Porque salieron a tirarle con
todo. A los tobillos. A las rodillas. Con el punto que más impacta en el humor
popular: su costo. En las últimas semanas las Primarias Abiertas, Simultáneas y
Obligatorias (PASO) recibieron patadas y manotazos en distintos lugares y de
distintos jugadores. Arrancó
la Tribuna pidiendo el cambio. Acá las
castigaron. Acá las
tirotearon. Acá y acá les
arrancaron parte de la camiseta.
Las PASO necesitan un Perfumo
(aclaración
para desmemoriados y no conocedores). No es solo un defensor,
sino uno que parezca que son varios. Uno que lo haga con calidad. Que dé el
pase justo para el contrataque. Que habilite a los delanteros.
En el momento indicado de esa
necesidad, Leviatán se puso a hablar con Doña Rosa. Se cruzaron en la vereda.
Hacía meses que no pasaba. Arrancó el peloteo de siempre. Doña Rosa que escuchó
a la Tribuna. Leviatán que se quedó pensando. Paró la pelota. Juntó los datos.
Y se puso a armar la defensa. Como es de costumbre, tiene que hacerlo de manera
estructurada.
¿Qué hay que defender? Desde
hace 6 años que rige un sistema único a nivel mundial: hay PASO para todos los
cargos nacionales de nuestro sistema político (algunas provincias han imitado
el sistema para sus cargos provinciales). La propia sigla lo describe.
Por primaria se entiende una instancia previa a la elección general:
hay un momento en donde los ciudadanos eligen quiénes van a competir por los
cargos y quiénes tienen que esperar (o buscar otro lugar). ¿Qué ciudadanos?
Como son abiertas, todos los
electores habilitados para sufragar en una elección pueden votar en las
primarias, independientemente de si son o no militantes de algún partido
político específico. Este proceso es simultáneo
para todos los actores políticos: en un mismo día todos coinciden en la
definición de sus candidatos. Y es obligatorio
tanto para los partidos o coaliciones que quieren competir en la elección
general (quien no va a la primaria no puede competir después) como para los
ciudadanos (votar es un derecho y una obligación).
Hay dos argumentos a favor de
esta herramienta: uno de estrategia político y otro liberal-republicano.
El argumento de estrategia
política. El Estado le brinda la posibilidad a, y facilita el financiamiento
para que, los partidos políticos y las coaliciones electorales diriman sus
candidaturas a cargos públicos en un mismo día, todos juntos y con las mismas
reglas. La clave es esta: da una oportunidad. Esto no quiere decir que todas
las fuerzas políticas estén obligadas a hacerlo, sino que pueden, si es que quieren
y si lo acuerdan. Es hasta medio vueltero: los políticos tienen que acordar ir
a internas porque no acuerdan ir en una misma lista o fórmula electoral. Qué
ironía.
Piénsenlo de esta manera. Si
en una provincia X un dirigente o un grupo de ellos no está de acuerdo en
reiteradas oportunidades con l@s candidat@s elegidos por el liderazgo local del
partido, tiene/n tres opciones: no militar la elección, formar un nuevo partido
con sus propi@s candidat@s (la ley es permisiva para esto) o, peor aún, dejar
de militar en política. Las PASO amortiguan esta secuencia. Perfumo corta y habilita.
El argumento
liberal-republicano. Que el Estado brinde estas posibilidades para todos por
igual cuestan recursos públicos. Fondos. Aportes de contribuyentes. Dinero.
Guita. Y está bien que así sea. Una politóloga y profesora del federalismo bentonista suele
decir que la democracia cuesta. Que para que se sostenga, el Estado tiene que
invertir en ella. Si con la democracia se cura, se come y se educa, se tiene
que poder elegir quiénes deciden eso por nosotros. Tiene su costo. Y esto
también está bien que así sea. Perfumo despeja con categoría.
