América
Latina anda inquieta en las últimas semanas. Un poco agitada. Nerviosa. Motivos
no faltan: desde el momento en que le diagnosticaron una grave enfermedad al
Presidente venezolano Hugo Chávez los ánimos se caldearon.
La
importancia de Venezuela en la política, la economía y las relaciones
internacionales de la región es de tal magnitud que la caldera, hoy en día, es
tanto interna como externa. Juicios de valor aparte, esa es la realidad. Esta
centralidad del proceso político venezolano obliga, entonces, a que discutamos
un poco el mañana. Y el pasado mañana. ¿Qué podría pasar con el (Post)Chavismo?
Primero,
un diagnóstico. El Chavismo puede ser caracterizado hoy en día como un 1)
movimiento político cívico-militar estructurado en torno al Partido Socialista
Único de Venezuela y sustentado por diversos partidos y actores políticos
aliados menores; 2) con un ejercicio del poder altamente personalista y
centralizado en la figura dinamizadora y “encantadora” de su líder Hugo Chávez;
3) fuertemente populista en su vínculo con militantes y electores; y 4)
sustentado en un discurso que entremezcla contenidos nacionalistas y marxistas-socialistas.
Esta
escueta descripción es, hoy en día, un arma de doble filo. Por un lado, es el
motivo, la causa y la justificación del éxito y supervivencia del Chavismo en
Venezuela, con sucesivas e ininterrumpidas victorias electorales desde 1999.
Esa fortaleza es la que le ha permitido producir semejante cambio radical en el
proceso político Venezuela. Bien podría atreverse uno a decir que Chávez será a
Venezuela lo que Perón fue a la Argentina. Habrá un antes y un después de
Chávez, tanto en la política como en la sociedad venezolanas.
Por
otro lado, las particularidades mencionadas pueden ser el caldo de cultivo de
futuros y potencias problemas. En concreto: la unidad y disciplina mencionadas esconden
ciertas diferencias subterráneas en el Chavismo, en general, y en el PSUV, en
particular. La centralización del proceso de toma de decisiones en la figura de
Hugo Chávez ha llevado a que numerosos dirigentes de segundas líneas y “estrellas
en ascenso político” en el movimiento hayan sido relegadas con el paso del
tiempo. Ya sea por ¿fortuna? de la coyuntura o por estratégica decisión del
líder.
La falta
de un sucesor natural y el nuevo escenario de posible ausencia prolongada de
Chávez aceleraron los tiempos y obligan a preguntarse por la sucesión del poder
real (y futuro). Es en la solapada/latente/previsible disputa entre Nicolás
Maduro (Vicepresidente Electo y anterior Canciller venezolano) y Diosdado
Cabello (Presidente de la Asamblea Nacional) donde debemos concentrarnos.
Las
diferencias, claro, son tanto ideológicas como de intereses materiales concretos.
Primer encontronazo: mientras que Maduro representa el ala más cercana a La
Havana, Cuba y el marxismo-socialismo, Cabello se acerca más a la línea
nacionalista. Segundo encontronazo: Maduro se apoya fuertemente en movimientos
sociales y políticos civiles, mientras que a Cabello se lo asocia a los
militares venezolanos (importante y poderoso sector) y a la ya famosa (casi de
película) “boliburguesía” local. Partidazo.
Las
diferencias no son menores, sobre todo considerando la naturaleza policlasista
de un movimiento político que, como bien se mencionó, depende en gran medida de
la capacidad movilizadora de su líder. Si es en Chávez en donde se sintetizan
hoy en día las diferencias y disputas de poder, éstas podrían hacerse latentes,
externas y “públicas” el día de mañana.
A
futuro cabe preguntarse si el partidazo terminará en empate y distribución del
poder institucional entre los sub-actores del Chavismo, o si, en cambio, uno de
los dos ganará. Si es por goleada, puede haber cierta dosis circunstancial de paz
política y social. Si es por la mínima, puede ser extremadamente peligroso para
la estabilidad política y democrática de Venezuela. Sencillamente porque los
dos (tres, cuatro, cinco o cuantos sean) sub-sectores del Chavismo se
convertirán en actores con fuerte capacidad de veto.
Último
comentario. El movimiento formado por Chávez contiene un fuerte y poderoso
componente en los militares que apoyan el proceso revolucionario. Están
dotados, además de poder real, de importantes cargos institucionales como son,
por ejemplo, cerca de la mitad de las gobernaciones (ganadas electoralmente por
militares hace unos meses). Cualquier propuesta política que pueda afectar los
intereses materiales de este sector puede derivar en conflictos de consecuencias
graves. Ello dependerá de 1) la capacidad de Maduro y Cabello de alcanzar
sólidos acuerdos y de 2) quien primero pueda capitalizar para sí mismo la
herencia y el liderazgo del Post-Chavismo.
Porque,
por lo general, los liderazgos no son compartidos. Y los partidos de base
cívica-militar no suelen ser la mejor combinación para resolver conflictos y
crisis políticas a través de las instituciones.
Para
que América Latina se calme.
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