08 octubre 2015

#BastiónDigital y #LaNación Dos coaliciones camino a Balcarce 50

Fue raro. Porque el artículo gustó mucho de ser escrito. Y pasaron los meses. Y dio algunas vueltas. Llegó a Bastión Digital (pueden ver acá). Y quedó ahí la idea, boyando. 
Leviatán nunca pensó que la iba a pegar con el escenario. Lo intuía, se animó. Pero por ahí le pifiaba. Como suele pasar en Ciencia Política y, sobre todo, en escenarios electorales futuros. 
Cuatro meses después de ver la luz (otra vez), La Nación Diario y La Nación Ideas también se sumaron al tren y lo publicaron en una versión más reducida y menos polémica (pueden ver acá).
Doña Rosa se sonroja un poco. Porque de repente las coaliciones son vox populi y un tema de moda. Asique mejor sigamos en esa línea. 
Acá dejamos la versión original. Sin condimentos ni aderezos. Solo con un poco de chimi y criolla.

Dos coaliciones camino a Balcarce 50

Facundo Cruz (Politólogo, Docente Universidad de Buenos Aires, 
Tesorero SAAP@facucruz)

Ya cerraron las listas. Ya durmieron poco. Ya pelearon mucho. Y ya se acabó el negocio de las especulaciones. El sábado pasado el entretenido misterio pasó a ser una confirmación aburrida. Los principales partidos y coaliciones electorales anunciaron los candidatos para cada uno de los cargos públicos nacionales por los que se competirán desde el 9 de agosto.

Con todo firmado, hoy lunes y con el diario del domingo podemos comenzar a sacar algunas conclusiones. Y, si nos animarnos, a esbozar algunos escenarios futuros, inciertos, pero posibles.

Andrés Malamud nos da un interesante punto de partida en recientes opiniones públicas. Tiene indicios para considerar que el sistema partidario argentino se ha dirigido (lentamente) hacia una polarización electoral con dos opciones mayoritarias: por un lado, Frente Para La Victoria (FPV) y, por el otro, Cambiemos (PRO - UCR -CC-ARI). Tal vez no se dio cuenta, pero se acomodó en la mesa de “Los Huérfanos de la Política” cerca de Juan Carlos Torre. Hoy tenemos una coalición peronista oficialista (FPV) enfrentando a una coalición desafiante no peronista (Cambiemos). Y los que ocupan la ancha avenida del medio, miran.

Esta es la primera certeza que tenemos. Ambas coaliciones electorales concentrarán la atención mediática, política y, probablemente, la confianza ciudadana en la serie de tres elecciones nacionales que tendremos en la segunda mitad del año: PASO el 9 de agosto, 25 de octubre la primera vuelta presidencial y las elecciones legislativas, y, eventualmente, el ballotage presidencial el 22 de noviembre.

Pero es la única certeza. Lo que viene, son algunas impresiones generales e hipotéticas situaciones futuras. Porque el entretenido misterio nunca se va.

Convertir la coalición electoral en coalición de gobierno

Gane quien gane la elección presidencial, tanto Daniel Scioli (FPV) como Mauricio Macri (Cambiemos) tendrán una primera obligación. La más imprescindible de todas: convertir la coalición electoral que los llevó al Sillón de Rivadavia en una coalición de gobierno.

¿En qué consiste? Ya dimos algunas puntadas anteriormente. Pero retomemos la idea. En las coaliciones presidenciales el titular del Poder Ejecutivo se reserva la designación unilateral de quienes ocupan la mayoría de los ministerios, especialmente los más importantes (Economía, Interior, Infraestructura/Desarrollo Social y Relaciones Exteriores). El resto se distribuye entre sus socios de acuerdo a su importancia política. Un criterio para este reparto puede ser la cantidad de bancas que tiene cada partido que integra la coalición legislativa de apoyo al Presidente. Es el modelo europeo, es de manual, pero suele funcionar. Como en Brasil.

