09 septiembre 2010

Notas breves sobre la (política) argentina moderna

Desde los primeros días de vida de Leviatán hemos intercambiado opiniones, debatido, comentado y argumentado sobre las vicisitudes políticas del país. Tanto oficialistas como opositores, como para no pecar de desestabilizador/golpista o de funcional K.

Hoy propongo hacer un abordaje general, como un pantallazo. No sé si es innovador. Más de uno debe tener las mismas ideas. Pero creo que pueden ser interesantes disparadores para pensar el año que viene y todo el circo que se genera en torno a una elección presidencial. Más aún: pensar el mandato 2011-2015. Bienvenidos. Es largo.


El sistema de partidos ha evolucionado desde un bipartidismo clásico, tradicional y ejemplar (para muchos analistas) hacia un multipartidismo que (todavía) no se sabe si es polarizado o moderado.

Si prestamos atención a la cantidad de partidos políticos intervinientes tanto en la arena electoral como en la legislativa (los efectivos, claro) no han hecho más que aumentar. Parece que es proporcional a la inflación.

Y sea por las causas que sean, ello los obliga a dirigirse en una sola dirección: formar coaliciones. Esto me canso de decirlo. Ya sean coaliciones legislativas (las creadas en el Congreso Nacional), electorales (las que aspiran al gobierno) o de gobierno (las que se constituyen como tal), los partidos tienen que entablar mecanismos de acuerdo para sumar esfuerzos.

Esto nos lleva a un primer freno: el premio mayor es indivisible. Y ahí los problemas de hoy en día: ¿quién es el candidato a presi y quién a vice? ¿Y si son más de cuatro partidos, los dos líderes “naturales” restantes, a qué cargo con poder pueden aspirar? Estas consideraciones meramente estratégicas reinan la mente de nuestros líderes. Las disputas por las migas que deja el pan no se hacen esperar.


Este puntapié me lleva a un segundo tema particular: la figura del Vicepresidente.

Ya hemos agotado la discusión en torno al Julio César y sus célebres frases y estrategias. Sin embargo, algo importante ha logrado y es el doble cometido de a) otorgarle una importancia trascendental a la figuran de Vicepresidente y b) hacer pensar dos veces a todos los dirigentes al elegir quién ocupará tal cargo.

Eso, inevitablemente, viene conectado con la cuestión de las coaliciones antes mencionadas. Aquellos socios políticos que pacten alianzas y acuerdos deberán considerar seriamente quién recibe el segundo lugar del binomio, en un escenario político futuro donde esos mismos arreglos deberán mantenerse. El “premio menor” cotiza más ahora.


Las provincias importan. Y mucho.

Otras de las verdades/realidades que tumbó el curso político reciente ha sido el bajo peso político que tienen las provincias en el esquema institucional argentino. Los ’90 habían dejado la sensación de estar fuertemente atadas a las transferencias monetarias desde Nación (la falla de la mala coparticipación), además de la imperiosa necesidad de contar con el apoyo político explícito del gobierno central.

Nueva década, nueva configuración de poder. Las provincias han vuelto a la escena central de las decisiones, lo que se manifiesta principalmente en dos particularidades.

En primer lugar, el rígido empate que se vive en el Senado de la Nación ha redirigido la atención a ciertos gobernadores del interior que juegan entre oficialismo y oposición. Los senadores tienden a escuchar a sus respectivos ejecutivos locales, siendo estos últimos los que tienden a definir las candidaturas senatoriales para las próximas elecciones (particularmente los que deben renovar mandato).

En segundo lugar, desde las provincias que se han “declarado en rebeldía” contra el Gobierno Nacional se han comenzado a estructurar alianzas y acuerdos para los próximos cuatro años de gobierno, con el sencillo objetivo de lograr la deseada alternancia. Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, San Luis, Salta (en menor medida), Corrientes (depende para donde sople el viento), Mendoza, Chubut y Catamarca han tomado ese camino.

Algunas más que otras y en direcciones diferentes, pero me hace acordar, por momentos, a las conocidas “ligas de gobernadores” que surgen en momentos de crisis presidencial. Claro que ahora no hablamos de una crisis tal como se la conoce. Pero el punto radica en que los movimientos que se tejen, incluyen a las provincias.


Breve (igual que el título) y futorológico comentario sobre las PASO.

Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (en mayúsculas claro) van a modificar las reglas de juego y la competencia partidaria en Argentina. Todavía no sentimos ese cambio, pero vamos a comenzar a hacerlo el año próximo. Sobre todo porque no estamos acostumbrados a ser nosotros los que elijamos a los candidatos, sino que elegimos entre candidatos.

Entonces, me atrevo a enunciar algunas ideas. Breves. El año que viene esperamos un escenario de polarización entre pocos candidatos que representen a pocos partidos. Lo primero porque en las primarias/internas (vox populi en Ciencia Política) se tiende a elegir al candidato que más representa al partido. En nuestro caso, será quien tenga más chances de derrotar al kirchnerismo, con lo cual la lógica de competencia será kirchnerismo vs. los demás.

Lo segundo y tercero porque las nuevas normas reducen la cantidad de partidos que tienen personería jurídica, al igual que los que pueden participar en la elección general (1,5% de votos mínimo).

Para terminar y resumir: este balance pretende ser un disparador. Se podría desarrollar más cada punto. Pero como dije. Breves. La próxima vuelvo a la agenda aburrida.

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