El
funcionamiento de las coaliciones en América Latina
Los
amigos de Red Innovación (@Red_innovacion) siempre están
interesados en discutir y conversar sobre (qué otra cosa podría ser) #coaliciones.
Por si no recuerdan, ya nos escrachamos digitalmente hace un tiempo en este
simpático y académico hangout
en vivo. Como nunca paran un segundo, ahora decidieron lanzar su propia
revista: #RedInformación.
Acá
pueden encontrar el número completo.
Nos
invitaron a analizar el funcionamiento de las coaliciones en América Latina,
con casos exitosos y otros más complicados (tipo marido y mujer). Hecha la
intro, en los párrafos siguientes pueden ver el artículo completo. Atentos: hay
una idea interesante que puede extenderse a un paper más académico. Siempre lo
dijimos: la clave no es solo la cantidad sino cómo interactúan entre sí.
Facundo
Cruz (cruzfacu@gmail.com
/ @facucruz)
A fines de la década del ’80
Juan Linz abrió la Caja de Pandora del debate académico. Desafió y afirmó que
el presidencialismo incentivaba la inestabilidad política en la región al
generar juegos políticos de suma cero, y producir conflictos entre poderes
ejecutivos y legislativos de distintos colores partidarios. Desató un infierno.
Sin embargo, los políticos
latinoamericanos olvidaron esa parte del libro. Y sorprendieron: América Latina
se acostumbró durante la década de los ’90 y del 2000 a la construcción de
coaliciones políticas. ¿El principal objetivo? Presidentes minoritarios que
acudían a ampliar sus apoyos legislativos para garantizar la gobernabilidad,
implementar su agenda de gobierno y evitar procesos de destitución (como por
ejemplo, el impeachment).
Numerosas investigaciones
tomaron cuenta de este fenómeno. Grace Ivana Deheza (1998) encontró sobre 123
gobiernos analizados un 56% de gobiernos de coalición. Javier Zelaznik (2001) y
Octavio Amorim Neto (2006) continuaron en una línea similar: el primero detectó
un 51% de coaliciones en 85 países y el segundo un 73% sobre 106 países
analizados. Daniel Chasquetti (2008) hizo lo propio al estudiar 29 coaliciones
en 71 casos estudiados.
Una muestra grande, sin dudas.
Pero, ¿son todas iguales? Esta amplísima base de datos nos obligan a buscar casos
testigos para indagar sobre el (in)correcto funcionamiento de las coaliciones
en América Latina.
Dos
modelos y dos casos
Las coaliciones son
construidas por partidos políticos. Y en tanto organizaciones que construyen y
detentan el poder político, las características que tengan estos partidos
inciden en los acuerdos que estructuren con sus aliados. En América Latina podemos
distinguir y sintetizar entre dos tipos. Por un lado, partidos políticos que
tienen una densa estructura organizativa y raíces sólidas en la sociedad. Por
otro lado, partidos más débiles en términos de organización y con vínculos
débiles con sus representados.
Tendemos a considerar que los
partidos políticos del primer tipo construyen sus coaliciones por afinidades
ideológicas o programáticas: ideas comunes compartidas y defendidas por todos
los integrantes, plasmadas en un plan de gobierno que se lleva a cabo. En
cambio, los partidos del segundo tipo tienden a concentrarse más en la disponibilidad
de distintos recursos públicos que pueden ser distribuidos entre los miembros
del acuerdo en base a cierto criterio político establecido, generalmente, por
el Presidente (el “formateador” de la coalición)[1].
Aquí es donde entran los
casos. Las coaliciones en Chile (principalmente, la Concertación/Nueva Mayoría)
se inscriben en un modelo de gestión interno centrado más en las afinidades
programáticas que en la distribución de recursos públicos. Brasil, en cambio, nos
acostumbró al segundo modelo: tal como indica Daniel
Chasquetti, las coaliciones brasileñas sobrevivieron gracias a las
herramientas institucionales y a los recursos públicos disponibles en manos del
Poder Ejecutivo nacional.
¿Cómo impactan ambos modelos
en la supervivencia de las coaliciones? La clave radica en el gabinete
presidencial y su relación con el Poder Legislativo.
