26 agosto 2010

Diferencias y desacuerdos en el Acuerdo Cívico y Social

Retornemos a las bases esta vez. Al objetivo leviatanístico principal. Volvamos a discutir reglas de juego y comportamientos de actores políticos. Aunque la política argentina sea aburrida (a veces), siempre algo pasa.

El Acuerdo Cívico y Social (ACyS o Acuerdo de ahora en más) nos da de comer esta vez. Los hechos: Elisa Carrió pegó otro portazo hace unas semanas y, por medio de una carta dirigida a sus amigos radicales, dejó el ACyS. Un poco de movimiento político. Del interesante.

Claro que acá no me dedicaré a analizar las razones expuestas por Elisa. Eso sería aburrido. Me encargaré de dar mis propias razones. Aprovechando lo que me interesan las coaliciones de todo tipo y color (electorales, legislativas, de gobierno).

El problema del ACyS radica en dos cuestiones. En primer lugar, es un tema de reglas. Es decir, de institucionalización. ACyS nació como un acuerdo electoral apoyado en un doble objetivo. Primero, plantarse frente al kirchnerismo gobernante en el Congreso Nacional, uniendo sus fuerzas políticas para poder controlar al Poder Ejecutivo. Segundo, apoyarse en ciertas ideas comunes (centro-izquierda) para luego llevar adelante una agenda legislativa común.

Logrado el primer objetivo (en la Cámara de Diputados únicamente), el segundo comenzó a llevarse a cabo lentamente con alguna que otra victoria legislativa. Sin embargo, las reglas que en su momento se habían acordado entre los socios del ACyS y que permitían cierta distribución interna del poder no contemplaban escenarios electorales futuros ni planes de gobierno en conjunto. Se limitaron únicamente a la elección 2009 y a la tarea legislativa/parlamentaria actual.

Acá entra a jugar el segundo problema de la coalición. Los apuros electorales de algunos socios (UCR principalmente y GEN en menor medida) aceleraron los tiempos de todo el Acuerdo y comenzaron a generar inquietudes, principalmente en Carrió y su partido, CC-ARI, con la definición de los candidatos para 2011. De modo que se planteó la necesidad de definir nuevas y renovadas reglas de juego entre ellos, con el objetivo de llegar al año próximo como una coalición electoral más sólida, con programa de gobierno, institucionalizada y con posibilidad de convertirse en “de gobierno”.

Esto puede entenderse mejor si consideramos la estructura del binomio presidencial. Es vox populi que la fórmula contempla dos cargos: Presidente (premio mayor) y Vicepresidente (premio menor). El ACyS tenía, antes del rompimiento de Carrió, cuatro líderes con aspiraciones presidenciales: Julio Cobos y Ricardo Alfonsín (UCR), Elisa Carrió (CC-ARI) y Hermes Binner (PS).

Por peso partidario nacional y acuerdo “tácito” entre los socios, a la UCR le correspondía el premio mayor (se definirá entre Cobos y Alfonsín en internas), dejando el menor en disputa entre Carrió y Binner. La líder de CC-ARI leyó que eso la dejaba automáticamente afuera de la carrera porque Binner tiene a favor a) buena imagen entre el electorado progresista y el votante medio (Downs básico), y b) capacidad de gestión al ser Gobernador de una provincia como Santa Fe.

Siguiendo este razonamiento, Carrió, ¿para qué cargo (Ejecutivo) iba a ser candidata? La Provincia de Buenos Aires quedaba en manos del socio más chico de ACyS (el GEN y su líder, Margarita Stolbizer), sumado a que restaría votos entre el electorado del mayor distrito a nivel nacional por su poco tránsito en la provincia. Además, la Ciudad de Buenos Aires quedaba para su delfín, Andrés Pérez, por acuerdo partidario interno. Las opciones no abundaban y se agotaron rápido.

De ahí, el portazo. Elisa Carrio prefirió patear el tablero del Acuerdo al percatarse que se quedaba sin peso interno, sin recursos para negociar con sus socios políticos y sin poder de veto (Tsebelis básico). Esto debido a una simple realidad de la política argentina: paga mucho más tener un cargo Ejecutivo importante, antes que cubrir una banca en el Congreso Nacional.

Ahora tiene la intención de quedar en mejor posición negociadora para con sus socios. Habrá que ver qué tan alto es el incentivo de dispersar al electorado conquistado por el ACyS, con la consecuente pérdida de votos y así servirle en bandeja la elección a un candidato peronista (sea oficialista u opositor).

Es un tema de reglas y de poder de veto. Por eso es Leviatán.

1 comentario:

  1. Está impecable, los que hacemos el esfuerzo para que estas cosas sucedan sabemos dos cosas, su indispensabilidad y su improbabilidad.

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