13 abril 2011

Las decisiones peronistas de la UCR

La semana pasada asistimos a una novedad política. Sí, leen bien. Lo que parecía mentira en año electoral y con las peleas de siempre siendo tapa de diarios, al final ocurrió. Venía algo aburrido el tema. El oficialismo sigue jugando a la incógnita, algunos candidatos presidenciales comienzan a lanzarse, todavía estamos huérfanos de programas de gobierno y a los medios les gusta jugar a ser armadores electorales.

¿Qué paso entonces? Algo nuevo, aggiornado, pocas veces visto antes. Sí, lo que menos esperábamos: la UCR se cerró hacia adentro, privilegió el centralismo decisor y ungió único candidato oficial del partido a Ricardo Alfonsín. El partido de la democracia interna y la discusión constante prefirió el dedazo (como dicen los estudiosos al referirse a la selección de candidatos a dedo sin debate o discusión interna).

Igual a no alarmarse. No fue de la noche a la mañana que la UCR se volvió Peronista. Fueron largos meses, largas peleas y largas discusiones de café, de comité y entre dirigentes para finalmente derivar en una única candidatura.

Primero, un breve racconto de esos meses. Tal cual comentamos en otra oportunidad, algunos partidos políticos opositores (entre ellos, y sobre todo, la UCR) habían comenzado a pensar en la posibilidad de definir sus candidaturas por medio de sus propias reglas, con el objetivo de saltar la trampa de las primarias del 14 de agosto y quitarle importancia a una reforma aprobada por el kirchnerismo, pero rechazada por la mayoría de la oposición.

Con la idea fija, Ricardo Alfonsín (RA) y Ernesto Sanz (otrora Presidente del partido por consenso) acordaron elecciones internas propias para fines de abril para a) medir fuerzas y sumar voluntades dentro de la UCR, b) presionar a Julio Cobos para que participe o, sino, que desista hasta agosto, y c) reavivar el amor popular por el partido de la discusión. Sólo se cumplieron a) y b); c) quedó para la próxima.

Pero el coqueteo democrático interno tan sólo duró algunas semanas. Sanz decidió bajarse de la elección por él mismo convocada, ante la imposibilidad de competir contra el apellido (y la simpatía que despierta) Alfonsín, y Cobos se mantuvo en su postura de esperar hasta agosto, respetando el cronograma nacional. Alfonsín, desolado.

Y mientras la UCR se vanagloriaba de contar con tres presidenciables (cuando otros apenas tienen uno indeciso), ahora queda tan sólo uno. Alfonsín hizo sentir el peso de su figura, el apoyo de algunos aliados externos y el recuerdo de su padre, y el Comité Nacional lo proclamó único candidato presidencial. Los demás, fuera de carrera. Decisión peronista.

Pero, ¿es beneficioso o perjudicial para la UCR? Beneficioso, en varios aspectos. En primer lugar, tanto debate interno estaba comiendo por dentro al partido. Los tres candidatos tironeaban por sumar más dirigentes, legisladores, funcionarios provinciales y referentes locales a sus equipos. Situación que luego hizo prácticamente imposible impedir el pase de facturas internas.

En segundo lugar, ese debate interno debilitaba externamente la imagen del partido. Lo que comenzó siendo como un principio partidario que fomentaba la democracia y el debate hacia adentro, terminó siendo un estigma social y germen de desconfianza. Como si fuera una cadena: se pelean, discuten, no acuerdan, llegan, gobiernan?, no duran y se van. A veces a las apuradas.

En tercer lugar, evita que se tripliquen esfuerzos y se superpongan propuestas. Con tres pre-candidatos presidenciales, acompañaban tres posibles gabinetes, tres equipos técnicos, tres grupos de operadores, tres asesores de campaña, tres…de todo. Ahora, la UCR podrá concentrarse en un único candidato y armar un único programa de gobierno.

Que, a la larga, es lo que falta. Unir y no separar. Privilegiar la llegada al gobierno y no discutir internamente. Con esto no quiero decir que RA sea el mejor candidato presidencial de la UCR. Pero sí que se eligió un buen camino.

Ser más peronistas en las decisiones tal vez ayude. Tal vez.

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