Los
gabinetes de las coaliciones y el Poder Legislativo
Los presidentes son los
responsables de designar sus gabinetes durante el período en que detentan el
cargo. Al momento de formar una coalición, pueden seguir dos caminos posibles:
tomar en cuenta la relación de fuerzas entre los socios en los órganos legislativos
o privilegiar un partido por sobre los demás (generalmente el propio). Amorim
Neto (2006) desarrolló un indicador para evaluar en qué medida el gabinete
presidencial guarda similitud con la distribución de bancas legislativas o si hay
desbalance entre los socios: el grado de
coalescencia. Mientras el indicador se acerque más a 1 más proporcional
será el reparto; mientras más se acerque a 0 menor será la proporcionalidad.
En el Gráfico N° 1 se pueden
ver las 5 coaliciones de gobierno de la Concertación/Nueva Mayoría desde el
retorno a la democracia y las 7 que se construyeron en Brasil desde comienzos
de los ’90. Los 12 casos son ubicados en el gráfico en base al grado de
coalescencia de los gabinetes presidenciales y a la cantidad total de partidos
integrantes (ambos indicadores medidos al momento de asunción del Presidente[2]).
Podemos diferenciar entre dos
grupos: la tranquilidad azul y el terror rojo. Por un lado, las coaliciones de
gobierno chilenas (salvo el caso de Bachelet 2014) se han caracterizado por
incluir menos de 5 socios en sus gabinetes y alcanzar 0.75 o más en su grado de
coalescencia. Por otro lado, las coaliciones brasileñas siempre han tenido 6
socios partidarios o más, y la proporcionalidad en la distribución de las carteras
ministeriales no ha respetado mayormente la relación de fuerzas legislativas
(grado de coalescencia por debajo 0.6 o menor)[3].
¿Por qué esto puede ser un
problema? Por la combinación de determinados factores políticos y económicos. En
situaciones donde hay riesgo de inestabilidad política, crisis económica
creciente y partidos políticos que construyen coaliciones en base a recursos
públicos antes que privilegiar los acuerdos programáticos, los presidentes
encuentran serias dificultades para implementar agendas reformistas, superar
las crisis o, incluso, mantenerse en sus cargos. Frente a esas situaciones, es
clave que los socios de gobierno no sean tantos y, además, se sientan bien
pagados en el gabinete presidencial. El cocktail peligroso puede desatar un
infierno.
No es llamativo, entonces, que
Collor de Mello y Rousseff hayan tenido que pasar por procesos de impeachment iniciados en el Congreso
Nacional. Por su parte, tanto Cardoso como Lula tuvieron que enfrentar
conflictos importantes con legislaturas reacias a promover sus agendas de
gobierno e, incluso, enfrentarse a pedidos de juicio político: ambos tuvieron
que impulsar varias reformas en sus gabinetes para contentar a las fieras
(Amorim Neto 2006 y Chasquetti 2008). Llamado de atención para el actual
gobierno de Bachelet: la primera vez que la Concertación/Nueva Mayoría amplía
el número de socios en el gabinete y ya comienzan a vislumbrarse algunas
tensiones[4].
¿La receta perfecta? No
existe. La solución óptima es un delicado balance entre una cantidad de socios
partidarios estable, que se sientan parte del proceso de toma de decisiones y
que acuerden reglas de convivencia que regulen los (potenciales) conflictos
entre ellos. Si el objetivo es evitar el terror minoritario, entonces
soluciones sobran.
Un matrimonio requiere acuerdos
para funcionar. Sino, a juicio.
Gráfico
N° 1. Grado de colaescencia y cantidad de partidos gabinetes
presidenciales de coalición en Brasil y Chile (1990-2015).
Fuente: elaboración
propia en base a Amorim Neto y Coelho (2008), Skigin (2015), Cruz (2016) y Base de Datos de Gabinetes
Ministeriales, Grupo de Investigación en Ciencia Política “Coaliciones
Políticas en América Latina: Análisis en Perspectiva Multinivel” (Facultad de
Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina).
