23 octubre 2017

La ventaja estratégica de los oficialismos

O también podría llamarse por qué votar al oficialismo garpa.

O sino la otra alternativa es por qué las PASO son beneficiosas para los gobiernos de turno.

O, puede ser, que sea cierta la historia de, cómo dice CIPPEC, la cancha esté inclinada para los que están sentados en los sillones y tienen caja. La caja, la bendita caja.

Cualquiera sea el título de la película, la relación entre las PASO y las elecciones generales se recalentó en los últimos meses. En este espacio ya conversamos sobre su utilización y las condiciones de su uso, y sobre el efecto en el resultado. También sobre el impacto que tuvo en la disputa PJ versus K. Bueno, conversando con Doña Rosa, encontramos una más que puede ser testeada. Con gráficos a prueba de daltónicos y todo (perdón, muchachos). Porque nunca son suficientes.

La conclusión spoiler: el ingreso de nuevos votantes en las elecciones generales se dirige hacia las listas legislativas que están identificadas con el gobierno nacional. En otras palabras, al aumentar la proporción de votos positivos en las elecciones legislativas respecto de las PASO, aumenta la cantidad de votos que obtienen los oficialismos.

Esta viene para larga. Paciencia, Don.

¿Qué se nos ocurrió?

El profesor de sacos Oxford viene diciendo hace rato que entre PASO y elecciones generales el aumento de votantes beneficia a Cambiemos. Que esa es la clave para la coalición. Y un motivo más para defenderlas porque los dormilones de agosto que se deciden a ir en octubre a la mesa que les corresponde los ayuda a ganar.

Esto no podía estar pasando solo ahora. Algo tenía que haber ahí. Asique metimos “de reversa, mami” y comparamos las elecciones PASO-Legislativas 2013 con las PASO-Legislativas 2017. Ambos procesos electorales tienen como punto en común que resultaron ser las primeras elecciones legislativas no concurrente que utilizaron las PASO como una instancia previa para ambos gobiernos: FPV en 2013 y Cambiemos en 2017[1].

Reforzamos la idea entonces: no es solo Cambiemos el que se beneficia de nuevos votantes en una elección general, sino que lo hacen la mayoría de los oficialismos nacionales. En el caso que acá nos atrae, FPV-PJ en el 2013.

Como se ha vuelto moda ordenar el espacio político argentino en términos de oficialismo vs oposición, agrupamos los votos positivos en ambas categorías. También porque es la única forma de ordenar una ensalada de oferta electoral que tenga algún criterio medianamente sano: no todas las agrupaciones políticas son iguales en cada provincia ni los acuerdos que se forman entre ellas persisten en el tiempo. Desnacionalización, dicen. De modo que para 2013 agrupamos todas las listas legislativas FPV-PJ en una categoría (oficialismo) y todas las restantes en otra (oposición). Para 2017 lo mismo, salvo que el oficialismo pasó a ser Cambiemos.

Una salvedad. No es solo el aumento de votantes totales entre PASO y legislativas lo que ayuda a los oficialismos, sino que es el aumento de votos positivos: estos son los sufragios que emite el ciudadano en favor de alguna lista (no toma en cuenta los votos en blancos o nulos, que también son una opción). Porque si en las PASO estuviste a 500km. comiendo un asado, no vas a ir tres meses después a votar en blanco. Salvo que estés un poco tocado.

De esa manera, buscamos encontrar una relación entre el aumento de los votos hacia las listas oficialistas (FPV en 2013 y Cambiemos en 2017) y el ingreso de nuevos votantes positivos. Y, para despuntar el vicio, ver también que pasa en el espectro opositor en el mismo período. El porcentaje de crecimiento de votos positivos de cada uno se calcula sobre los votos propios obtenidos en la PASO[2]. De esta manera cada espacio político puede calcular cuánto creció en la elección legislativa sobre sus propios votos obtenidos, no sobre el total de votos de la jornada electoral. Es más real porque descartamos qué pasó con sus competidores.

¿Qué encontramos?

Acá van la tablitas naranjas y celestes que se hicieron moda en este submundo nerd. Pueden ver una tabla para cada espacio político (oficialismo y oposición) y para cada elección (2013 y 2017). En total son 4 tablas. Seguimos después de que se tome unos minutos de reflexión profunda.







A simple vista, todo parece medianamente de acuerdo a las expectativas. En el año 2013, el FPV creció en votos en 21 de 24 provincias (solo perdió apoyos en Chubut, La Pampa y Salta). La oposición, en cambio, solo subió en 11 de 24 provincias. En el año 2017, Cambiemos repitió guarismos con alzas en 21 de 24 provincias, perdiendo votos en La Pampa (estos rebeldes…), San Luis y Santa Cruz. La oposición tuvo peor desempeño: en 8 provincias creció y tuvo saldo negativo en 16. En La Nación y Clarín compraron Don Perignon.


