19 agosto 2015

#BastiónDigital Habemus sistema (Sartori tranquilo)

Pasaron algunas semanas. Lo que pasa es que en el medio vino #SAAPUNCuyo215 y bueno: se llevó todo puesto. Hasta a Leviatán. Con Doña Rosa.
Volviendo al ruedo, recordamos subir una nota que los amigos de Bastión Digital tuvieron el agrado de subirla a su sitio acá. Luego de eso, hizo algo de ruido (y sobraron nueces).
Para los que no se aburrieron con esos dos primeros intentos, acá va la tercera. La vencida.

Habemus sistema (Sartori tranquilo)

Facundo Cruz (Politólogo, Docente Universidad de Buenos Aires, @facucruz)

La Ciudad de Buenos Aires siempre ha sido un distrito rara avis en la política argentina. Los porteños siempre votaron distinto. Nunca quisieron al peronismo. Siempre algún partido de izquierda new age gana algunos votos de más y cosecha un puñado de bancas. Las etiquetas partidarias mutan constantemente, aunque los bloques ideológicos se mantienen. Y cada tanto aparecen nuevos actores que quieren jugar a ser políticos, pero que les cuesta construir partidos.

Con todo ese cocktail explosivo, no hay sistema que aguante ni se sostenga. Pero, una vez más, los porteños (políticos y ciudadanos) revierten el vox populi cotidiano: en la Ciudad de Buenos Aires se ha normalizado, finalmente, un sistema de partidos con características propias.

¿Cuáles?

La evolución de la competencia

El Gráfico Nº 1 nos da las primeras pinceladas. Como bien puede apreciarse, desde la autonomía lograda en 1996 y hasta mediados de década (2005-2007) la cantidad de competidores efectivos (medido por Número Efectivo de Partidos -NEP-[1]) en la Ciudad de Buenos Airs aumentó sostenidamente. Esto puede verse de manera más marcada en el aumento de los niveles en la competencia legislativa para cargos locales (Legisladores CABA) y nacionales (Diputados y Senadores). Si bien en la competencia por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad el aumento es menos marcado, es igualmente relevante. Si efectivamente 4 políticos tienen chances y reciben la confianza para sentarse en Bolívar 1, hay problemas: solo uno entre en el asiento.

Gráfico Nº 1. Evolución del Número Efectivo de Partidos (NEP) para Jefe de Gobierno, legisladores locales y legisladores nacionales. CABA, 1996-2015.

Fuente: elaboración propia en base a Andy Tow, Justicia Electoral CABA y Elecciones 2015 CABA.

A partir de 2005-2007, sin embargo, todo se tranquiliza un poco. Tanto en la competencia legislativa como en la ejecutiva los valores de NEP se acercan a 3 partidos efectivos, apenas trepando por encima del 4 en algunas pocas elecciones. Más importante aún, el NEP para legisladores locales y para Jefe de Gobierno tiene valores (casi) idénticos en todas las elecciones celebradas desde 2007 hasta la fecha.

Sorpresivamente (o no) esto coincide con las recurrentes victorias de PRO en el distrito. Al fin y al cabo, es su distrito. Ocurre que desde la consolidación de un oficialismo sólido y victorioso, los demás partidos se han ido acomodando a la competencia, generando una dinámica competitiva con un partido fuerte (PRO) y entre 3 y 4 partidos desafiantes que buscan destronarlo (FPV, Proyecto Sur, UNEN, ECO y contando). Los electores, por su parte, han dejado de apostar a opciones políticas atrevidas y cómicas. Se han tranquilizado. Sartori[2], contento.

Si no, observemos la Tabla Nº 1. Ahí se listan la totalidad de las fórmulas ejecutivas y listas legislativas que compitieron en cada una de las elecciones locales celebradas desde la autonomía. Podemos destacar dos características. Primero, que la crisis del 2001 disparó la vocación de muchos actores de convertirse en políticos, tal como ya mencionamos. Segundo, que con el correr de los años esas ansias de campaña electoral fueron disminuyendo; más aún cuando coinciden elecciones ejecutivas y legislativas. Las PASO de este año volvieron a alimentarlas por un rato: pareciera ser que se necesitan tres vueltas electorales para descartar experimentos políticos atrevidos.

Tabla Nº 1. Total de competidores en elecciones locales (Jefe y Vicejefe de Gobierno y legisladores), 1996-2015.


