28 junio 2010

Un año después, empate técnico

Hace un año el electorado concurría a las urnas para cumplir con el calendario electoral y renovar legisladores en la mitad del mandato presidencial. Hace un año el voto protesta contra el kirchnerismo otorgaba un 70% de votos a una oposición política dispersa. Hace un año se temía parálisis legislativa, incapacidad gubernamental para gobernar y caos generalizado.


Un año después de esas elecciones legislativas el balance no se inclina para ningún bando ni confirma nada de lo anterior: hay empate. Un claro empate técnico.


Primero, algo de memoria. El adelanto de las elecciones legislativas de octubre (como estaban previstas por ley) a junio del año pasado (por capricho kirchnerista) le otorgó al oficialismo gobernante 6 meses de paz antes del recambio de legisladores previsto para diciembre. En ese tiempo, se aprobaron tres proyectos claves para el kirchnerismo para este año: la reforma electoral, la ley de medios y el presupuesto 2010.


Con el colchón legislativo listo, los oficialistas se dignaron a esperar y cedieron el protagonismo a la oposición. Redrado-gate de por medio, el inicio de un nuevo período ordinario de sesiones en el Congreso Nacional puso en marcha la avalancha de iniciativas opositoras: repartición de fondos a las provincias, freno a los superpoderes presupuestarios, reforma del Consejo de la Magistratura y normalización de instituciones autónomas (INDEC y ONCAA, por ejemplo).


Ahora algo de análisis duro. Político. Culpas de lado, los tiempos políticos ayudan a explicar que no es responsabilidad absoluta de la oposición no haber podido capitalizar la confianza depositada por el electorado en sus figuras y candidatos. Descontados los seis meses de mayoría oficialista del año pasado (de junio a diciembre), la oposición tuvo cuatro meses (de marzo hasta ahora) solamente para lograr sus objetivos. Poco tiempo para girar 180°.


De ahí a la crítica despiadada hay un paso: todos los proyectos antes mencionados están por la mitad, avanzados o en carpeta, pero ninguno ha visto la luz todavía. Todos fueron bandera opositora en las elecciones. Alguno que otro que votó a la oposición ya se impacienta.


El oficialismo supo leer estos tiempos y jugar con inteligencia. Acá entra a jugar el segundo factor. Mientras que en la Cámara de Diputados la mayoría es claramente opositora, no así lo es en el Senado, dónde hay un virtual empate. Más/menos algún que otro Senador díscolo, la mayoría de las propuestas importantes iniciadas en el Senado o provenientes de la Cámara Baja encuentran un freno en la Alta. Sin la aprobación de ambas, no hay ley.


Esto convierte a cada Senador en un actor de veto, con el suficiente peso para modificar el status quo (Tsebelis dixit). Esta regla se aplica tanto a oficialistas como opositores. Adriana Raquel Bortolozzi cortó meses de falta de quórum y obligó a sus propios compañeros kirchneristas a bajar al recinto. Pero también la oposición contaba con que Carlos Saúl Menem jugaría en sus filas. Sorpresas sobran.


A eso hay que sumar las artimañas administrativas del kirchnerismo para demorar todo lo posible el tratamiento parlamentario de los proyectos, ya sea iniciadas en el Senado o provenientes de Diputados. El nombramiento de funcionarios clave y propios con responsabilidad para girar los proyectos legislativos a las comisiones fue todo un acierto.


Hay también una variable cualitativa importante: la proyección 2011. Ciertos legisladores se sienten corridos por los tiempos y prefieren concentrar esfuerzos en planear las Presidenciales del año próximo, en lugar de arrimar un poroto legislativo. Esto se aplica a algunos casos en ambas cámaras. Es en esta situación dónde los esfuerzos comunes merman y prima el interés personal. Esto sí es responsabilidad de la oposición. Chau acuerdos.


Es probable que, frente a este cuadro (siempre es sombrío y oscuro, es verdad) la mayoría del electorado ya haya perdido sus esperanzas en una oferta opositora sólida. Parte de verdad existe en ese temor. Pero no hay que olvidar que las elecciones de mitad de mandato no le otorgaron todo el poder a la oposición, sólo porciones del Congreso. Si el objetivo era frenar al oficialismo, aún quedan unos meses dónde se puede concretar.


No hay que olvidar que en un sistema Presidencial es difícil modificar sustancialmente el curso político con algunas bancas nada más. Siempre queda el latente poder de veto del Poder Ejecutivo. Amenazante.

1 comentario:

  1. Facundo, una de las dificultades es la de pensar en la oposición como un esquema unificable. Ese fue el gran error que cometieron tanto diputados como analistas a la salida de la elección. más allá de la labilidad de las fronteras políticas (cuya virtud es enteramente discutible) pensar en un mismo espacio a Stolbizer, De Narvaez, Carrió y Michetti no es ni deseable ni cierto. Lo bueno sería poder condensar en alguna experiencia interesante a personas, grupos, instituciones que tengan algunos signos en común más allá de su no Kirchnerismo

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