Al comparar los escenarios teníamos que encontrar alguna relación de algún tipo. Asique ahí empezamos a probar. Cruzamos el crecimiento de votos PASO-Legislativas con la cantidad de electores en cada provincia. No encontramos mucho. También probamos cruzarlo con la proporción de votos positivos obtenidos en cada provincia por cada espacio político. No hubo mucho ahí para ver. (Nota: todos estos gráficos fueron hechos y pueden ser consultados acá).

Retomamos la primicia del comienzo: aumento de votos positivos. Ahí apareció algo. Aleluya, dijo Durán Barba. En los siguientes gráficos pueden ver la relación entre el porcentaje de crecimiento de votantes positivos entre PASO y legislativas (eje vertical de los gráficos), y el aumento de la proporción de votos positivos hacia alguna lista específica entre ambas elecciones (eje horizontal). Uno para cada espacio político (oficialismo vs oposición) y para cada año (2013 y 2017). Cada círculo de color corresponde a cada una de las 24 provincias argentinas[3].






En el año 2013 existe una relación lineal media esquizofrénica entre el crecimiento de ambas variables. No todas las provincias muestran que un aumento de una unidad en el eje vertical lleva un aumento de una unidad en el eje horizontal: el conjunto de distritos agrupados en el medio con forma de pelota deforme es indicativo de eso. Sin embargo, en términos generales, pareciera (con muchas comillas) que a medida que en cada provincia aumentó la cantidad de individuos que decidió votar por alguna de las listas ofrecidas fue en beneficio del FPV-PJ. Con algunos casos algo raros que salen de la regla: CABA y Jujuy tuvieron valores negativos en el aumento de votantes positivos. La oposición, en cambio, tiene una forma de U, también media esquizofrénica: primero se perjudica hasta llegar a un punto cero en el conjunto de provincias donde no aumenta mucho el voto positivo para luego pasar a recibir algunos de esos votos. Baja, se queda y sube, como muchas oposiciones.

El período 2017, en cambio, tiene asociaciones más directas y claras para cada espacio político. Salvo por Jujuy (donde parece que es costumbre) en la mayoría de las provincias donde aumentó el voto positivo, Cambiemos creció en sus apoyos. Y, a medida que más creció, más se benefició de los nuevos ciudadanos comprometidos. La relación parece un poco más fuerte que en 2013.

La oposición, en cambio, perdió la forma de U esquizofrénica y muestra una relación levemente lineal entre ambas variables. El cambio del patrón, sin embargo, no le permite a “los no Cambiemos que luchan por la liberación” sacar algo positivo de la jornada de ayer domingo: arrancan desde más atrás que el oficialismo nacional y mantienen la mayoría de las provincias dentro del cuadrante negativo (pierden votos entre ambas elecciones). En otras palabras, la oposición no llega a superar al oficialismo nacional y la ventaja estratégica se mantiene. La nota: Jujuy, otra vez, abajo a la izquierda.

¿Qué nos queda?

Una razón más para defender a las PASO. Pero no tanto por nosotros mismos, como analistas políticos o politólogos que nos gusta levantarnos a las 7 de la mañana para entrar en el sitio web a descargar datos, armar mapas y gráficos de dispersión. Sino, más bien, porque es una herramienta útil para los oficialismos de turno. Para medir a sus candidatos. Para reforzar los acuerdos. Para reacomodarse. Para tomar decisiones estratégicas y retirarse a tiempo. Y, sobre todo, porque con los resultados de agosto, Cambiemos (ahora) y el FPV (hace cuatro años) tal vez no hubieran adquirido la oportunidad de reforzar/fortalecer/aumentar sus respectivos pesos políticos en el Congreso Nacional.

Los votantes deciden dos veces. Eligen alguna de las opciones, eligen quedarse en sus casas, o eligen no estar en sus distritos. Pero luego tienen una segunda oportunidad para evaluar sus preferencias: apostar a la lista de candidatos que más les convence o que más les convence que gane (que son cosas distintas). Lo que podemos afirmar es que esa reconversión de sus preferencias beneficia a las listas que se identifican con el gobierno nacional.

Sea por la grieta o por las reglas electorales, algo se mueve. Y está bien que así sea. Eso es democracia. Eso cuesta.


[1] La única diferencia radica en que FPV venía gobernando a nivel nacional desde 2003, mientras que Cambiemos recién entró en la Rosada en diciembre del 2015.
[2] La fórmula sería así: % de crecimiento = total votos positivos elección legislativa – total votos positivos PASO / total de votos positivos PASO.
[3] Para las elecciones legislativas 2017 utilizamos los resultados provisorios. Para PASO y legislativas 2013, y PASO 2017 el escrutinio definitivo. Esos son los datos que figuran en las cuatro tablas anteriores.

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