 Fuente: elaboración propia en base a Andy Tow, Justicia Electoral CABA y Elecciones 2015 CABA. En negrita se resaltan los valores más altos.
  
Ganadores, perdedores y ballotages

Otro elemento propio de la política porteña ha sido la recurrente y tan menospreciada segunda vuelta electoral (ballotage) para definir al ganador de la competencia ejecutiva. La Tabla Nº 2 resume todas las elecciones ejecutivas desde la autonomía hasta la fecha.

Tabla Nº 2. Resultados de la competencia ejecutiva con primera y segunda vuelta en CABA, 1996-2015.


Fuente: elaboración propia en base a Andy Tow.

En cada una de las elecciones celebradas desde 1996 hasta la fecha, el partido que accedió a gobernar desde Bolívar 1 lo hizo obteniendo más de 750.000 votos y con la confianza de al menos un tercio de los electores porteños en la primera vuelta. No se dieron ambas condiciones en elección del 2003, la única en la cual el perdedor de la primera vuelta revirtió el resultado en la segunda y obtuvo la victoria. Mismo Jefe de Gobierno que fue el único depuesto por Juicio Político en la ciudad. Misma fecha a partir de la cual se comienzan a calmar las aguas del sistema.

El otro elemento destacado es la consolidación del PRO como oficialismo fuerte en el distrito. Desde la primera elección en la cual se presentó, el sui generis partido creado bajo el liderazgo de Mauricio Macri no paró de aumentar su caudal electoral. El aparato local tiene, sin dudas, varias ventajas: gobernar la Ciudad de Buenos Aires le ha permitido a PRO alcanzar cierto grado de institucionalización que no se ha visto en otros partidos porteños surgidos post crisis partidaria del 2001. Como bien dice Andrés Malamud, desde esa fortaleza hacia afuera y cruzando la General Paz.

Pero hay un obligado llamado de atención. Este sostenido crecimiento solo se frenó en la elección celebrada en este año, donde la fórmula Rodríguez Larreta - Santilli perdió unos 4.000 votos respecto de la elección celebrada en 2011. Tomen nota: algo de eso se ve en el ballotage del domingo pasado.

¿Cómo sigue la historia?

Los sistemas se construyen con partes. Los sistemas de partidos, con partidos. Si éstos merman el apoyo electoral y desaparecen como organizaciones, el sistema se desarma. Y Sartori se inquieta.

El primer desafío corre por cuenta de PRO. Tiene que sobrevivir a la transición que implica que su líder fundador deje el máximo cargo gubernamental (sin saber que puede pasar en octubre/noviembre de este año) y sea reemplazado por otro dirigente. Rodríguez Larreta tiene que llenar los zapatos de Mauricio Macri. Y contentar a todos en la zapatería. Cuatro años en la ciudad con un nuevo líder (¿local?) representan el próximo examen de unidad para PRO.

El segundo desafío viene por parte de los partidos desafiantes. Concretamente, de UNEN/ECO y del FPV. El primero tiene que lograr (de una vez por todas) institucionalizar la coalición con todos sus integrantes adentro y consensar un liderazgo que desee hacer pie con fuerza en el distrito. Apostar a lo local y a la Ciudad puede ser una buena estrategia a futuro. Lousteau debería leerlo de esa manera. Algo que no supo hacer Pino Solanas.

En cuanto al segundo, dependerá de lo que ocurra a nivel nacional. Tanto el resultado de Daniel Scioli en la competencia presidencial como la dinámica interna que adquiera la coalición FPV post 11 de diciembre del corriente año definirán si se mantienen esas siglas o si vuela por los aires y solo sobrevive el PJ.

Salvo una catástrofe política. Ahí vuelve el baile de las aventuras políticas cómicas.




[1] El Número Efectivo de Partidos (NEP) calcula la cantidad de partidos que son “verdaderamente” competitivos tomando en cuenta el porcentaje de votos que obtiene cada uno en una elección determinada y en un distrito particular. El índice arroja un valor que no es necesariamente un número entero, cuyo resultado es la ponderación de cada partido político a partir de los votos que obtiene.
[2] La referencia/homenaje es hacia Giovanni Sartori, reconocido politólogo italiano y especialista en el estudio de los sistemas de partidos en las democracias modernas. Especialmente preocupado por indagar sobre aquellos sistemas que mejor contribuyen a la estabilidad democrática.
[3] Los datos de la segunda vuelta son los informados en el escrutinio provisorio con el 99,99% de las mesas escrutadas.

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