Acá vuelven las patadas. Porque
las notas antes linkeadas generan dos preguntas que intentaremos responder con gráficos,
colores y números. La primera: ¿son utilizadas las PASO en pocas, algunas,
varias o casi todas las provincias del país? La respuesta es en más de la
mitad. La segunda pregunta: ¿cuáles son las condiciones que facilitan o
incentivan que un partido político o coalición electoral decida dirimir la
disputa interna por candidaturas en la primaria y no acuerde lista única? La
respuesta es que no queda claro, pero que hay un indicio de esas condiciones
facilitadoras.
¿Se
usan?
Si. En la mitad de las
provincias, al menos. En el próximo gráfico se pueden ver algunos datos
iniciales. Antes de que ladren: de acá en adelante, todo fue armado tomando en
cuenta solamente las tres principales coaliciones electorales legislativas que
competirán en las PASO 2017[1] (vayan a la cita al pie).
La tabla muestra la información acumulada de las 24 provincias argentinas en lo que respecta a la competencia interna en las tres principales coaliciones legislativas electorales (la ley las llama “alianzas de distrito” pero acá somos más chetos). El promedio es menor para el oficialismo nacional (Cambiemos) respecto de su principal desafiante (Peronismo). El desvío estándar muestra la dispersión de la cantidad de listas respecto del promedio acumulado: es mucho más alto en el PJ porque en algunos distritos compiten 6, 7, 8 (no es a propósito) y hasta 10 listas, y en otros hay unidad. Cada provincia de los compañeros descamisados, un mundo. En Cambiemos es algo más ordenado el nivel de competencia interna. Ya llegaremos al porqué, Doña Rosa.
Tal como se puede observar, en la mitad de las provincias Cambiemos y el Peronismo utilizan las PASO para dirimir las candidaturas a diputados nacionales en este año 2017. Los primeros poco menos de la mitad, los segundos poco más. Esto quiere decir que en más de la mitad del territorio una de las dos coaliciones electorales legislativas principales tendrá disputa interna. Yo diría que es bastante.
En lo que respecta a la
tercera coalición, las proporciones son menores: en 3 de cada 4 provincias hay
listas de unidad. Para pelear con David y Goliat, mejor organización y
verticalidad.
Por acá puede venir otra
patada. “Pero de esas provincias, ¿cuántas importan? Si muchas son chicas”. Acá
decimos: ojo con eso. Si discriminamos por el peso electoral que tiene cada
distrito en el país[2]
(esta cita también es importante), entonces
siguen importando las PASO. El 66% del electorado nacional (aquellos que
residen en las 5 provincias de Alto
peso electoral) tendrá al menos una PASO. Esto es que, ya sea en la Provincia de
Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe o Mendoza, alguna de las tres coaliciones
tiene internas. En las provincias de peso electoral Medio también se da el mismo fenómeno, salvo por Misiones y
Santiago del Estero. En las de Bajo
peso, solo Formosa, La Rioja, Río Negro y Tierra del Fuego no tendrán PASO en ninguna de
las tres coaliciones. De modo que durante
la ronda electoral 2017 solo en 6 distritos de 24 (el 25% de las provincias,
que representan el 8,96% del electorado nacional) no se usará esta herramienta.
Cuestan, pero mirá como se
usan. Perfumo sale tocando. A continuación, las tablas resumen.
¿Bajo
qué condiciones se usan?
Esto no está del todo claro.
Pero por ahí podemos esbozar alguna idea tentativa, que deberá ser probada en
ejercicios posteriores, con más datos y más usos.
Acá se cree que se tienen que
dar dos condiciones necesarias pero no suficientes. Para que se reduzcan las
chances de que se utilicen las PASO el partido político/coalición electoral
tiene que ser 1) oficialismo a nivel nacional y 2) oficialismo en la provincia
donde se eligen los cargos públicos nacionales (en este caso, se toman en
cuenta solo diputados nacionales). En otras palabras, las PASO son útiles para
aquellas coaliciones electorales que no tiene un alto nivel de integración con
un liderazgo nacional unificado, alta autonomía de los líderes provinciales con
control del territorio local, y escasa integración entre las decisiones de
ambos niveles. O sea, la mayoría de las argentinas. Para ellas, las PASO son
orden y funcionamiento. Progreso, ya veremos.
