Publicado en Politicargentina.com el 8 de Marzo de 2010.
Ha sido una constante la descripción de los tiempos políticos actuales en Argentina. La lógica de poder impuesta por el conglomerado kirchnerista desde su llegada al poder en el
Pero la que tal vez más llama la atención es la intransigencia que reina en la política cotidiana. Y eso abarca tanto a oficialistas como opositores. Nadie se salva. En consonancia con un colega, creo que desde el 28 de junio y, particularmente, con la asunción de los nuevos legisladores, los bandos se han delimitado en dos bloques con muy pocos puentes que los unan.
Y eso, justamente, a partir de la intransigencia a la que hago mención. El período kirchnerista de un gobierno y medio que estamos viviendo se ha caracterizado por dos premisas básicas.
Primero, la ausencia de espacios consultivos y participativos con otros sectores políticos que defiendan principios comunes. Salvo en los casos de extrema necesidad para aprobar una ley (por ejemplo, la nacionalización de las AFJP).
Segundo, un círculo de poder íntimo cerrado herméticamente, con acceso muy restringido y que demuestra un apoyo incondicional al matrimonio presidencial. Esta es la cocina donde se adoptan las decisiones gubernamentales más importantes.
Ambas cualidades configuraron esa lógica de poder a la que hacía mención más arriba. Fue, sin embargo, este cuadro el que comenzó a erosionar el apoyo popular logrado en los primeros años, cansando a “la gente” y que terminó en implosión con el conflicto agropecuario en 2008. Las elecciones del año siguiente tradujeron en bancas ese descontento popular y se revirtió la balanza del poder político un poco a favor de la oposición.
Entonces, el dilema se planteó inmediatamente. Los partidos políticos y bloques legislativos opositores, ¿debían responder la intransigencia de los primeros años con más intransigencia? ¿O finalmente había llegado el momento de poner paños fríos al asunto y negociar con los derrotados?
Acá es donde se partió un poco el conglomerado opositor. Por un lado, los aliados más cercanos a Elisa Carrió, agrupados en torno a CC-ARI, mantuvieron su postura de “no negociación” con el oficialismo y quisieron elevar la apuesta, desafiando con sucesivas denuncias penales.
Por el otro,
Pero solo algunos canales: todavía queda la espina y las ganas de hacerle pagar al kirchnerismo los últimos 6 años de embates.
Más allá de estas leves diferencias, ambas sectores opositores se encuentran unidos en torno a una cuestión: arrebatarle espacios de poder al oficialismo kirchnerista. La repartición de autoridades en el Senado, en
Tiene un objetivo de mínima: controlar el gobierno de turno. Sin embargo, el “Mundo K” no se ha mostrado proclive a cambiar su estilo de gobierno. Fiel a su tradición de “no negociación”, son pocos los indicios que ha mostrado para descomprimir esta situación de empate.
Algunos operadores políticos del oficialismo se empecinaron en reforzar esta idea al argumentar que “hay cosas innegociables” y que “no firmaremos la rendición incondicional”. Del otro lado, la oposición quiere avanzar con su estrategia combinada de embestida y negociación desde posiciones de poder.
Intransigentes al volante. Pero todos incluidos.
Facundo Cruz
8 de Marzo de 2010
Está muy bien cuestionar y confrontar pero siempre y cuando sean los pasos previos al debate. Es muy probable que para esa 'última materia', la del DEBATE ABIERTO Y CONSTRUCTIVO, nadie, ni oficialistas ni opositores, se haya presentado a examen aún. Es una materia pendiente que obliga a seguir caminando por la cornisa y eso siempre fue muy peligroso.
ResponderEliminarBuen trabajo de análisis. Adelante!