Cuando
se meten con las elecciones, saltamos todos en Leviatán. La Tribuna había planteado que las PASO cuestan. Y bastante.
Pero la discusión no pasa por ahí. Pasa por el motivo por el que se
presentaron. La dinámica que generan en partidos y coaliciones, y en el sistema
mismo. Y cómo la utilizan sus propios creadores partidarios.
Gracias
a Raquel
San Martín por la invitación, tiramos algunas impresiones en Ideas La Nación del domingo pasado. Quedó
el tema picante y calentito, y sumamos algunos párrafos más.
Abajo
el desarrollo, los datos y las bombas. No tendremos una PASO: habrá 24. No tenemos muchos
casos: solo hay uno, 2013.
¿Qué
pasa con las PASO?
Facundo Cruz (@facucruz), Politólogo, Magíster
(UNSAM), Docente e investigador (UBA)
En Argentina nos gusta vivir
de elección en elección. A diferencia de la gran mayoría de nuestros pares en
el Cono Sur, votamos seguido. Los presidentes renuevan sus mandatos cada
cuatro, al igual que los diputados nacionales, y los senadores lo hacen cada
seis. El esquema parcial de renovación de ambas cámaras en el Congreso Nacional
nos lleva un domingo de octubre cada dos años. No solo eso, sino que además nos
gusta meter mano en el armado de las listas de candidatos que van a disputar
todos esos lugares, bancas y cargos. Al menos, desde el año 2011.
¿Cómo los elegimos? Desde hace
6 años que rige un sistema único a nivel mundial: las Primarias Abiertas,
Simultáneas y Obligatorias (PASO) para todos los cargos nacionales (algunas
provincias han imitado el sistema para sus cargos provinciales). La propia
sigla describe el sistema.
Por primaria se entiende una instancia previa a la elección general:
hay un momento en donde los ciudadanos eligen quiénes van a competir por los
cargos y quiénes tienen que esperar (o buscar otro lugar). ¿Qué ciudadanos?
Como son abiertas, todos los
electores habilitados para sufragar en una elección pueden votar en las
primarias, independientemente de si son o no militantes de algún partido
político específico. Este proceso es simultáneo
para todos los actores políticos: en un mismo día todos coinciden en la
definición de sus candidatos. Y es obligatorio
tanto para los partidos o coaliciones que quieren competir en la elección
general (quien no va a la primaria no puede competir después) como para los
ciudadanos (votar es un derecho y una obligación).
Los analistas políticos,
opinólogos y, especialmente, los politólogos nos obsesionamos con este sistema.
La cantidad de información disponible para indagar, estudiar, conjeturar, hipotetizar,
describir y explicar aumentó al existir una instancia electoral más. Sin
embargo, y a pesar de este entusiasmo inicial, hoy en día no podemos llegar a
ningún análisis conclusivo sobre el impacto que tienen las PASO sobre la
competencia electoral en Argentina. Solo algunos tentativos y provisorios.
Antes de arrancar, un aviso
para arruinar el final. El año 2017 es año de renovación parcial legislativa:
solo se eligen cargos para el Congreso Nacional, no hay competencia por la
Presidencia. Si vemos para atrás, solo tenemos la elección del año 2013 como un
escenario institucional similar para comparar. En Ciencia Política dos casos no
alcanzan para la conclusión definitiva.
Los
efectos y las estrategias
Lo primero que podemos decir
es que hay un impacto importante en la oferta electoral; es decir, en la
cantidad de listas que se presentan en el cuarto oscuro para que el ciudadano
elija. Con datos, hablamos. Por un lado, la cantidad de listas totales que se
presentan disminuye. Según datos aportados por Paula Clerici, la cantidad de listas se
ha reducido en elecciones legislativas: 231 (año 2001), 284 (año 2005), 272 (año
2009), 256 (PASO año 2013) y 140 (año 2013). El número total baja radicalmente.
