En este post retomo la discusión en torno a la
institucionalización de sistema de partidos en América Latina (que tanto nos
entretuvo hace unos años, pero luego parece que no tanto). El post fue
publicado originalmente en ConDistintosAcentos,
excelente iniciativa digital del Instituto de Iberoamérica
(Universidad de Salamanca,
España). El original lo encuentran acá. Próximamente vendrán otros parecidos (y
mejores).
Competitividad y volatilidad electoral en
América Latina. Retomando la discusión en torno a la institucionalización de
sistema de partidos.
A mediados
de los ’90 tomaron fuerza los análisis sobre la (des)institucionalización de
los sistemas de partidos latinoamericanos. El trabajo seminal de Mainwaring y
Scully (1995) fue el punto de partida para muchos intrigados investigadores.
Pero ese interés atrapó poco, y a pocos.
Hoy es
necesario retomar ese debate. Por eso aquí se plantea darle una vuelta de rosca
en dos direcciones. Por un lado, partiendo desde Mainwaring y Scully (op. cit.) y Payne (2006), se buscará
extender el período temporal abarcado por ambos trabajos (década de los ’80
hasta primera década del 2000). Por otro lado (he aquí lo innovador) se plantea
explorar no solo los niveles de volatilidad sino también de competitividad
electoral. Ambos para cuatro países: dos sistemas de partidos
institucionalizados (Uruguay y Chile) y dos desinstitucionalizados (Perú y
Ecuador). A partir de allí, se podrán clasificar en cuatro categorías:
volátiles competitivos, volátiles no competitivos, estables competitivos y
estables no competitivos.
¿Por qué estudiar
la competitividad? Básicamente porque puede ocurrir que en un escenario con
oficialismos fuertes 1) mientras menos competitivo se torne el sistema de
partidos, menor el incentivo para que los dirigentes partidarios de partidos
opositores se presenten con la misma etiqueta elección tras elección, generando
que 2) amplias porciones del electorado puedan quedar sin representación
“competitiva” por los principales cargos en juego y 3) pudiendo incidir en los
niveles de volatilidad electoral.
Aquí no se
pretende encontrar relación causal entre competitividad y volatilidad. Pero a
futuro por ahí se pueda. Por ahora será explorado y clasificado.
Volatilidad electoral
Si se toman
en cuenta los estudios mencionados, lo primero que se debe mencionar es que los
niveles de volatilidad electoral para Uruguay, Chile, Perú y Ecuador no han
variado en los últimos años. Como se puede apreciar en el Cuadro N° 1, los dos
primeros siguen manteniendo en la actualidad bajos niveles de volatilidad
electoral, mientras que los dos restantes se encuentran en la vereda opuesta.
Cuadro N°
1.
Volatilidad electoral para Presidente y Cámara de Diputados en Uruguay, Chile,
Ecuador y Perú[1].
Países
|
Volatilidad Electoral Presidente
|
Cantidad de Elecciones y Período
|
Volatilidad Electoral Diputados
(Bancas)
|
Cantidad de Elecciones y Período
|
Volatilidad Media
|
Uruguay
|
14,29%
|
6 (1984-2009)
|
13,94%
|
6 (1984-2009)
|
14,11%
|
Chile
|
16,95%
|
5 (1989-2009)
|
13,33%
|
6 (1989-2009)
|
15,14%
|
Ecuador
|
46,44%
|
10 (1979-2013)
|
34,40%
|
13 (1979-2013)
|
40,42%
|
Perú
|
56,82%
|
8 (1980-2011)
|
60,36%
|
8 (1980-2011)
|
58,59%
|
Fuente: elaboración propia en
base a Base de Datos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
la República de Uruguay, Servicio Electoral de Chile, Conaghan (1995), Cotler
(1995), Oficina Nacional de Procesos Electorales de Perú, Inter-Parliamentary
Union -IPU- Parline Database y Base de Datos
Políticos de las Américas de Georgetown.
Perú sigue
marcando tendencia en lo que respecta a volatilidad electoral: casi el 60% de
su electorado (en promedio) cambia de opción elección tras elección, lo cual
presume una fuerte debilidad de sus estructuras partidarias. Ecuador, por su
parte, se mantiene en niveles similares, aunque con una leve mejoría si se toma
en cuenta la Cámara de Diputados.
Uruguay y
Chile, en cambio, aparentan ser los “príncipes europeos” de América Latina. Los
bajos niveles de volatilidad los ubican cerca de los valores que caracterizan a
los sistemas de partidos más estables de Europa Occidental (Mainwaring y
Torcal, 2005). Como suele suceder, ambos dan la nota.
