03 septiembre 2012

Aprendiendo a competir. Partidos y sistema de partidos en la Ciudad de Buenos Aires (1996-2011)

Se abrió la "Sharing Season". Ahora comparto con ustedes un artículo publicado en la VIII Revista de Espacios Políticos (ISBN 1853-807X). En estas breves líneas, discutimos la dinámica de la competencia partidaria en la Ciudad de Buenos Aires, mencionamos cómo se han adaptado los partidos políticos a las reglas imperantes y abrimos el debate sobre lo que puede pasar a futuro. Un distrito que, a entender de Leviatán, merece más estudio sistemático, profundo y detallado. Algo en lo que coincide el gran Facu Galván.
Próximamente se vienen 1) un segundo trabajo sobre CABA y 2) un artículo para debatir ciudadanía, accountability y Estado desde el enfoque de Principal-Agente.
A ver si sirve de puntapié.
Nota: gracias al genio de Andy Tow por proveer los datos empíricos fundamentales.

Aprendiendo a competir. Partidos y sistema de partidos en la Ciudad de Buenos Aires(1996-2011)[1]
Facundo Cruz (UADE-UBA-USAL)
La Ciudad de Buenos Aires ha sido un distrito que recién ha despertado interés académico en los últimos años, sobre todo en lo que respecta al estudio de la dinámica y funcionamiento de sus partidos políticos y su sistema de partidos. ¿Porqué? Porque recién en 1996, con la adopción de una Constitución propia, la Ciudad comenzó a contar con una estructura institucional[2] que generara los incentivos necesarios para que se comenzara a gestar un sistema de partidos local. Es entonces recién a partir de ese proceso de automatización que la Ciudad se inscribe dentro de (y es una manifestación más de) la desnacionalización y consecuente territorialización de la políticapartidaria argentina (Calvo y Escolar, 2005; Leiras, 2007).
Con 16 años de enseñanza práctica y puramente competitiva: ¿qué aprendieron los partidos? ¿Cómo lo hicieron? ¿Hay particularidades propias del distrito porteño? ¿Cómo es la dinámica de la competencia? En estas líneas intentaremos despejar algunas de estas dudas.
Jefes y Vicejefes: el premio mayor
Un interesante punto de partida para comenzar a pensar y analizar el distrito porteño es el planteado por Calvo y Escolar (2005). Los autores destacan que la Ciudad de Buenos Aires ha sido testigo, generalmente, de 1) una baja performance electoral del Partido Justicialista (PJ), 2) la presencia electoral de bloques ideológicos estables en el electorado, 3) la constante mutación de las etiquetas partidarias locales y 4) la presencia en la Legislatura de partidos políticos chicos y con escasa (o nula) estructura partidaria nacional.
Para adentrarnos en el análisis de estas regularidades de la competencia partidaria “porteña” conviene distinguir entre la carrera ejecutiva y la legislativa. En lo que respecta a las elecciones para Jefe y Vicejefe de Gobierno, la Tabla N°1 (ver Anexos) muestra la distribución del voto entre las distintas opciones electorales que compitieronpor el cargo desde 1996 hasta el 2011.
¿Qué sacamos en limpio de esos datos? Primero, la presencia de una alta cantidad de competidores por la primera magistratura de la Ciudad y su constante crecimiento año a año. Mientras que en 1996 compitieron 10 fórmulas en total, en el 2000 se incrementó a 14 y tocó su pico máximo en 2003 con 28 en total. En 2007 (18) y 2011 (14) se dio una tendencia a la reducción, lo que igualmente muestra un alto número de competidores por un cargo unipersonal.
Esto puede deberse a la mayoría absoluta (más del 50% de los votos válidos y sino ballotage) necesaria para alzarse con el cargo Jefe y Vicejefe de Gobierno, fórmula electoral que tiende a desalentar la formación de coaliciones electorales previas a la primera vuelta y a provocar un aumento de los partidos políticos competidores (Shugart y Carey, 1992; Mainwaringy Shugart, 2002). Este no es un dato menor: solamente en dos elecciones (1996 y2000[3]) quien resultara electo Jefe de Gobierno necesito sólo de la primer vuelta para obtener el cargo, siendo necesaria una segunda vuelta para las restantes 3.
Segundo, existe una alta concentración del voto entre los principales partidos políticos, manteniéndose arriba del 90% en las primeras 4 elecciones. Solamente en la última elección (año 2011) ese porcentaje estuvo por debajo de esa cifra. Incluso, se puede apreciar que la concentración del voto es aún mayor si vemos la distribución del voto entre el primer, el segundo y el tercer lugar de cada una de las elecciones celebradas. Salvo en la elección del año 2000 (en la cual entre las dos primeras fórmulas obtuvieron cerca del 82% de los votos) en las restantes existió una distribución un poco más homogénea entre las tres primeras opciones electorales. Se podría advertir que en cada una de las elecciones se presentó, por un lado, un competidor fuerte con altas chances de victoria, y, por el otro, dos más que se disputaron el segundo lugar. La segunda vuelta, posteriormente, fue el mecanismo institucional que posibilitó la redistribución de los votos entre las dos fórmulas que lograron pasar la barrera del ballotage.
Tercero, y en conexión con el primer punto, una gran cantidad de partidos políticos se han presentado para competir por el cargo ejecutivo pero con muy pocas chances de victoria. Esto se puede apreciar en el alto número de casos incluidos en la categoría Otros Partidos, que en ninguna de las elecciones superó el 10% de los votos. Desde el año 2000 en adelante, más de 10 fórmulas electorales se han distribuido ese porcentaje de votos, lo que arroja un promedio de menos del 1% de votos para cada una de ellas. El pico de esta tendencia se registra en el año 2003 con 24 fórmulas que se distribuyeron tan sólo el 7% de los votos.
Legisladores: el premio consuelo
Más allá de los puntos destacados, es difícil comprender la dinámica del sistema partidario porteño sin tener en cuenta la competencia por los cargos legislativos. En la Tabla N° 2 (ver Anexos) se puede ver la distribución del voto entre las principales listas competidoras.
Suele ser figurita repetida entre los porteños la presencia de una alta cantidad de listas que compiten para ingresar a la Legislatura. En promedio, desde 1997 y en cada una de las elecciones celebradas, se han presentado más de 20 listas de candidatos, alcanzando picos de 38 (año 2003) y 40 (2005). Esto puede ser producto tanto de la crisis de la representación sufrida a comienzos de la década (Torre, 2003) como de la eliminación del piso mínimo de 3% por parte del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad[4]. Cabe destacar, además, que en las primeras tres elecciones legislativas (1997,2000 y 2003) se pusieron en juego las 60 bancas que integran la Legislatura. Recién con las elecciones legislativas 2005 se implementó el cronograma escalonado de renovación parcial de las bancas. Matemática pura: mientras mayor sea la cantidad de cargos a repartir, más serán los competidores (Sartori, 1992).