También se reduce la oferta de
partidos relevantes; esto es, el Número Efectivo de Partidos (NEP). Con esta
medida podemos evaluar cuántos son los partidos relevantes a partir de la
cantidad de votos que obtienen en una elección. Decimos que mientras más alto
es, más fragmentada es una elección; mientras más bajo es, menos. Tomando en
cuenta los mismos años, los valores son los siguientes: 3,8 (año 2001, con un
mínimo de 2,03 y un máximo de 10), 3,7 (2005, mínimo 1,7, máximo 10), 3,4
(2009, mínimo 1,9, máximo 6,3), 3,5 (PASO 2013, mínimo 1,8, máximo 7,4) y 3,27
(2013, 1,62, máximo 6,22). El número efectivo baja levemente.
Entonces, podemos pensar que la
introducción de las PASO reduce la cantidad de opciones reales y relevantes que
tiene cada ciudadano en la elección general por dos razones. Primero, porque la
propia ley elimina de la competencia a toda boleta que no supere el 1,5% de los
votos válidos totales emitidos. Segundo, porque los partidos políticos han
recurrido a esta herramienta para construir coaliciones electorales, definir
reglas de convivencia y dirimir los espacios entre los actores que las integran.
Con lo cual, podemos pensar, hay una coordinación previa que reduce la oferta
posterior. Y los electores se comportan conforme a ello.
Lo segundo que podemos decir
es que las PASO incentivan una transferencia de votos entre candidatos,
coaliciones y partidos hacia la elección general. En otras palabras, los votos
del candidato que pierde la primaria no siempre se quedan en el partido o
coalición. Aún no existen certezas sobre cuáles son los factores que incentivan
este fenómeno, pero sí hay algunos indicios de que esto ocurre. Los trabajos de
Ernesto Calvo y Julia Pomares para CIPPEC
así lo muestran con la ronda electoral para Jefe de Gobierno en la Ciudad de
Buenos Aires y a nivel
nacional para Presidente.
De la misma manera con Lara Goyburu, Paula Clerici y el Grupo de Investigación sobre “Coaliciones Políticas en América
Latina” (UBA), observamos la transferencia de votos entre PASO y elección
general a nivel municipal en la Provincia de Buenos Aires. Esta presunción
continúa un trabajo
previo donde precisamos que mientras más peleada es la es la elección de
candidatos a intendentes municipales bonaerenses en las PASO en un partido,
menos chances tiene el candidato a intendente de ganar la elección general.
Peleada la primaria, los votos juegan (suponemos) a ganador seguro.
Por último, esta elección
(igual que la de 2013) no es una sola: son 24 PASO y 24 elecciones
legislativas. Por esa razón, resulta difícil sacar una sola lectura con el
diario del lunes, única y aplicable a todo el país. Lo que sí podremos hacer
será ver qué candidatos y en qué distrito se posicionan para las candidaturas a
Gobernador o Presidente para 2017. Tomando ejemplos del 2013, las primarias
operan de dos maneras.
Por un lado, si hay una única
candidatura acordada, aportan información certera a la coalición o partido
político de cuántos votos pueden obtener en la elección general. Más precisa
que una encuesta. Esta información puede ser útil para (re)calcular estrategia,
fortalecer la campaña en zonas específicas y ampliar apoyos informales con
otros actores políticos que queden relegados. Clave para una elección
legislativa peleada, como ocurrió con Sergio Massa en la Provincia de Buenos
Aires o Julio Martínez en La Rioja.
Por otro lado, también dirimen
una disputa interna entre distintas líneas dentro de una coalición o partido, y
consolidan un único candidato. Al menos, eso intentan. Como ocurrió con Martín
Lousteau en la Ciudad de Buenos Aires, con Oscar Aguad y Juan Schiaretti en
Córdoba o con Eduardo Costa en Santa Cruz.
Vuelta al inicio. Este 2017
solo lo podremos comparar con el 2013 anterior. En definitiva, esto es lo poco
que sabemos. Poco podemos comparar. Poco podemos concluir. Algo podemos decir. Desde
este mismo domingo y por varios más.
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