15 junio 2010

Dos lecturas externas de una elección interna

Tuve que tomarme unos días para analizar detenidamente los resultados de la elección interna radical en la Provincia de Buenos Aires. No es pereza. Tampoco falta de interés. Pero, como suele suceder(me), uno puede apresurar un análisis que termina siendo erróneo o peor: incompleto.


Lo que me llama la atención es, primero, la altísima atención que le prestó la prensa a esta interna provincial de la UCR. No sé si será producto del ¿cambio cultural? que generó la nueva normativa electoral sancionada el año pasado, o por el simple hecho de que todo el que se postula a cargo alguno ya compite para 2011. Aunque sean autoridades partidarias.


La segunda particularidad que encuentro es que el resultado final tiene dos lecturas posibles, dependiendo de quién la haga: Alfonsín o Cobos. Las voy a describir yo.


Ricardo Alfonsín, alentado por muchos de sus socios políticos (radicales y no-radicales) y queriendo recuperar la mística de su padre, no ocultó cierta pretensión presidencial en estos últimos meses. Para concretar ese deseo, se vio en la obligación de contar con una estructura institucional lo suficientemente fuerte para construir poder localmente y consolidarlo a nivel nacional. Necesitaba recursos partidarios.


¿Por qué? Tradicionalmente la UCR (salvo la excepción de 2003 con Lavagna y cuando no estuvo dividida) ha recurrido a elegir candidatos propios del partido y con suficiente peso interno. Y esos candidatos siempre contaron con el aval de sus UCR’s locales-provinciales. Si tenemos en cuenta el peso del aparato bonaerense, la cuenta es sencilla.


Esto es propio de la idiosincrasia radical. La importancia que tiene la vida interna partidaria para la UCR es tan alta que primero se eligen las autoridades y se definen las reglas de juego, y, luego, los candidatos a cargos públicos. Alfonsín, consciente de eso, jugó fuerte. Y ganó.


A Julio César Cleto Cobos esto lo complicó. Bastante. Primero, porque hasta hace dos semanas era el único candidato ¿radical? claramente en carrera hacia la Casa Rosada y con cierto apoyo popular. Segundo, porque a partir de ahora deberá jugarse: o blanquea su pretensión o se abre de la carrera. Radicales orgánicos, chochos.


La carta que ya no podrá seguir jugando es la de jugar a medias. Hasta ahora Cobos únicamente había interferido en campañas electorales (provinciales, locales o incluso internas) muy tibiamente. Expresaba un leve apoyo a un candidato de su preferencia pero se negaba a plegarse al éxito de su candidato: así pasó en Catamarca con Brizuela del Moral. Tampoco lo hacía en la derrota como hace dos semanas en las internas radicales.


Cobos tampoco ha normalizado aún su situación en la UCR: está a medio camino entre la reconciliación y la formalización de su reingreso. Eso también incluye a muchos dirigentes partidarios que decidieron acompañarlo en la aventura concertacionista.


Por eso la victoria de Alfonsín puede ser otra piedra a este retorno en masa. Daniel Katz (espada cobista en diputados) y Mario Meoni (espada cobista entre los intendentes) pertenecen al distrito bonaerense.


Este panorama no implica que la designación presidencial del heredero alfonsinista sea automática. Tampoco que Cobos deje de ser el mejor posicionado ante la opinión pública. Aún queda tiempo para esa pelea. Pero, por lo menos, se pudo añadir un poco de pimienta a la política cotidiana.


Si teníamos el temor de que la aburrida pelea estelar de 2011 iba a ser Cobos-Kirchner (tan anunciada desde las 125), ahora por lo menos tenemos algunas disputas preliminares. Luego habrá que analizar qué candidatura le conviene a cada uno. Y qué le conviene al sistema político. La dejo picando. Para la próxima.

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