09 diciembre 2013

#EleccionesLatinoamericanas. “Gusto a poco”: Bachelet frente a la estabilidad electoral chilena

Acá les dejo la nota publicada en El Estadista en su última edición digital e impresa (Nº 91). Ya habíamos hablado un poco de volatilidad y competitividad en varios países latinoamericanos (acá 1 y acá 2). Ahora solo hablemos de Chile: le sumamos a los índices conocidos algo de NEP y de "mayorías" legislativas. Festival de datos.

“Gusto a poco”: Bachelet frente a la estabilidad electoral chilena
Facundo Cruz[1]

Ganar con una amplia ventaja en elecciones presidenciales cuyo resultado las encuestas auguraban con altísimo optimismo puede ser un arma de doble filo. Primero porque no vencer por la mayoría absoluta de los votos obliga a la candidata/a vencedor/a a esperar unos meses para ungirse Presidente en una segunda vuelta. Segundo porque esa ventaja amplia y cómoda no siempre se reproduce en las dos cámaras de un congreso.

Si señores. En sistemas presidenciales no siempre tener el ancho de espadas gana la partida. También se necesitan bastos (y espadas) en el Congreso Nacional. De los buenos.

Michelle Bachelet no estuvo exenta de estas limitaciones políticas en las elecciones generales celebradas en Chile hace unas semanas. Más aún: los comicios no modificaron mucho los patrones de comportamiento electoral ni los alineamientos políticos que han caracterizado al trasandino país los últimos 30 años.

¿Cómo?

La estabilidad con (pequeños) cambios

Rompamos algunos preconceptos que circularon. Tanto la Concertación como Bachelet compitieron en un escenario político-electoral estable y sin grandes alteraciones registradas durante las últimas décadas. Hasta podríamos llegar a decir (casi) congelado. Si observamos el Gráfico Nº 1 podemos ver cómo la volatilidad electoral se ha mantenido constante en este tiempo. Hay cierto congelamiento político. Tan solo 1 de cada 4 chilenos ha cambiado de candidato presidencial en elecciones consecutivas, mientras que en la Cámara de Diputados se da un fenómeno similar. Sorprendentemente el Senado es el que mayor volatilidad arroja.

A grandes rasgos, esto quiere decir que 1) son pocos los chilenos que cambian de votos elección tras elección, y 2) que las proporciones de votos obtenidas por los candidatos presidenciales y por los partidos políticos que compiten por acceder a bancas parlamentarias se han mantenido relativamente constantes. En términos comparativos, Chile es (junto a Uruguay) un rara avis latinoamericano.

Gráfico Nº 1. Volatilidad electoral para Presidente, Senado y Cámara de Diputados, Chile (1989-2013)[2].

Fuente: elaboración propia en base a datos proporcionados por Servicio Electoral, Chile (http://www.servel.cl).

Si también tomamos en cuenta el Margen de Victoria (MV) entre el primer y el segundo candidato presidencial, y el Número Efectivo de Partidos Presidenciales (NEPP)[3], entonces Bachelet no fue la primera y única con ventaja competitiva desde el retorno a la democracia en 1989. Fue más bien un envido bien cantado. ¿Por qué?

Viendo la Tabla Nº 1 en detalle podemos apreciar como los candidatos ganadores “cómodos” fueron tales cuando la carrera presidencial contaba con más de dos candidatos competitivos; es decir, en valores NEPP cercanos o pasando los 2,5. En aquellos casos donde el NEPP se acercó a 2, la ventaja entre primero y segundo se redujo drásticamente.

Un dato de color adicional. En aquellas situaciones donde la centro-derecha chilena (Unión por el Progreso, Alianza por Chile) se encontró dividida o golpeada luego de una gestión gubernamental cuestionada y criticada, la primera vuelta para la centro-izquierda (Concertación) estuvo garantizada.

Queda gusto a poco. La Concertación no solo no pudo convertir el entusiasmo en una sola y cómoda victoria, sino que tampoco pudo romper el molde de las tradiciones. Una partida más (del montón).

