Hay algo en lo que los politólogos nos ponemos de acuerdo (aunque sean pocas las veces) y es que siempre un cambio en las regla de juego produce algún cambio sobre el comportamiento de los actores que, valga la redundancia, lo juegan. Estamos hablando de leyes (reglas) electorales, de partidos (dirigentes) políticos y de elecciones.
Y si hablamos de cambio de reglas, entonces hacemos referencia a la nueva legislación electoral aprobada el año pasado a contrarreloj en el Congreso Nacional y que verá la luz el próximo año, en su debut con las Presidenciales 2011. El proyecto fue motorizado e impulsado por el kirchnerismo gobernante y parece, en algunos aspectos, hecho a su medida para lograr manotear otros cuatro años en el poder. Como la mayoría de sus iniciativas legislativas.
La nueva reglamentación establece como instancia previa y obligatoria la celebración de elecciones internas para todos los partidos políticos. Siguiendo con nuestro argumento, las internas aportarán una nueva dinámica a la competencia entre los sectores que integran los distintos partidos en Argentina.
Donde más se puede sentir ese efecto será en el Partido Justicialista (PJ). Y acá se empieza a dilucidar la intención kirchnerista. Las internas obligatorias forzarán a los distintos sectores justicialistas opositores/no oficialistas a jugar contra Néstor Kirchner para definir la candidatura del partido y así evitar multiplicar las candidaturas peronistas.
Ello debido a dos impedimentos. Primero, por los altos requisitos legales para constituir nuevos partidos políticos, sobre todo por el mínimo de afiliados y distritos nacionales que exige la nueva normativa. Segundo, debido a la obligación de todos los participantes en la contienda electoral de presentar una única fórmula presidencial.
Un poco de memoria tal vez ayude a recordar la presencia de tres candidatos peronistas en el 2003 y la consecuente fragmentación de su electorado en porciones relativamente similares. Este escenario es el que Kirchner desea evitar porque quedaría, automáticamente, fuera de carrera debido a la pobre imagen pública, poca intención de voto que aún tiene su figura y la presencia de otros sellos PJ en la contienda. El ex-presidente no tiene problemas en competir internamente con otros candidatos, pero, si llega a exteriorizar esa disputa, lleva las de perder.
De modo que, si Kirchner logra unificar a la tropa peronista en una única fórmula presidencial para el 2011, entonces se aseguraría el 30/35% de votos que tradicionalmente ha tenido el PJ. Esto pesa en el folclore justicialista: el peor de los peronistas antes que votar a otro partido.
Paralelamente, lograría sacar de carrera a algunos posibles candidatos peronistas que, además, cuentan con mejor llegada al electorado medio. Ese que define una elección (Downs dixit). Participando de la interna y perdiendo frente a Kirchner, Carlos Reutemann, Eduardo Duhalde y Felipe Solá ya no podrían participar de la general. De Narváez tiene problemas de nacionalidad, con lo cual no cuenta.
Con este escenario construido a su medida, Kirchner no tendría problemas en polarizar la elección presidencial con el candidato que surja del Acuerdo Cívico y Social (su seguro competidor externo), moderando su discurso y apelando a posicionarse como una figura transversal a la competencia partidaria. Con el piso histórico del peronismo asegurado, el 10% necesario restante estaría a un pasito.
Claro que estas breves consideraciones no implican que, necesariamente, la pesadilla se convierta en realidad. Néstor Kirchner puede perder en la elección presidencial aún siendo el único candidato peronista, siempre y cuando otra oferta electoral sea más atractiva. Pero, seguramente, estaría muy cerca de arañar la hazaña.
De modo que la modificación de las reglas de juego fue, sin dudas, un atrevimiento político del kirchnerismo gobernante para poder competir en elecciones con alguna que otra chance. Consciente del nivel de rechazo social y el huracán político que generó la resolución 125, la única salida radicaba en unir, juntar y jugar por dentro. Luego, competir por fuera.
Ahora les queda hacer la interna lo suficientemente atractiva y segura para que el peronismo opositor no tengan incentivos para competir por fuera. Eso tiraría todo por la borda. Hasta las necesidades de Néstor.
Sabes que leyendo esto se me ocurre algo que quizás tenga poco de análisis político y más de preferencias y esperanzas mías sobre el sistema político argentino: me encantan las internas obligatorias! Es que nuestros partidos tienen tan poco peso en las contiendas electorales y en verdaderamente ejercer el monopolio de la representación, sacando las formalidades, que creo que la medida fortalece estos espacios...
ResponderEliminarAl margen de que sirva a las necesidades de NK. Creo que sería dificil que otro que venga asuma los costos de derogar una reforma que "democratiza" los PP, por más que sirva a sus intereses derogarla.
He dicho. Welcome back :)
...personalmente creo que las reglas en este pais son tan efimeras.. No creo que las internas tranparenten o mejoren la relacion entre nosotros (los ciudadanos) y los partidos... y los politicos.. Creo q son solo otra farsa....
ResponderEliminarlos k son la dualidad en estado puro...por un lado es una medida aparentemente democratica y que lubricara los resortes de la politica argentina cuando en realidad...
ResponderEliminartodo lo que usted describio arriba...no hay necesidad de repetir.
lastima que la gente compra y la televisión ayuda...
Sofi, es verdad que democratizan los partidos políticos. Pero me parece que la inclusión de las PASO por sí solas no van a mejorar la democracia interna de los partidos. Aunque vos elijas candidatos a cargos públicos de manera abierta, mientras las estructuras de decisión internas sigan siendo cerradas y las reglas formales partidarias no sean claras, aceptadas y consensuadas, habrá una mayor inclinación a romper partidos/coaliciones/alianzas que a reforzarlas.
ResponderEliminarEllo por el sencillo motivo de quién controla el aparato partidario, controla la interna y (ergo) controla todo el proceso de selección.
La apertura debe darse en muchos sentidos, creo, y deben acompañar las PASO.
De modo que, con las internas "tal cual están establecidas", me parece que habrá una mayor tendencia a la dispersión y desunión, en lugar de la democratización de los partidos.