Seguimos
con algunas ideas sobre #CoalicionesMultinivel en El Estadista (edición impresa Nº 114). Ya habíamos hablado
sobre coaliciones no peronistas acá y sobre las peronistas por acá. Ahora vamos a un punto medio: Mauricio
Coalición y Sergio Coalición. Muy parecidos pero para nada cerca.
Primos
(pero no hermanos)
Mauricio y Sergio están
corriendo en andariveles separados. Aunque están pegados. Tienen la misma meta
en mente. Parten desde lugares similares. Ambos quieren llegar a Balcarce 50.
Mauricio solo tiene que cruzar la Plaza desde Bolívar 1. Sergio, recorrer el
Río desde Tigre.
Mauricio es Macri. Sergio es
Massa. Y tiene más en común de lo que
aparentan. Ambos son dirigentes políticos personalistas con proporciones
similares de adhesión pública (según las encuestas). Han emprendido la
construcción de Propuesta Republicana (PRO) y el Frente Renovador (FR),
respectivamente, sustentados en su propio y único liderazgo carismático. Estas estructuras
partidarias, por su parte, están integradas por segundas, terceras y cuartas
líneas de dirigentes que anteriormente tenían camisetas con otros colores y
líderes con otros nombres. Solo los diferencia el tiempo. Macri empezó hace 12
años. Massa, hace 2.
Pero hay una similitud más llamativa:
ambos necesitan de coaliciones electorales amplias para comprar pintura rosada
para su oficina. Esto se desprende casi naturalmente del tipo de acuerdo
político que necesitan construir en los 6 meses restantes que quedan de
carrera. Sus coaliciones electorales necesitan y tienen (al momento de escribir
estas líneas) tres componentes centrales.
Lo primero es que tienen que
convertirse en multinivel. Ya conversamos anteriormente
sobre este punto, pero lo refrescamos. Las coaliciones tienen
que ser 1) acuerdos entre partidos políticos que 2) buscan concretar objetivos
comunes, 3) invierten sus propios recursos para hacerlo y 4) se distribuyen los
beneficios de lo logrado. En un sistema político como el argentino, tienen que
sumar un 5º elemento: tienen que conformarse, competir y presentar candidatos para
una multiplicidad de niveles de gobierno (nacional, provincial y municipal) y
en cada una de las 23 provincias, en una ciudad autónoma y en más de 2.100
municipios.
Mauricio y Sergio tienen que
trasladar su popularidad personal desde el último concejal hasta el primer
gobernador. Y llegar desde el pueblo más chico hasta la ciudad o el municipio
más poblado. En 6 meses.
El segundo componente es que
la construcción de esas coaliciones sigue una lógica de penetración territorial.
PRO y FR nacen en grandes centros urbanos, desde los cuales tienen que
extenderse hacia el resto de las provincias y ciudades del país. Buscan abarcar
la mayor cantidad de territorio político posible. Y exportar sus modelos de
gestión hacia otras regiones. La Ciudad de Buenos Aires y Tigre son el Cabo
Cañaveral presidencial.
El tercer elemento es que son
coaliciones más bien heterogéneas. Tanto Macri como Massa se apoyan en estructuras
partidarias ya existentes allí donde encuentran concordancia de objetivos
políticos. Estas estructuras responden, mayormente, a dirigentes opositores (challengers) que desafían a los oficialismos provinciales (incumbents), generalmente peronistas.
Pero donde no hay tal
estructura creada y a disposición, como ocurre en algunos municipios del
Conurbano Bonaerense, la estrategia es inventar candidatos propios: figuras de
renombre del mundo del espectáculo, el deporte y los medios.
Nueva política. Nuevos
políticos. Y viejas estructuras. Coaliciones heterogéneas.
Los
límites
Estas similitudes, sin
embargo, fijan sus propias limitaciones. El primer problema es que los segundos
compiten entre sí, no contra el primero. Macri y Massa son los dos
precandidatos presidenciales que mejor miden en las encuestas. Son los dos
opositores reconocidos al oficialismo nacional. Son los dos segundos. Son los
dos que buscan entrar al ballotage. Y
es un problema de pura coordinación electoral.
El segundo problema es que
compiten por las mismas estructuras partidarias provinciales. Mauricio está
cerca de cerrar acuerdos con la Unión Cívica Radical (UCR) en Entre Ríos,
Chubut, Córdoba, La Pampa y Mendoza, y con múltiples partidos en Neuquén.
Sergio hace lo propio con los radicales de Jujuy y Tucumán. Pero ambos pelean
(no comparten) candidatos en Chaco, Corrientes, Formosa, La Rioja y Santa Cruz.
Estas divergencias potencian el primer problema. Y lo acrecientan.
El tercer problema derrama
naturalmente del anterior. El segundo lugar en la carrera genera actualmente
fuertes tironeos en la UCR para elegir a cuál primo acompañar. Ya es una
figurita repetida: el radicalismo es
el único partido con presencia territorial en cada distrito en el cual vuelve a
escasear un candidato presidencial competitivo, lo cual genera presiones
internas para apoyarse en un outsider
y sobrevuela el riesgo de fractura. Un más y van…varias.
El cuarto problema es que las
coaliciones de Mauricio y Sergio apuntan al mismo electorado. El discurso de férrea
oposición al Gobierno Nacional con buena capacidad de gestión y mucha cercanía
al ciudadano promedio cala hondo en gran parte de los electores argentinos, tanto
nacionales como provinciales. Pero los divide. Y la división no gana
elecciones.
Dos
posibles resoluciones
Un simple recordatorio puede
servir para encontrar una salida a los cuatro problemas. En las elecciones
presidenciales de 2007 se conformaron dos coaliciones electorales opositoras,
también multinivel pero menos heterogéneas: Confederación Coalición Cívica
(Carrió-Giustiniani) y Concertación Una Nación Avanzada (Lavagna-Morales).
Ambas estructuraron un mensaje similar. Pero en aquellas provincias donde la
primera ganó votos, la segunda los perdió y viceversa. El Frente Para la
Victoria tuvo todo servido en bandeja de plata.
Mauricio y Sergio pueden
aprender. El que llega segundo antes del cierre para presentar las listas,
compra pintura rosada. El que viene detrás, cruza a la Plaza de los dos
Congresos y se sienta en el sillón del Senado.
Pero son primos. Y no
quieren ser hermanos.
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