Este último punto no es menor. Si vemos con detalle la Tabla N° 2, podremos ver que los últimos partidos que ingresan en la distribución de las bancas lo hacen, en algunos casos, con tan sólo el 2% de los votos (siendo en algunos casos menor). Esta ausencia de barrera electoral ha permitido que numerosos partidos políticos obtengan al menos una banca legislativa y puedan, en cierta medida, sobrevivir con un bajo caudal de votos. Estos partidos han sido siempre “partidos porteños”: agrupaciones políticas surgidas en el distrito y con escasa (o prácticamente nula) penetración territorial en el resto del país.

Vale la pena realizar otros dos comentarios adicionales. Primero, el nivel deconcentración del voto ha sido muy variable a lo largo de los años. Si bien en las primeras elecciones hubo una mayor concentración del voto legislativo entrelas principales listas de candidatos, con el correr de los años y producto de la crisis de representación ya mencionada, se comenzó percibir no sólo un notable aumento de las listas competidoras sino también una distribución del voto más homogénea entre ellas (años 2003 y 2005). A partir del 2007 se comenzó a dar nuevamente una mayor concentración entre las tres primeras, sobre todo gracias a las sucesivas victorias de la lista oficialista: Propuesta Republicana.

Segundo, el hecho de que en cada una de las elecciones celebradas haya habido más listas de candidatos a cargos legislativos que a la Jefatura de Gobierno se debe a un doble fenómeno: por un lado, a la utilización de “listas colectoras” y “listas espejo” (ver Tabla N° 3 en Anexos) y, por otro lado, a la decisión estratégica de algunos partidos políticos depresentarse únicamente para competir por cargos legislativos, sin un candidatoa la primera magistratura local.
Algunas ideas sueltas como conclusiones
Dado el “cocktail institucional” descripto en estos párrafos era de esperarse que la Ciudad de Buenos Aires haya mantenido, en la última década, el NEP (Número Efectivo de Partidos) más alto de todos los distritos argentinos (Calvo yEscolar, 2005).
Son precisamente estas particularidades las que otorgan a la Ciudad de Buenos Aires un atractivo académico interesante. Concretamente: 1) bajos incentivos para formar coaliciones electorales previas a la primera vuelta electoral para la Jefatura de Gobierno; 2) alta cantidad de partidos políticos que compiten por los cargos en juego; 3) buenas posibilidades de supervivencia para los partidos más chicos; y 4) grados variables de concentración-dispersión del voto dependiendo de la categoría por la que se compite y de la coyuntura política del momento.
Es en este contexto en el cual partidos políticos han aprendido a competir en estos 16 años de autonomía porteña. Y lo bien que lo han hecho: hay que ver cómo compiten.
Bibliografía consultada
Calvo, Ernesto y Marcelo Escolar (2005) La nueva política de partidos en la Argentina. Crisis política, realineamientos partidarios y reforma electoral. Buenos Aires: Prometeo Libros.

