26 junio 2017

¿Qué pasa con las #PASO?

Cuando se meten con las elecciones, saltamos todos en Leviatán. La Tribuna había planteado que las PASO cuestan. Y bastante. Pero la discusión no pasa por ahí. Pasa por el motivo por el que se presentaron. La dinámica que generan en partidos y coaliciones, y en el sistema mismo. Y cómo la utilizan sus propios creadores partidarios.
Gracias a Raquel San Martín por la invitación, tiramos algunas impresiones en Ideas La Nación del domingo pasado. Quedó el tema picante y calentito, y sumamos algunos párrafos más.
Abajo el desarrollo, los datos y las bombas. No tendremos una PASO: habrá 24. No tenemos muchos casos: solo hay uno, 2013.
¿Qué pasa con las PASO?

Facundo Cruz (@facucruz), Politólogo, Magíster (UNSAM), Docente e investigador (UBA)

En Argentina nos gusta vivir de elección en elección. A diferencia de la gran mayoría de nuestros pares en el Cono Sur, votamos seguido. Los presidentes renuevan sus mandatos cada cuatro, al igual que los diputados nacionales, y los senadores lo hacen cada seis. El esquema parcial de renovación de ambas cámaras en el Congreso Nacional nos lleva un domingo de octubre cada dos años. No solo eso, sino que además nos gusta meter mano en el armado de las listas de candidatos que van a disputar todos esos lugares, bancas y cargos. Al menos, desde el año 2011.

¿Cómo los elegimos? Desde hace 6 años que rige un sistema único a nivel mundial: las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) para todos los cargos nacionales (algunas provincias han imitado el sistema para sus cargos provinciales). La propia sigla describe el sistema.

Por primaria se entiende una instancia previa a la elección general: hay un momento en donde los ciudadanos eligen quiénes van a competir por los cargos y quiénes tienen que esperar (o buscar otro lugar). ¿Qué ciudadanos? Como son abiertas, todos los electores habilitados para sufragar en una elección pueden votar en las primarias, independientemente de si son o no militantes de algún partido político específico. Este proceso es simultáneo para todos los actores políticos: en un mismo día todos coinciden en la definición de sus candidatos. Y es obligatorio tanto para los partidos o coaliciones que quieren competir en la elección general (quien no va a la primaria no puede competir después) como para los ciudadanos (votar es un derecho y una obligación).

Los analistas políticos, opinólogos y, especialmente, los politólogos nos obsesionamos con este sistema. La cantidad de información disponible para indagar, estudiar, conjeturar, hipotetizar, describir y explicar aumentó al existir una instancia electoral más. Sin embargo, y a pesar de este entusiasmo inicial, hoy en día no podemos llegar a ningún análisis conclusivo sobre el impacto que tienen las PASO sobre la competencia electoral en Argentina. Solo algunos tentativos y provisorios.

Antes de arrancar, un aviso para arruinar el final. El año 2017 es año de renovación parcial legislativa: solo se eligen cargos para el Congreso Nacional, no hay competencia por la Presidencia. Si vemos para atrás, solo tenemos la elección del año 2013 como un escenario institucional similar para comparar. En Ciencia Política dos casos no alcanzan para la conclusión definitiva.

Los efectos y las estrategias

Lo primero que podemos decir es que hay un impacto importante en la oferta electoral; es decir, en la cantidad de listas que se presentan en el cuarto oscuro para que el ciudadano elija. Con datos, hablamos. Por un lado, la cantidad de listas totales que se presentan disminuye. Según datos aportados por Paula Clerici, la cantidad de listas se ha reducido en elecciones legislativas: 231 (año 2001), 284 (año 2005), 272 (año 2009), 256 (PASO año 2013) y 140 (año 2013). El número total baja radicalmente.

También se reduce la oferta de partidos relevantes; esto es, el Número Efectivo de Partidos (NEP). Con esta medida podemos evaluar cuántos son los partidos relevantes a partir de la cantidad de votos que obtienen en una elección. Decimos que mientras más alto es, más fragmentada es una elección; mientras más bajo es, menos. Tomando en cuenta los mismos años, los valores son los siguientes: 3,8 (año 2001, con un mínimo de 2,03 y un máximo de 10), 3,7 (2005, mínimo 1,7, máximo 10), 3,4 (2009, mínimo 1,9, máximo 6,3), 3,5 (PASO 2013, mínimo 1,8, máximo 7,4) y 3,27 (2013, 1,62, máximo 6,22). El número efectivo baja levemente.

Entonces, podemos pensar que la introducción de las PASO reduce la cantidad de opciones reales y relevantes que tiene cada ciudadano en la elección general por dos razones. Primero, porque la propia ley elimina de la competencia a toda boleta que no supere el 1,5% de los votos válidos totales emitidos. Segundo, porque los partidos políticos han recurrido a esta herramienta para construir coaliciones electorales, definir reglas de convivencia y dirimir los espacios entre los actores que las integran. Con lo cual, podemos pensar, hay una coordinación previa que reduce la oferta posterior. Y los electores se comportan conforme a ello.

Lo segundo que podemos decir es que las PASO incentivan una transferencia de votos entre candidatos, coaliciones y partidos hacia la elección general. En otras palabras, los votos del candidato que pierde la primaria no siempre se quedan en el partido o coalición. Aún no existen certezas sobre cuáles son los factores que incentivan este fenómeno, pero sí hay algunos indicios de que esto ocurre. Los trabajos de Ernesto Calvo y Julia Pomares para CIPPEC así lo muestran con la ronda electoral para Jefe de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires y a nivel nacional para Presidente.

De la misma manera con Lara Goyburu, Paula Clerici y el Grupo de Investigación sobre “Coaliciones Políticas en América Latina” (UBA), observamos la transferencia de votos entre PASO y elección general a nivel municipal en la Provincia de Buenos Aires. Esta presunción continúa un trabajo previo donde precisamos que mientras más peleada es la es la elección de candidatos a intendentes municipales bonaerenses en las PASO en un partido, menos chances tiene el candidato a intendente de ganar la elección general. Peleada la primaria, los votos juegan (suponemos) a ganador seguro.

Por último, esta elección (igual que la de 2013) no es una sola: son 24 PASO y 24 elecciones legislativas. Por esa razón, resulta difícil sacar una sola lectura con el diario del lunes, única y aplicable a todo el país. Lo que sí podremos hacer será ver qué candidatos y en qué distrito se posicionan para las candidaturas a Gobernador o Presidente para 2017. Tomando ejemplos del 2013, las primarias operan de dos maneras.

Por un lado, si hay una única candidatura acordada, aportan información certera a la coalición o partido político de cuántos votos pueden obtener en la elección general. Más precisa que una encuesta. Esta información puede ser útil para (re)calcular estrategia, fortalecer la campaña en zonas específicas y ampliar apoyos informales con otros actores políticos que queden relegados. Clave para una elección legislativa peleada, como ocurrió con Sergio Massa en la Provincia de Buenos Aires o Julio Martínez en La Rioja.

Por otro lado, también dirimen una disputa interna entre distintas líneas dentro de una coalición o partido, y consolidan un único candidato. Al menos, eso intentan. Como ocurrió con Martín Lousteau en la Ciudad de Buenos Aires, con Oscar Aguad y Juan Schiaretti en Córdoba o con Eduardo Costa en Santa Cruz.

Vuelta al inicio. Este 2017 solo lo podremos comparar con el 2013 anterior. En definitiva, esto es lo poco que sabemos. Poco podemos comparar. Poco podemos concluir. Algo podemos decir. Desde este mismo domingo y por varios más.

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