Para evaluar esta idea loca, solo
se toma en cuenta Cambiemos y el Peronismo. Vuelvan a ver las tablas anteriores. En cuanto al primer caso, las dos
condiciones antes enunciadas se presentan solamente en cinco provincias: Buenos
Aires, CABA, Mendoza, Jujuy y Corrientes. Santa Fe es el caso gris (“Ni”)[3]. En todos esos casos,
salvo Corrientes, en ninguno hay competencia interna en la coalición electoral
legislativa. Para todos, lista de unidad.
Esto se contrapone contra la
realidad del Peronismo hoy en día. La ausencia de un liderazgo nacional que
logre coordinar a todos los distritos y establecer criterios uniformes para
definir las candidaturas para diputados nacionales de este turno dificulta. Ja,
contate otro. Como dice otro profesor conocido de sacos Oxford, el Peronismo
solo se ordena en el oficialismo. Mientras tanto, todos tiran de alguna forma. Los
liderazgos provinciales (muchos de ellos, ejercidos por sus gobernadores de
turno) dejan hacer a sus candidatos. Y que las reglas digan quién pierde y
quién acompaña.
Esta (dura) realidad es
bastante diferente de la vivida durante el 2015. Si observamos las tablas de
antes, vemos cómo en el año 2015 lo que tiramos como posible en el caso de
Cambiemos también aplicó para el Peronismo. En ese entonces, salvo 6 distritos[4], en todas las restantes el
Peronismo kirchnerista era
oficialismo provincial. De esas 18 provincias, tan solo en 3 hubo PASO: Chubut,
La Pampa y Salta. La primera no tiene mucha explicación. En las 2 restantes
puede deberse al alto grado de autonomía que tenía (y aún mantiene) el
liderazgo peronista local. Perfumo sigue despejando.
Yendo al punto, en el caso de
Cambiemos 2017 y del Peronismo 2015 hay algo de sustento para pensar que ser
oficialismo en ambos niveles de gobierno (nacional y provincial) ordena la
oferta y llama a la unidad. Para todo lo demás, existen las PASO.
Minuto 89. El partido llega a
su fin. El debate para el alargue pasa por este lado. El problema no radica
tanto en si se utilizan o no. Esto está descartado porque sí ocurre. La
cuestión se centra más bien en quiénes son, qué grado de oferta interna
permiten los tomadores de decisiones y en el rol que ocupan en el sistema
político (si son los actores principales, los del medio o los marginales). Más
aún, para el próximo partido: hace falta conocer con mayor certeza las
condiciones bajo las cuales se utilizan.
Perfumo al vestuario.
[1] Primera nota al pie de
varias. La categoría “tercera coalición electoral legislativa” se construyó
teniendo en cuenta aquellos actores partidarios que solos o en coalición
electoral están ubicados en el tercer escalón con posibilidades de alcanzar
algunos de los cargos en juego. Para definir quiénes ingresan y quiénes quedan
afuera, se recurrió a los medios periodísticos provinciales y a la importancia
que éstos les asignaron a esas candidaturas.
[2] Les dije que eran
varias. Para evaluar el peso electoral de cada provincia, se reunió primero a
las 5 provincias grandes/metropolitanas (Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe
y Mendoza). La más chica de ellas (Mendoza) representa el 4,25% del padrón
nacional. De esta manera, se estableció el siguiente criterio: 4% del padrón o
superior, peso electoral Alto; entre
2 y 3,99%, peso electoral Medio;
menos de 1,99% del padrón electoral, peso Bajo.
[3] Esto se debe a que la
UCR gobierna dentro del Frente Progresista Cívico y Social (FPCyS), junto con
el Partido Socialista, la Coalición Cívica – ARI, GEN y otros partidos menores.
Parte de la UCR se presenta en las próximas elecciones junto con PRO y aliados
dentro de Cambiemos, parte de la UCR se quedó en el FPCyS y otra parte compite
dentro del “massismo” provincial (1 Proyecto Santafesino). Conclusión: la UCR
se parte.
[4] CABA (PRO), Córdoba (PJ
disidente), Neuquén (MPN), San Luis (PJ disidente), Santa Fe (FPCyS) y Tierra
del Fuego (Partido Socialista Patagónico).
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