Leiras, Marcelo (2007) Todos los caballos del Rey. La integraciónde los partidos políticos y el gobierno democrático en la Argentina, 1995-2003. Buenos Aires: Prometeo Libros.

Maniwaring, Scott y Matthew S. Shugart (comp.) (2002) Presidencialismo y democracia en AméricaLatina. Buenos Aires: Paidós.

Sartori, Giovanni (1992) “Sistemas electorales”, en Elementos de Teoría Política. Madrid: Alianza.

Shugart, Matthew S. y John Carey (1992) Presidentes and Assemblies. Cambridge: Cambridge University Press.

Torre, Juan Carlos (2003) “Los huérfanos de la política de partidos. Sobre los alcances y la naturaleza de la crisis de representación partidaria”, en Desarrollo Económico, Vol. 42, N° 168 (Enero-Marzo), pág. 647-665.

Anexos






[1] El presente artículo se basa en un trabajo presentado por el autor (en conjunto con Mg. Facundo Galván) en el X Congreso Nacional y III Internacional deDemocracia en Rosario. La responsabilidad por lo aquí expresado es absolutamente propia.
[2] Con anterioridad a la sanción de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, la misma era gobernada por un Intendente designado por el Presidente de la Nación con acuerdo del Senado, y por un Concejo Deliberante compuesto por 60 miembros. A partir de 1996, el Jefe y Vicejefe de Gobierno de la Ciudad son electos de forma directa por los ciudadanos, además de 60 diputados que componen la Legislatura porteña.
[3] Cabe mencionar que en la elección del año 2000, la fórmula Ibarra-Felgueras no superó el 50% de los votos necesarios para ganar en primera vuelta. Sin embargo, la fórmula Cavallo-Béliz desistió de participar en la segunda en virtud de la amplia diferencia de votos entre ambos y de la práctica “victoria virtual” de los candidatos de la Alianza, quienes tan sólo estaban a 0,7% de acceder a los cargos.
[4] A través del fallo del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires en la causa “Unión del Centro Democrático c/G.C.B.A. s/ Amparo", de fecha 17 de marzo de 2000, el máximo tribunal de la Ciudad declaró la inaplicabilidad del piso electoral previsto en el Código Electoral Nacional a las elecciones de ese año, pero el mismo no constituye un obstáculo o impedimento para fijar dicho límite a través de un aley electoral.

4 comentarios:

  1. Como porteño me parece muy interesante. Viendo los gráficos se puede distinguir que la aparición del PRO en el 2005 puede ser otra variable que ha disparado la reducción de partidos que compiten en la ciudad. En la argentina hoy el clivaje que estructura la política es oficialismo-oposición. Creo que el surgimiento de un oficialismo fuerte en la ciudad ha ido impulsando a los demás partidos a competir de manera conjunta. También será muy interesante ver la performance del Pro sin Macri.

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  2. Facu, el título tiene copyright... ojo! http://www.politicaygobierno.cide.edu/num_anteriores/Vol_XVIII_N1_2011.htm

    Abrazo

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  3. Diego, gracias por la aclaración. Igualmente, el título completo es distinto, con lo cual la similitud es solo en una pequeña parte.
    Abrazo!

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  4. Javi, veo que nunca respondí sobre tu comentario. Disculpas.
    Coincido con tu punto en torno a la reducción de partidos que compiten desde la aparición y consolidación del PRO en la Ciudad. Sin embargo, creo que la diferencia en las "alianzas" opositoras estriba en que no se forman coaliciones electorales electorales (como formalmente se las conoce) sino más bien transferencia de voto entre listas de legisladores que van adheridas a un único candidato a Jefe de Gobierno. Eso repercute negativamente en lo que podrían llamarse una "coalición opositora" o "coalición legislativa opositora" porque, más allá de que a veces voten juntos, no se han conformado bloques unificados sino que cada uno ha mantenido su autonomía de decisión. Es solamente una estrategia de supervivencia política.
    Abrazo!

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