Bibliografía
consultada
Amorim Neto, Octavio. 2006. Presidencialismo e Governabilidade nas
Américas. Rio de Janeiro: Editora FGV y Konrad Adenauer Stiftung.
Amorim Neto, Octavio y Carlos
Frederico Coelho. 2008. “Brasil en el 2007: el desencuentro entre la economía y
la política”. Revista de Ciencia Política
(Santiago) 28(1): 81-102.
Chasquetti, Daniel. 2008. Democracia, presidencialismo y partidos
políticos en América Latina: Evaluando la “difícil combinación”. Montevideo:
Ediciones CAUCE, Facultad de Ciencias Sociales (Universidad de la República,
Uruguay) y Comisión Sectorial de Investigación Científica.
Cruz, Facundo. 2016. “Volatilidad y
competitividad electoral en América Latina. Un estudio exploratorio de seis
sistemas partidarios”. Revista Colección,
N° 26.
Deheza, Grace Ivanna. 1998.
“Gobiernos de coalición en el sistema presidencial: América del Sur”. En El presidencialismo renovado. Instituciones
y cambio político en América Latina, editado por Dieter Nohlenr y Mario
Fernández B, 151-169. Caracas: Ediciones Nueva Sociedad.
Skigin, Natan. 2015. “Coaliciones
al poder: distribución de cargos y dinámica de gobierno. El caso de la
concertación de Chile”. Trabajo presentado en XII Congreso Nacional de Ciencia
Política, organizado por Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP) y
Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo), Mendoza, Argentina, 12 al 15 de agosto.
Zelaznik, Javier. 2001. “The Building of Coalitions in
the Presidential Systems of Latin America: An Inquiry into the Political
Conditions of Governability”, Tesis Doctoral sin publicar, Department of
Government, University of Essex.
Facundo
Cruz
(@facucruz) es Licenciado en Gobierno y Relaciones Internacionales
(UADE), Magíster en Análisis, Derecho y Gestión Electoral (UNSAM) y Doctorando
en Ciencia Política (UNSAM). Becario Doctoral Tipo I (CONICET) y docente de la
Universidad de Buenos Aires (UBA). Co-dirige el Grupo de Investigación en
Ciencia Política “Coaliciones Políticas en América Latina: Análisis en
Perspectiva Multinivel” (Facultad de Ciencias Sociales, UBA, http://www.coalicionesgicp.com.ar) y el Observatorio de Redes (http://ar.bastiondigital.com/observatorio-de-redes/nace-el-observatorio-de-redes). Ha publicado y presentado diversos trabajos en congresos
académicos nacionales e internacionales sobre las coaliciones electorales y de
gobierno, los partidos políticos, las reglas electorales, las instituciones de
gobierno y los mecanismos de financiamiento partidario. Edita regularmente el
blog El Leviatán a Sueldo.
[1] El criterio de
construcción programático y el de recursos públicos no son necesariamente
contradictorios u opuestos. De hecho, generalmente las coaliciones combinan
ambas estrategias. El argumento sí reconoce que algunos modelos tienden a
privilegiar uno sobre el otro.
[2] No se toman en cuenta
los cambios de gabinetes en cada una de esas presidencias por motivos de
espacio.
[3] Los casos de Collor de
Mello 1990 y Rousseff son los outliers:
el primero por tener el grado de coalescencia más bajo al iniciar su mandato
(0.39) y la segunda por la alta cantidad de socios incluidos en el gabinete
cuando asumió su segundo período (10 en total).
[4] “Jefe de bancada de DC
Fuad Cháin sentencia: ‘La Nueva Mayoría se acabó’”, Diario El Dínamo, 3 de junio de 2016. Disponible en http://www.eldinamo.cl/nacional/2016/06/03/fuad-chahin-la-nueva-mayoria-se-acabo-dc. “Patricio Melero: ‘La
Nueva Mayoría es un proyecto político que llegó a su fin’”, CNN Chile, 4 de junio de 2016.
Disponible en http://www.cnnchile.com/noticia/2016/06/04/patricio-melero-la-nueva-mayoria-es-un-proyecto-politico-que-llego-a-su-fin.
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