Tabla Nº 1. Margen de Victoria (MV) y Número Efectivo de Partidos (NEP) en elecciones presidenciales, Chile (1989-2013)[4].
Año
Primer Lugar
Segundo Lugar
MV Presidencial
NEP Presidencial
1989
55,17%
(Concertación-PDC)
29,40% 
(Dem y Progreso-UDI)
25,77%
2,41
1993
57,98% 
 (Concertación-PDC)
24,41% 
(Unión x el Progreso-UDI)
33,57%
2,47
1999
47,95% 
 (Concertación-PS-PPD)
47,51% 
 (Alianza-UDI)
0,44%
2,19
2005
48,64%
(Concertación-PS)
45,96%
(Alianza-RN)
2,68%
2,22
2009
44,06% 
 (Coalición por el Cambio-RN)
29,60% 
 (Concertación-PDC)
14,46%
3,07
2013
46,67% 
 (Concertación-PS)
25,01%
(Alianza-UDI)
21,66%
3,29
Promedio MV/NEP (1989-2013)
16,43%
2,65

Fuente: elaboración propia en base a datos proporcionados por Servicio Electoral, Chile (http://www.servel.cl).

Dos bloques ¿compactos?: la lógica de las coaliciones

La competencia por las bancas en el Congreso Nacional chileno tampoco arrojó elementos interesantes de cambio. Por eso también es útil ver las tendencias en las últimas elecciones.

La Tabla Nº 2 nos dice específicamente dos cosas. En primer lugar, que Bachelet no logró superar ampliamente la barrera del 50% en ambas cámaras del Congreso. De hecho, obtuvo tan solo unas pocas bancas más que durante su primer mandato (2005-2009). En segundo lugar, que la distancia respecto de la segunda fuerza parlamentaria tampoco es tan amplia como se esperaba ni tan diferente de otros años. Si tomamos en cuenta el Margen de Victoria Legislativo tanto entre los partidos políticos que accedieron a las bancas en juego como entre las dos grandes coaliciones (Concertación/Nueva Mayoría y Alianza y sus derivados), las diferencias no son abismales. Un retruco ganado con un tres.

Sin embargo, a no desesperar. No es solamente un error táctico ni estratégico de los (casi seguros) nuevos oficialistas. El “congelamiento” de la política chilena es institucional y se debe al sistema electoral binominal. Como bien se aprecia en la cantidad de partidos y coaliciones “efectivas”, los valores no se han modificado drásticamente en los últimos años. Si tomamos en cuenta los partidos sueltos, apenas han pasado la barrera de los 6 en la Cámara de Diputados y la rozan en el Senado luego de las últimas elecciones. Si tomamos en cuenta las coaliciones, la lógica es claramente bipartidista: Concertación/Nueva Mayoría y Alianza son los dos grandes bloques que se distribuyen la mayoría de las bancas. Sino todas.

Tabla Nº 2. Porcentaje de Bancas oficialistas, Margen de Victoria Legislativo (MVL)[5], Número Efectivo de Partidos Legislativos (NEPL) para partidos políticos y coaliciones, Chile (1989-2013).


1989
1993
1997
2001
2005
2009
2013
% de Bancas Oficialismo (Diputados)
57,50%
58,33%

57,50%[6]
54,17%
48,33%
56,67%
% de Bancas Oficialismo (Senado[7])
46,81%
44,68%

41,67%[6]
40,82%
52,63%
55,26%
MVL Diputados (Partidos)
7,50%
6,67%
12,50%
6,67%
2,63%
15,00%
5,00%
MVL Senado
(Partidos)
10,53%
5,26%
18,42%
15,79%
0,00%
0,00%
0,00%
MVL Diputados (Coaliciones)
17,50%
16,67%
18,33%
4,17%
9,17%
3,33%
16,67%
MVL Senado (Coaliciones)
15,79%
10,53%
5,26%
5,26%
7,89%
7,89%
10,53%
NEPL Diputados (Partidos)
5,07
4,95
5,33
5,94
5,59
5,63
6,61
NEPL Senado
(Partidos)
4,69
4,06
4,43
5,05
5,82
5,16
5,97
NEPL Diputados (Coaliciones)
2,04
1,95
2,06
2,03
2,02
2,28
2,08
NEPL Senado (Coaliciones)
1,95
1,98
1,99
1,99
2,09
2,09
1,98

Fuente
: elaboración propia en base a datos proporcionados por Servicio Electoral, Chile (http://www.servel.cl).