Por otro
lado, si se toma en cuenta las tendencias de los cuatro países durante el período
estudiado se pueden detectar fuertes saltos en los sistemas de partidos más volátiles
y menos marcados en los más estables. Mientras que en Ecuador y Perú la
tendencia es alcista y con saltos de hasta 30% de elección tras elección, en
Uruguay y Chile es a la baja, con menor cantidad de saltos y menos marcados (no
más del 10/15%). Los gráficos a continuación grafican estas lo explicado.
Gráfico N° 1. Volatilidad
electoral para Presidente y Cámara de Diputados en Uruguay (1984-2009).
Fuente: elaboración propia en
base a Base de Datos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
la República de Uruguay.
Gráfico N° 2. Volatilidad
electoral para Presidente y Cámara de Diputados en Chile (1989-2009).
Fuente: elaboración propia en
base a Base Servicio Electoral de Chile.
Gráfico N° 3. Volatilidad
electoral para Presidente y Cámara de Diputados en Ecuador (1979-2013).
Fuente: elaboración propia en
base a Conaghan (1995), Inter-Parliamentary Union -IPU- Parline Database y Base
de Datos Políticos de las Américas de
Georgetown.
Gráfico N° 4. Volatilidad
electoral para Presidente y Cámara de Diputados en Perú (1980-2011).
Fuente: elaboración propia en
base a Cotler (1995), Oficina Nacional de Procesos Electorales de Perú e
Inter-Parliamentary Union -IPU- Parline Database.
Competitividad electoral
Ahora
bien, los niveles de competitividad electoral Uruguay, Chile, Ecuador y Perú
presentan algunas particularidades interesantes. En primer lugar, si tomamos en
cuenta el mismo período de estudio en su totalidad, tanto Uruguay y Chile como
Ecuador y Perú presentan niveles de competitividad electoral media similares.
Esta es una marcada diferencia con la volatilidad electoral: si tomamos en
cuenta los valores medios, es más difícil agrupar los casos en parejas.
En segundo
lugar, algunas diferencias en lo que respecta a la elección presidencial y la
legislativa. Uruguay y Perú presentan valores similares en la competitividad
para ambos cargos. En cambio, Chile es más competitivo en el juego por las
bancas legislativas y Ecuador lo es para el cargo presidencial.
Cuadro N° 2. Competitividad
electoral para Presidente y Cámara de Diputados en Uruguay, Chile, Ecuador y
Perú[2].
Países
|
Competitividad Electoral Presidente
|
Competitividad Electoral Cámara de
Diputados (Bancas)
|
Competitividad Media
|
Uruguay
|
9,80%
|
9,76%
|
9,78%
|
Chile
|
15,38%
|
9,72%
|
12,55%
|
Ecuador
|
9,63%
|
17,89%
|
13,76%
|
Perú
|
15,37%
|
18,77%
|
17,07%
|
Fuente: elaboración propia en
base a Base de Datos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
la República de Uruguay, Servicio Electoral de Chile, Conaghan (1995), Cotler
(1995), Oficina Nacional de Procesos Electorales de Perú, Inter-Parliamentary
Union -IPU- Parline Database y Base de Datos
Políticos de las Américas de Georgetown.
Sin
embargo, si se hurga en los detalles y se toman en cuenta las tendencias
propias de cada país, los hallazgos son más interesantes. Tal como muestra los
Gráficos N° 5 y N° 6, Uruguay y Chile muestran dos momentos distintos con un
quiebre en la segunda mitad de la década de los ’90. Los orientales pasaron de
un sistema más competitivo hacia uno menos competitivo, mientras que sus pares
trasandinos hicieron el recorrido inverso. El caso chileno, incluso, es mucho
más pronunciado: para el cargo presidencial pasó de una diferencia entre
partidos de más de 30% de los votos en las primeras elecciones desde el retorno
a la democracia hasta situarse por debajo del 15% en las últimas. Interesante
evolución para los intrigados.
Gráfico N° 5. Competitividad para
Presidente y Cámara de Diputados en Uruguay (1984-2009).
Fuente: elaboración propia en
base a Base de Datos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de
la República de Uruguay.
Gráfico N° 6. Competitividad
electoral para Presidente y Cámara de Diputados en Chile (1989-2009).
Fuente: elaboración propia en
base a Base Servicio Electoral de Chile.
Ecuador,
por su parte, pareciera tener tres momentos: 1) en los ’80 con un sistema
relativamente competitivo con pequeños saltos, 2) en los ’90 con una mayor
competencia política por cargos ejecutivos y legislativos (que puede coincidir
con la marcada inestabilidad política del período), y 3) dando un estrepitoso
salto hacia el vacío de la no competencia en la última década. Menuda
coincidencia con el “Socialismo del Siglo XXI”.
Gráfico N° 7. Competitividad para
Presidente y Cámara de Diputados en Ecuador (1979-2013).
Fuente: elaboración propia en
base a Conaghan (1995), Inter-Parliamentary Union -IPU- Parline Database y Base
de Datos Políticos de las Américas de
Georgetown.
