Pasaron algunas semanas. Lo
que pasa es que en el medio vino #SAAPUNCuyo215 y
bueno: se llevó todo puesto. Hasta a Leviatán. Con Doña Rosa.
Volviendo al ruedo,
recordamos subir una nota que los amigos de Bastión Digital tuvieron el agrado de
subirla a su sitio acá.
Luego de eso, hizo algo
de ruido (y sobraron nueces).
Para los que no se
aburrieron con esos dos primeros intentos, acá va la tercera. La vencida.
Habemus
sistema (Sartori tranquilo)
La Ciudad de Buenos Aires
siempre ha sido un distrito rara avis
en la política argentina. Los porteños siempre votaron distinto. Nunca
quisieron al peronismo. Siempre algún partido de izquierda new age gana algunos votos de más y cosecha un puñado de bancas. Las
etiquetas partidarias mutan constantemente, aunque los bloques ideológicos se mantienen.
Y cada tanto aparecen nuevos actores que quieren jugar a ser políticos, pero
que les cuesta construir partidos.
Con todo ese cocktail
explosivo, no hay sistema que aguante ni se sostenga. Pero, una vez más, los
porteños (políticos y ciudadanos) revierten el vox populi cotidiano: en la Ciudad de Buenos Aires se ha
normalizado, finalmente, un sistema de partidos con características propias.
¿Cuáles?
La
evolución de la competencia
El Gráfico Nº 1 nos da las
primeras pinceladas. Como bien puede apreciarse, desde la autonomía lograda en
1996 y hasta mediados de década (2005-2007) la cantidad de competidores
efectivos (medido por Número Efectivo de Partidos -NEP-[1]) en la Ciudad de Buenos
Airs aumentó sostenidamente. Esto puede verse de manera más marcada en el
aumento de los niveles en la competencia legislativa para cargos locales
(Legisladores CABA) y nacionales (Diputados y Senadores). Si bien en la
competencia por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad el aumento es menos
marcado, es igualmente relevante. Si efectivamente 4 políticos tienen chances y
reciben la confianza para sentarse en Bolívar 1, hay problemas: solo uno entre
en el asiento.
Gráfico
Nº 1. Evolución del Número Efectivo de Partidos (NEP) para Jefe
de Gobierno, legisladores locales y legisladores nacionales. CABA, 1996-2015.
A partir de 2005-2007, sin
embargo, todo se tranquiliza un poco. Tanto en la competencia legislativa como
en la ejecutiva los valores de NEP se acercan a 3 partidos efectivos, apenas
trepando por encima del 4 en algunas pocas elecciones. Más importante aún, el
NEP para legisladores locales y para Jefe de Gobierno tiene valores (casi)
idénticos en todas las elecciones celebradas desde 2007 hasta la fecha.
Sorpresivamente (o no) esto
coincide con las recurrentes victorias de PRO en el distrito. Al fin y al cabo,
es su distrito. Ocurre que desde la consolidación de un oficialismo sólido y
victorioso, los demás partidos se han ido acomodando a la competencia,
generando una dinámica competitiva con un partido fuerte (PRO) y entre 3 y 4
partidos desafiantes que buscan destronarlo (FPV, Proyecto Sur, UNEN, ECO y
contando). Los electores, por su parte, han dejado de apostar a opciones
políticas atrevidas y cómicas. Se han tranquilizado. Sartori[2], contento.
Si no, observemos la Tabla
Nº 1. Ahí se listan la totalidad de las fórmulas ejecutivas y listas
legislativas que compitieron en cada una de las elecciones locales celebradas
desde la autonomía. Podemos destacar dos características. Primero, que la
crisis del 2001 disparó la vocación de muchos actores de convertirse en
políticos, tal como ya mencionamos. Segundo, que con el correr de los años esas
ansias de campaña electoral fueron disminuyendo; más aún cuando coinciden
elecciones ejecutivas y legislativas. Las PASO de este año volvieron a
alimentarlas por un rato: pareciera ser que se necesitan tres vueltas
electorales para descartar experimentos políticos atrevidos.
Tabla
Nº 1. Total de competidores en elecciones locales (Jefe y
Vicejefe de Gobierno y legisladores), 1996-2015.
Fuente:
elaboración propia en base a Andy
Tow,
Justicia Electoral
CABA
y Elecciones 2015 CABA. En
negrita se resaltan los valores más altos.