De modo que si Bachelet gana en la segunda vuelta tendrá tanto un desafío como una paradoja que resolver.

Desafío. Lograr mantener una amplia coalición estable, compacta y disciplinada para llevar adelante su agenda legislativa. Más allá de la larga tradición de alianzas en Chile, a la Concertación/Nueva Mayoría se integraron nuevos actores políticos de la izquierda “dejada de lado” (Partido Comunista, Movimiento Amplio Social), los cuales tendrán que aprender la lógica de funcionamiento interno rápidamente. O perecerán en el intento. O perecerá la mayoría.

Paradoja. Si desea modificar la Constitución chilena y el sistema electoral binominal que tantos beneficios le ha reportado a la centro-derecha chilena necesitará…a la centro-derecha para llegar a los dos tercios del Congreso (80 diputados y 25 senadores). Un empate que lleva 30 años.

Y que dejan los 20 de ventaja con gusto a poco.



[1] Politólogo, Docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Secretario de Redacción de Revista POSTData. Editor del blog leviatanasueldo.blogspot.com. Contacto: cruzfacu@gmail.com.
[2] Para el cargo presidencial se tomó en cuenta el porcentaje de votos obtenidos por los candidatos que lideraron las coaliciones electorales. Para el Senado y la Cámara de Diputados se tomó en cuenta las bancas obtenidas por cada partido político.
[3] El Número Efectivo de Partidos (NEP) calcula la cantidad de partidos que son “verdaderamente” competitivos tomando en cuenta el porcentaje de votos que obtiene cada uno en una elección determinada y en un distrito particular. El índice arroja un valor que no es necesariamente un número entero, cuyo resultado es la ponderación de cada partido político a partir de los votos que obtiene. En este caso se identifica NEPP ya que se toman en cuenta los votos para el cargo presidencial. Más adelante se mide el NEP Legislativo (NEPL) y se cuentan los partidos que acceden a bancas en el Congreso en cada una de las cámaras.
[4] Entre paréntesis se registra la coalición electoral que obtuvo ese porcentaje de votos, seguido guion mediante del partido al que pertenece el candidato presidencial.
[5] El MVL está calculado en base a la cantidad de bancas que obtuvo cada partido político o coalición al momento de la elección.
[6] Los valores corresponden a la elección presidencial de 1999.
[7] El Senado chileno incluyó hasta la reforma constitucional de 2006 la figura del Senador Designado, herencia del “pinochetismo”: 9 senadores eran designados por distintas instituciones y autoridades estatales, con las mismas atribuciones y potestades que sus pares electos. Al no ser competir en elecciones ni tampoco integrar algunas de las fuerzas políticas, no se contabilizaron dentro de los representantes que formaron parte de las coaliciones oficialistas.

2 comentarios:

  1. Teniendo en cuenta el sistema binominal chileno (sistema que el ejecutivo saliente pareció intentar modificar sin mucho éxito) y considerando esta situación, que tan claramente expone, donde Bachelet gana pero con un margen bastante pobre, ¿deberíamos pensar que de este nuevo gobierno (con olor a conocido) va a salir la reforma electoral necesaria o todo va a continuar igual? ¿Qué opina?

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  2. Algo para destacar es que, si bien el margen de victoria de Bachelet es amplio (no sólo en la primer vuelta sino también en la segunda realizada ayer), la verdadera política pasará por el Congreso chileno en dos líneas: 1) para que la coalición oficialista se mantenga funcionando y cohesionada (con nuevos actores) y 2) para lograr consensos con la oposición de centro-derecha. Creo que, como bien planteas, hay una luz de posibilidad de modificar el sistema electoral, siempre y cuando los beneficios que le reparen a la centro-derecha sean lo suficientemente buenos o similares a los que les reporta el sistema actual. Es una posibilidad, remota, pero una posibilidad al fin. Dependerá de cómo pueda negociar Nueva Mayoría: si encuentra apoyo de legisladores aislados, puede tener más chances. Si tiene que negociar en bloque, será más difícil.

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