incentivos adecuados para un
mayor involucramiento de los ciudadanos en la administración de los asuntos
públicos.
En
cuarto lugar, mayor apertura al ciudadano, transparencia y participación en la
gestión pública se combinan para lograr mayores niveles de accountability. Como bien desarrolla Juan Manuel Abal Medina,
implementar una estrategia seria de “Open Government” podría revertir el
descrédito en el que se encuentran la mayoría de las instituciones públicas en
la actualidad y devolverles así mayores grados de confianza ciudadana.
En
pos de estos objetivos, varios son los autores que esbozan decálogos con
lineamientos generales que especifican una serie de pasos a seguir para poder lograr
los objetivos antes mencionados. Dos buenos ejemplos de ello pueden encontrarse
en los artículos de Javier Linares y Antonio Manchado.
En
una dirección similar, también pueden encontrarse a lo largo de la obra
análisis más profundos y detallados sobre las potenciales ventajas que puede
tener la adopción de estrategias de “Open Government” en áreas específicas de
la administración pública. Por ejemplo, se destaca el abordaje que realiza el
Embajador Español Rafael Estrella sobre las consecuencias y ventajas que ha
tenido (y puede llegar a tener) la “diplomacia abierta”. En la misma sintonía
se centra César Ramón Esteban al analizar los potenciales beneficios que pueden
obtener los partidos políticos si siguen un camino similar. Cabe también mencionar
la interesante propuesta que realiza Juan Ignacio Belbis al estudiar, desde una serie de premisas teóricas, la posibilidad
de avanzar en esa misma dirección en el ámbito legislativo, logrando mayores
niveles de gobernanza y de participación ciudadana en la discusión de leyes.
Para
poder lograrlo, resulta clave desde la perspectiva de los autores realizar un
profundo y notable cambio cultural. No sólo en la ciudadanía sino (y más
importante aún) en aquellos responsables de tomar las decisiones y de formular
e implementar las políticas públicas. Es decir, que para que los cambios
sugeridos en la obra se puedan poner en marcha y se logre así modificar el
paradigma imperante en la administración pública, es necesario cambiar valores,
principios y normas culturales muy arraigados.
Sin
embargo, los autores también coinciden en que se deben dar dos condiciones más
para llegar a un “gobierno abierto y exitoso”. Por un lado, resulta imperante
abordar cuestiones de índole técnica, como es la reducción de la brecha digital
y la adopción de plataformas de open
source (como bien explica Martín Olivera). Por otro lado, es necesario que
cierto liderazgo político se comprometa con la idea de que el “Open Government”
mejorará a largo plazo la calidad de vida de los ciudadanos, y contagie esa
convicción en la totalidad de la administración pública.
Es
aquí donde la obra encuentra, tal vez, sus mayores limitaciones pero que, al
mismo tiempo, se convierten en oportunidades para lograr un cambio de paradigma
en la administración pública. Que es, en definitiva, la filosofía del “Open
Government”.
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