Ganadores,
perdedores y ballotages
Otro elemento propio de la
política porteña ha sido la recurrente y tan menospreciada segunda vuelta
electoral (ballotage) para definir al
ganador de la competencia ejecutiva. La Tabla Nº 2 resume todas las elecciones
ejecutivas desde la autonomía hasta la fecha.
Tabla
Nº 2. Resultados de la competencia ejecutiva con primera y
segunda vuelta en CABA, 1996-2015.
En cada una de las
elecciones celebradas desde 1996 hasta la fecha, el partido que accedió a
gobernar desde Bolívar 1 lo hizo obteniendo más de 750.000 votos y con la
confianza de al menos un tercio de los electores porteños en la primera vuelta.
No se dieron ambas condiciones en elección del 2003, la única en la cual el
perdedor de la primera vuelta revirtió el resultado en la segunda y obtuvo la
victoria. Mismo Jefe de Gobierno que fue el único depuesto por Juicio Político
en la ciudad. Misma fecha a partir de la cual se comienzan a calmar las aguas
del sistema.
El otro elemento destacado
es la consolidación del PRO como oficialismo fuerte en el distrito. Desde la
primera elección en la cual se presentó, el sui
generis partido creado bajo el liderazgo de Mauricio Macri no paró de
aumentar su caudal electoral. El aparato local tiene, sin dudas, varias
ventajas: gobernar la Ciudad de Buenos Aires le ha permitido a PRO alcanzar
cierto grado de institucionalización que no se ha visto en otros partidos
porteños surgidos post crisis partidaria del 2001. Como bien dice Andrés
Malamud, desde esa fortaleza hacia afuera y cruzando la General
Paz.
Pero hay un obligado llamado
de atención. Este sostenido crecimiento solo se frenó en la elección celebrada
en este año, donde la fórmula Rodríguez Larreta - Santilli perdió unos 4.000
votos respecto de la elección celebrada en 2011. Tomen nota: algo de eso se ve en
el ballotage del domingo pasado.
¿Cómo
sigue la historia?
Los sistemas se construyen
con partes. Los sistemas de partidos, con partidos. Si éstos merman el apoyo
electoral y desaparecen como organizaciones, el sistema se desarma. Y Sartori
se inquieta.
El primer desafío corre por
cuenta de PRO. Tiene que sobrevivir a la transición que implica que su líder
fundador deje el máximo cargo gubernamental (sin saber que puede pasar en
octubre/noviembre de este año) y sea reemplazado por otro dirigente. Rodríguez
Larreta tiene que llenar los zapatos de Mauricio Macri. Y contentar a todos en
la zapatería. Cuatro años en la ciudad con un nuevo líder (¿local?) representan
el próximo examen de unidad para PRO.
El segundo desafío viene por
parte de los partidos desafiantes. Concretamente, de UNEN/ECO y del FPV. El
primero tiene que lograr (de una vez por todas) institucionalizar la coalición
con todos sus integrantes adentro y consensar un liderazgo que desee hacer pie
con fuerza en el distrito. Apostar a lo local y a la Ciudad puede ser una buena
estrategia a futuro. Lousteau debería leerlo de esa manera. Algo que no supo
hacer Pino Solanas.
En cuanto al segundo,
dependerá de lo que ocurra a nivel nacional. Tanto el resultado de Daniel
Scioli en la competencia presidencial como la dinámica interna que adquiera la
coalición FPV post 11 de diciembre del corriente año definirán si se mantienen
esas siglas o si vuela por los aires y solo sobrevive el PJ.
Salvo una catástrofe
política. Ahí vuelve el baile de las aventuras políticas cómicas.
[1] El Número Efectivo de Partidos (NEP)
calcula la cantidad de partidos que son “verdaderamente” competitivos tomando
en cuenta el porcentaje de votos que obtiene cada uno en una elección
determinada y en un distrito particular. El índice arroja un valor que no es
necesariamente un número entero, cuyo resultado es la ponderación de cada
partido político a partir de los votos que obtiene.
[2] La referencia/homenaje es hacia Giovanni Sartori,
reconocido politólogo italiano y especialista en el estudio de los sistemas de
partidos en las democracias modernas. Especialmente preocupado por indagar
sobre aquellos sistemas que mejor contribuyen a la estabilidad democrática.
[3] Los datos de la segunda vuelta son
los informados en el escrutinio provisorio con el 99,99% de las mesas
escrutadas.
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