Por
último, Perú vuelve a dar la nota con sus clásicos virajes drásticos. Mientras
que entre los 20 años que transcurrieron entre 1980 y 2000 la competitividad
electoral fue prácticamente nula (salvo en la polarizada elección del año
1990), con la caída de Alberto Fujimori y la crisis político-institucional que le
siguió, el sistema de partidos peruano comenzó a transitar un pasaje hacia una
mayor competencia entre sus actores. Esto último tanto para cargos legislativos
como ejecutivos.
Gráfico N° 8. Competitividad
electoral para Presidente y Cámara de Diputados en Perú (1980-2011).
Fuente: elaboración propia en
base a Cotler (1995), Oficina Nacional de Procesos Electorales de Perú e
Inter-Parliamentary Union -IPU- Parline Database.
Ideas sueltas a modo de conclusión (que
necesitan profundización)
A grandes
rasgos y resumiendo, se pueden agrupar los casos en el siguiente cuadro
ilustrativo. Resulta más atractivo que detallar la explicación.
Cuadro N° 3. Clasificación de
sistemas de partidos en base a volatilidad y competitividad electoral.
Sistema competitivo
|
Sistema
no competitivo
|
|
Sistema
estable
|
Uruguay
Chile
|
|
Sistema
volátil
|
Perú
(post 2000)
Ecuador
(pre 2006)
|
Perú
(pre 2000)
Ecuador
(post 2006)
|
Fuente: elaboración propia.
Tal como
se venía discutiendo, existen dos sistemas de partidos estables y
competitivos que se han mantenido sin
grandes saltos (Chile y Uruguay). Salvo pequeños momentos, como pueden ser las
primeras elecciones presidenciales en Chile luego del retorno a la democracia o
las últimas elecciones generales celebradas en Uruguay en el año 2009.
Por otro
lado, los dos sistemas más volátiles muestran tendencias contrarias: Perú
evolucionó hacia una mayor competencia política, mientras que Ecuador hizo el
camino inverso en los últimos años. Aquí puede ser interesante detectar a
futuro en qué medida los liderazgos de oficialismos fuertes y con
disponibilidad de recursos públicos pueden generar una diferencia importante en
la competencia por cargos públicos. Fujimori en Perú y Correa en Ecuador pueden
tener más en común de lo que se piensa corrientemente.
Pero eso
quedará para más adelante. Queda planteada la intriga.
Bibliografía
Conaghan, Catherine M. (1995). “Politicians
Against Parties: Discord and Disconnection in Ecuador’s Party System”. En Mainwaring,
Scott y Timothy Scully (eds.). Building
democratic institutions. Party systems in Latin America. Stanford: Stanford
University Press.
Cotler, Julio (1995). “Political Parties and the Problems of Democratic
Consolidation in Peru”. En Mainwaring, Scott y Timothy Scully (eds.). Building democratic institutions. Party
systems in Latin America. Stanford: Stanford University Press.
Mainwaring, Scott y Timothy Scully (eds.) (1995). Building democratic institutions. Party systems in Latin America. Stanford: Stanford University Press.
Mainwaring Scott y Mariano Torcal (2005). “La
institucionalización de los sistemas de partidos y la teoría del sistema
partidista después de la tercera ola democratizadora”. América Latina Hoy 41: 141-173.
Payne,
Mark (2006). “Sistemas de partidos y gobernabilidad democrática”. En Payne,
Mark (et. al.) (comp.). La política
importa. Democracia y desarrollo en América Latina. Washington D.C.: Banco
Interamericano de Desarrollo e Instituto Internacional para la Democracia y la
Asistencia Electoral.
Pederse, Mogens N. (1983). “Changing Patterns of Electoral Volatility in
European Party Systems: Explorations in Explanation”. En Daalder, Hans y Peter
Mair (eds.). Western European Party
Systems: Continuity and Change. Beverly Hills, CA y London: Sage.
[1] La
volatilidad electoral se calculó en base a la fórmula elaborada por Pedersen
(1983). Representa la cantidad de votos (o bancas) que cambian de partido de
elección en elección. Se computa sumando el cambio de los votos ganados o
perdidos por cada partido entre dos elecciones consecutivas y dividiéndolo por
dos. Para Presidente se tomaron en cuenta los votos, mientras que para la
Cámara de Diputados se utilizó la cantidad de bancas obtenidas en la elección
dadas las dificultades para acceder a datos fidedignos sobre votos.
[2] La
competitividad electoral se midió, para el cargo presidencial, restando la
cantidad de votos que obtuvo el partido ganador menos la cantidad de votos del
que salió segundo. Para la Cámara de diputados se realizó la misma cuenta, pero
tomando en cuenta la cantidad de bancas obtenidas por el partido que salió
primero y el que salió segundo.
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