Reflexiones (tardías) de un domingo Maduro
El
lunes pasado surgió un debate interesante. Escenario: defensa de una tesis
doctoral. Momento: previo a la disertación. Participantes: dos amigos y
excelentes profesores, la disertante (también amiga), Leviatán (sin sueldo) y
algunos transeúntes ocasionales. El resultado: las líneas que van a leer a
continuación.
Ninguno
de los participantes dudaba unos días antes de que Nicolás Maduro iba a
resultar electo Presidente en las elecciones venezolanas del domingo anterior
(ver extensos e interesantes análisis acá).
Ahí fue cuando nos metimos en los detalles. Lo chiquito. Lo que a nosotros solo
nos interesa.
El PSUV volvió a demostrar que sigue ganando
elecciones, sean legislativas, presidenciales o regionales. Es una maquinaria
aceitada y bien preparada para cualquier desafío electoral que (a priori) se le
presente. Pero esa es la cuestión: a
priori parece que gana. Algunos datos para chusmear:
Elección
|
Partido
/ Candidato
|
Votos
Totales
|
%
|
Diferencia
2012-2013
|
Votantes
Totales
|
Presidenciales
2012
|
Hugo Chávez (PSUV)
|
8.191.132
|
55.07%
|
14.782.436
|
|
Enrique Capriles (MUD)
|
6.591.304
|
44.31%
|
|||
Presidenciales
2013
|
Nicolas Maduro (PSUV)
|
7.575.506
|
50.75%
|
- 615.626
|
14.878.147
|
Enrique Capriles (MUD)
|
7.302.641
|
48.98%
|
+ 711.337
|
Fuente: datos extraídos del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela.
Con
tan solo unos meses transcurridos entre octubre del 2012 y abril del 2013, el
PSUV perdió más de 600.000 votos cuando cambió de candidato presidencial
(obligado, claro está). Esa cantidad de votos fueron a parar a manos del
candidato de MUD, que sumó
también algún que otro interesado que se decidió ir a votar ese día.
Con
esto nos atrevemos a decir que, números más, números menos, la diferencia de
10% que se achicó al 2% parece ser el pilar en torno al cual se pueden
definirse las próximas elecciones en Venezuela. Podríamos llamarlos “indecisos”:
no decididos por el PSUV ni tampoco por ir a votar. Esto último no es menor: 95.000
electores más concurrieron a las urnas el domingo pasado.
Este
heterogéneo conjunto, en términos relativos, no representan una gran cantidad
(no más del 5% sobre el total de electores). Pero, por muy pocos que sean, todo
cambia en una elección extremadamente polarizada: dos
sectores/partidos/alianzas políticas que se reparten más del 90% de los votos
en una elección. Acá estamos hablando de casi el 100%. Pueden cambiar el
partido con un pelotazo. Más claro, viértele agua.
Ahora,
algo de polémica, de quilombo (como siempre).
La elección la perdió Maduro.
Básicamente porque ese medio millón de votos menos lo obligarán a 1) pasar facturas
internas, 2) replantearse a sí mismo como candidato ¿carismático? y 3) aceptar
cierto grado de responsabilidad (sino todo).
Esta
es una situación potencial de debilidad interna por la sencilla razón de que no
puede garantizar puertas adentro que el legado de Chávez se transmitió
automáticamente hacia su figura. Ese legado se trasladó al PSUV, tal cual lo
demuestran la alta cantidad de votos obtenidos. Para algunos chavistas, fue
Maduro quien perdió los votos en 6 meses y otros candidatos podrían
recuperarlos. Rivales internos, teléfono.
La elección la ganó Capriles.
Porque si hubiera ganado la elección presidencial le esperaban 3 años
(2013-2016) con mayoría parlamentaria en contra. El PSUV obtuvo 98 (59%) de las
165 bancas de la Asamblea Legislativa en las elecciones del 2010, mientras que MUD
solo 65 (39%). Imposible gobernar. No hay forma. Mejor desensillar hasta que
aclare.
La
otra ventaja de ver el vaso medio lleno radica en que Capriles demostró que se
puede convencer a los convencidos y a los dudosos de que hay otra opción
ganadora. Subirse al carro ganador del PSUV era fácil en los últimos 10 años,
pero ahora podría haber un cambio de rumbo. Y ese cambio lo pueden producir
tanto los votantes que cambiaron de elección en elección como una mayor
concurrencia a las urnas.
A
Capriles sólo le resta convencer a sus socios de MUD que sigue siendo el
candidato más fuerte, carismático, potable y capaz para ganar en 2019. Nada
sencillo. El primer test lo tendrá en 2016 con la renovación de la Asamblea.
Tarde
pero seguro.
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