20 abril 2010

Europa tiene el giro a la derecha habilitado

Tal vez algunos recuerden los comentarios de hace unos años. Para ser más específicos, a principios de década en el nuevo Milenio. En América Latina soplaban nuevos vientos, decía. Comentaban. La asunción de gobiernos de corte “progresista” o “de izquierda” se esparcía por la región.


Bueno, viajemos a Europa ahora (por acá). El Viejo Continente está dando algunos indicios de un posible giro a la derecha que alcance a más de un país y se extienda en su totalidad. Se encuentra frente a un fenómeno similar al latinoamericano (pero para el lado contrario): regionalización y extensión de una tendencia política que vaya país por país. Ósmosis política.


Las particularidades del fenómeno son llamativas. Y mucho se explica a través del contexto socio-económico. Por un lado, la reciente crisis económica afectó gravemente el bolsillo de los europeos (algunos más que otros), siendo los gobiernos de turno los marcados como responsables. Por el otro, esa región que se vanagloriaba por ser civilizada, abierta y receptiva de nuevas culturas, se debate hoy día por aceptar inmigrantes, islamismo y burkas.


Este cocktail resultó ser el adecuado para el discurso de la ultra-derecha. Una tríada atractiva. Primero, los gobernantes actuales han sido incapaces de satisfacer las demandas ciudadanas en tiempos de crisis. Segundo, la masiva entrada de inmigrantes (y por ende, de islamismo) afectará aún más la economía alicaída. Tercero, para evitar ambas cosas, hay que retornar a las bases nacionales propias y salvar los valores tradicionales.


Así se pudo percibir en Hungría, Francia, Holanda, Austria, Eslovaquia, Rumania e Italia.


Particularmente controversial es el segundo punto. Lo primero que hizo la crisis económica fue atacar el bolsillo de las clases más bajas, léase los trabajadores y los interesados en ingresar en el mercado laboral (pero imposibilitados por falta de formación). Los partidos nacionalistas (más a la derecha del espectro) supieron leer esta necesidad y atacar el público más vulnerable: los inmigrantes. Los que vienen a “robar el trabajo. Tu trabajo”. Muy atractivo.


Porciones de esta buena cantidad de electores prefirió girar el volante, ya que tradicionalmente han sido el bastión de los partidos de corte “socialista” o “comunista” (en franco descenso desde la Caída del Muro). Sin embargo, parte de la culpa la tienen también estos últimos, que no pudieron formular alternativas y, en algunos casos (Italia y Austria), sus dirigentes estaban muy desprestigiados. Menos atractivo.


De ahí a construir un discurso nacionalista hay un solo paso. Y a cuestionar el proceso de integración europeo, otro más. No resulta casual que estos partidos “extremos” sean lo más reticentes a apoyar la Unión Europea y se focalicen en salvar los valores y el honor nacionales.


¿Qué podemos esperar a la vuelta de la esquina? Un aumento del número efectivo de partidos (NEP, que tanto aman los estudiosos de sistemas de partidos). Estos partidos no tuvieron mayor representación parlamentaria en las épocas de bonanza europea y ahora ven resurgir sus esperanzas de entrar en los parlamentos. Y, quién dice, formar gobierno.


También se polarizará la competencia electoral. Volverán a debatirse temas espinosos, como la identidad y la cultura nacional, el islamismo, la eutanasia, los derechos de los homosexuales y otras minorías. En torno a estas cuestiones, los partidos de todo el espectro político (de izquierda a derecha) tienen profundas diferencias y encontrarán pocos puntos de acuerdo común. Es hará que la pelea por el poder sea más dura y en las puntas del espectro.


A la par de los dos anteriores, esta situación pondrá a prueba la capacidad de consenso de estos actores. Si aumenta el NEP, será necesario formar gobiernos de coalición. E, inevitablemente, acordar. La capacidad de los viejos zorros de la política europea se pondrá a prueba. Una vez más.


Más allá de esta situación, no hay que alarmarse tanto ni formular conclusiones apresuradas. Estos partidos han alcanzado un promedio de 15% de los votos y tienen bastiones mayormente regionales dentro de sus respectivos países. Solamente para llamar la atención y ponerle pimienta a la política europea. Sino, es un poco aburrido.

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