Esto le da un margen de discrecionalidad al Presidente electo que no tiene ningún otro actor del sistema político. En cierta medida, es quien le da “formato” a la coalición (formateur). Sin embargo, ni Scioli ni Macri deben olvidar (ni renegar de) sus apoyos políticos. De modo que sería lo más sensato encontrar un espacio para todos los integrantes del acuerdo. Por más mínimo que sea y por muy marginal que sea su presupuesto. Todos se sienten parte, entonces se quedan.

El funcionamiento del gobierno

El reparto de cargos públicos para mantener a los socios cerca (los ministeriales, sobre todo) valdrá la pena pura y exclusivamente si el funcionamiento del gobierno también respeta la lógica coalicional de la construcción de poder político presidencial. No tiene mucho sentido repartir las bolsas de regalo si el único que rompe la piñata y juega con el payaso es el cumpleañero.

Si los ministerios compensan a los socios, entonces las reuniones de gabinete son el ámbito para que el Presidente los escuche y busque consensos sobre políticas, decisiones y planes de gobierno. El cambio no es complejo: el próximo Presidente debe dejar de relacionarse de manera aislada con cada uno de sus ministros en solitario y retomar las reuniones de gabinete incluyendo a todos los socios.

El presidencialismo coalicional a la brasilera exige ciertos sacrificios.

La relación con el Poder Legislativo

Si hay algo que aprendimos de la política latinoamericana es la necesidad de contar con un escudo legislativo sólido, unificado y aceitado para garantizar la estabilidad gubernamental. Acá es donde Scioli y Macri pueden tener distintas urgencias.

¿Por qué? Si observamos la Cámara de Diputados hoy, la radiografía hace sonreír más a Daniel que a Mauricio. De los 235, el FPV cuenta 119 diputados propios y puede alcanzar los 135 sumando aliados que van y vienen. En cambio, PRO, UCR y CC-ARI cuentan hoy con un poco más de 60. En el Senado, de los 70 legisladores, el FPV llega casi a los 40 (32 propios más eventuales socios), mientras que la coalición no peronista siempre intenta (con suerte variable) nuclear a unos 20 senadores. Tal como explicó Javier Zelaznik, la arena legislativa está altamente fragmentada y es compleja de articular.

¿Entonces? La elección de los diputados y senadores nacionales se realiza junto con la presidencial en la primera vuelta de septiembre. Ahí se cuentan los porotos y las bancas: no en las PASO ni en la segunda vuelta. El objetivo es claro: cada uno precisa llegar a los 135 diputados y a los 35 senadores para alcanzar el quórum coalicional propio.

Sicoli solo tendría que mantener proporciones de votos en cada provincia similares al obtenido por Cristina Fernández de Kirchner en 2011 dado que esas son las bancas que se ponen en juego. Macri y Cambiemos solo tienen como posibilidad superar en votos en la mayor cantidad de provincias al FPV: si en la mayoría llega segundo, la mayoría legislativa se queda en el deseo.

Probablemente tengan suerte en las provincias más pobladas y, por ende, donde más bancas se ponen en juego (Buenos Aires, Capital Federal, Córdoba, Santa Fe y Mendoza). También en aquellas donde la UCR empuje a la armada vencedora contra los oficialismos locales de turno (Jujuy, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán). En el resto, va a jugarse hasta el minuto 90.

Pero con contar porotos no alcanza: también hay que tratarlos bien. Ya que las coaliciones legislativas no pueden ser formateadas por el Presidente dado que surgen de los votos de cada provincia del país, lo que sí pueden hacer Scioli y Macri es reconocer los apoyos legislativos que reciben y premiarlos. Si coalición de gobierno (ministerios) y coalición legislativa (bancas en el Congreso) se asemejan, entonces el gabinete es la solución. Y la muñeca política presidencial el condimento.

¿Nada más? Sí, lo más importante. Para el final de remate. Macri aún tiene que ganar la interna presidencial de Cambiemos, compitiendo contra Ernesto Sanz (UCR) y Elisa Carrió (CC-ARI). Scioli es candidato único en el FPV. Uno de los dos caminos tiene más curvas y contracurvas.


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