06 octubre 2010

Los desafíos de Dilma

Hace dos días, finalmente, Brasil votó por presidente y pasó lo que tenía que pasar. La candidata oficialista, Dilma Rousseff (PT) ganó la primera vuelta con, más o menos, el 46% de los votos frente a José Serra (PSDB) con el 33%. En tercer lugar quedó la ecologista y ex ministra de Lula Marina Silva, con el 19%.

Hasta ahí los hechos. Ahora las conjeturas y análisis. Más que análisis, algunas reflexiones sobre los desafíos que tendrá Dilma. Se le vienen encima.

Lo primero, claro y obvio, ganar en segunda vuelta. A pesar del vaticinio de más de una encuesta que auguraba una victoria cómoda en primera vuelta (en casi todas las mediciones su intención de voto estaba por encima del 50% necesario para lograr el cargo presidencial), se quedó en la puerta de la hazaña y deberá esperar un mes para el ballotage. Pateó y pegó en el palo.

Hubiera sido un golazo, pero tampoco es para tanto. El mismo Lula, con la marea positiva que arrastraba desde su primera gestión, no pudo vencer en primera vuelta a Geraldo Alckim (PSDB) en 2006. La segunda vuelta fue sencilla para el PT en ese entonces y así debería esperarse que lo fuera para Rousseff en un mes.

Sin embargo, este llamado de atención debe ser tenido en cuenta. Sobre todo porque la buena performance electoral de Silva (PV) le restó votos a la candidata de Dilma y no a Serra, quién se quedó clavado en torno al 30% y algunos porotos.

Esto puede explicarse en el doble juego del voto sincero y voto estratégico. Mientras que el primero se refiere a la elección de un candidato por parte del elector siguiendo sus sinceras preferencias ideológicas (a partir de la oferta en juego), el segundo lo explica a partir de otras motivaciones, como puede ser elegir al candidato con más chances de ganar o al “menos peor”.

Los electores que en la última semana definieron volcarse por Silva en lugar de por Dilma eligieron así porque a) tenían cierta afinidad ideológica (sino se hubieran ido con Serra que tenía más chances de pasar al ballotage) y b) deseaban “estratégicamente” llamar la atención de Rousseff por algunas declaraciones en las últimas semanas de campaña.

Destaco tres. Primero, los temores por sus posturas proabortistas (voto católico y evangelista). Segundo, por los escándalos de corrupción y tráfico de influencias sacados a la luz por la prensa. Tercero, por la consecuente reacción de Lula y Rousseff contra la prensa por ese mismo lío (ambos voto clase media).

Dilma, entonces, debe volver a recuperar el voto sincero propio que estratégicamente se fue con Silva al considerar que i) no había chance de que ésta pasara al ballotage y ii) se sentían atraidos más hacia su figura que la de Serra.

Un segundo desafío se encuentra en la futura coalición de gobierno. Acá jugamos en escenario de que la candidata del PT gane el 31 de octubre, no?

Bueno. Rousseff deberá mantener la misma lógica de coaliciones amplias y sobredimensionadas que le garantizaron a Lula la estabilidad de gobierno necesaria durante los dos mandatos que tuvo (2003-2007 y 2007-2011). De modo que el apoyo de sus socios partidarios, en especial el PMDB (centro), resultará clave.

Las primeras estimaciones auguran que los partidos que apoyan al oficialismo tendrán 52 de 81 miembros en el Senado (62.4%) y 402 diputados sobre 513 (78%).Yendo a lo particular, el PT será el partido con mayor cantidad de diputados (88) de la coalición oficialista, pero será el segundo en el Senado (15 bancas, mientras que 20 tendrá su socio PMDB).

No todo es color de rosa. Paremos la pelota. Rousseff debe tener en cuenta que le resultará difícil distribuir los ministerios entre, aproximadamente, 8 y 10 partidos políticos (siempre que se respete la coalición que sustentó a Lula en su último mandato). Esto es lo más importante: los últimos cuatro años, el PT concentró más de la mitad de las carteras ministeriales con menos diputados que el PMDB, que apenas tenía el 20% de esos cargos. Habrá que ver si sus socios mayoritarios se bancan un segundo lugar en el Gabinete contando con mayoría en el Senado.

¿Por qué digo esto? Por dos razones. Primero, porque los partidos políticos brasileros son, mayormente, office-seekers, es decir, que tienen como motivación primordial conseguir cargos públicos y no solamente participar en contiendas electorales. Segundo, porque la disciplina partidaria es de las más bajas de América Latina (merced del sistema electoral y del sistema de partidos) y los pases de bloque a bloque y de oficialismo a oposición son comunes. Por eso las coaliciones de gobierno brasileras suelen ser sobredimensionadas.

De modo que las cosas no serán fáciles, ni en el próximo mes ni en los anteriores a que asuma el mandato. Siempre pensando que Dilma será quien gane, no? Más errores no deberían cometer.

Cuestión, que las cosas allá también son parecidas. Las instituciones constriñen y los actores actúan. Eso es lo lindo. Gracias Leviatán.

4 comentarios:

  1. Muy buen panorama. Es interesante comparar como el juego de pases de Legisladores de un partido a otro es una práctica habitual en el Brasil, mientras que en la Argentina suele ser fuertemente cuestionada por la sociedad y, en especial, por los propios Partidos, lo que les brinda una herramienta más de cohesión interna.

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  2. Gracias por tus comentarios Javier. Coincido totalmente en lo que decís respecto a la cohesión interna partidaria en Argentina.

    Un punto que no mencioné pero que explica en gran medida ese comportamiento es el particular sistema electoral que tienen en Brasil y que ha llevado a varios "brasileirólogos" a considerar su sistema partidario como uno de los menos institucionalizados. Eso hace que sea aceptado: así son las reglas.

    Bajo el "lulismo", creo, la indisciplina partidaria no fue tan alta como en años anteriores. Si hubo pases de legisladores, por algo la coalición siempre empieza sobredimensionada.

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  3. Muy buen análisis, muy instructivo también. Como veo que los últimos escritos son internacionales, creo que sería interesante poder leer algo sobre el resultado de las elecciones legislativas en Venezuela o el intento de golpe (¿o auto-cripto-golpe?) de Ecuador.
    Hacía mucho que no entraba al Leviatán, se ha depurado el estilo y el análisis se ha hecho más agudo. Felicitaciones!

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  4. Muchas gracias por tus comentario. Me diste buenas ideas para la próxima nota. Estoy pensando también en algo sobre Chile, Scioli o los peligros "de imagen presidencial" del posible veto al 82% móvil. Estará entre esos.

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