Cambiemos,
ese fenómeno sui generis del que
poco sabemos y del que tantos indicios tenemos. Dado que soy algo insistente en
artículos, redes sociales y otros medios con que es coalición coalición coalición
coalición coalición coalición coalición…hasta el hartazgo, me invitaron a dar
mis impresiones en Nuevos Papeles sobre este caso en vivo y
en directo que tenemos los fans del tema. Si, fans. No nerds.
A
continuación, replico la entrevista realizada por Esteban Lo Presti, quien
además oficia como editor de un libro de próxima aparición sobre….si, coaliciones
y partidos en Argentina. Que saldrá por Eudeba. Y es un gran orgullo. Y también
analizo Cambiemos en comparación con otros tres casos en los últimos 15 años:
Movimiento Federal para Recrear el Crecimiento (MFRC), Frente Progresista
Cívico y Social de Santa Fe (FPCyS), y Frente de Izquierda y de los
Trabajadores (FIT).
Las
puteadas hacia mi persona, por favor. No se la agarren con Leviatán.
Facundo
Cruz: "Cambiemos seguirá siendo una coalición de gobierno
minoritario"
Luego
del resultado electoral de las PASO, la discusión de los especialistas se
centró en si hubo competencia entre coaliciones o entre bloques definidos que
recrean el bipartidismo.
Facundo
Cruz es Licenciado en Gobierno y Relaciones Internacionales (UADE), Magíster en
Análisis, Derecho y Gestión Electoral (UNSAM) y Docente de la Universidad
de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Co-Director
del Grupo de Investigación “Coaliciones Políticas en América Latina” (Facultad
de Ciencias Sociales, UBA) y Co-Director del Observatorio de Redes. Se
especializa en estudiar el fenómeno de las coaliciones de gobierno, los
partidos políticos, las reglas electorales, las instituciones de gobierno y los
mecanismos de financiamiento partidario.
Para
comprender mejor la competencia en estas elecciones que se desarrollaron el
último domingo, ¿a qué se denomina Coaliciones?
Una coalición es un
acuerdo entre dos o más partidos políticos, que tiene objetivos compartidos,
tienen recursos políticos que ponen a disposición de esos acuerdos, persiguen
metas acordadas y posteriormente se reparten los beneficios de lo logrado. Esta
es la definición tradicional acuñada por el politólogo Kaare Strom para el
estudio de los sistemas parlamentarios, y que los primeros politólogos que
trabajaron el fenómeno en los presidencialismos latinoamericanos difundieron
por estos lares. De esta definición se desprenden tres elementos clave. En primer
lugar, se puede aplicar a distintos ámbitos, niveles, esferas o arenas de
análisis. Es una definición amplia que sirve para estudiar elecciones
(coaliciones electorales), la dinámica gubernamental (coaliciones de gobierno o
coaliciones legislativas) e incluso varios niveles de un sistema político
(coaliciones nacionales, provinciales o municipales). En segundo lugar, como
hemos debatido en el Grupo de Investigación sorbe Coaliciones Políticas
radicado en la UBA, implica cierta noción de co-responsabilidad. Esto es, que
dado que los partidos acuerdan puntos en común, son todos responsables por los
resultados alcanzados. No uno solo, no el Presidente, ni el partido
mayoritario: todos sus integrantes. Eso hace a la convivencia de una coalición.
Permite, además, que cada actor mantenga su autonomía interna (elección de
autoridades, normas de funcionamiento, selección de candidatos propios para
elecciones, etc.). En tercer lugar, todo acuerdo funciona en base a reglas.
Esas reglas son la base de la convivencia. Respetarlas contribuye a que
perdure. Romperlas, implica que puede resquebrajarse. Como un matrimonio.
¿Qué
diferencia puede haber entre una coalición electoral y una de gobierno?
Bueno, en parte
adelanté la respuesta anterior. Una coalición electoral es aquella que cumple
la definición mencionada, pero tiene como único objetivo ganar elecciones o, al
menos, sacar la mayor cantidad de votos posibles. Las coaliciones de gobierno,
en cambio, son aquellas que ganan una determinada elección y forman gobierno. Esta
conversión de coalición electoral en una de gobierno es, tal vez, el proceso
más complejo de todo acuerdo multipartidario. Implica pasar de un conjunto de
reglas electorales acordadas a nuevas reglas de gobierno. El tema más espinoso
es lo cotidiano en política: los cargos. ¿Cuánto para quién? Pero sobre todo,
¿por qué para ese y no para el otro? Acá la clave radica en que las reglas del
acuerdo de gobierno sean, al menos, debatidas y pre-acordadas antes de ganar el
gobierno. Si se hace todo sobre la marcha y si, encima, la asunción de gobierno
se hace dos semanas luego de ganar, entonces los chispazos pueden ser
inmediatos. Esta última limitación, sin embargo, es estructural: no se puede
cambiar la fecha de asunción y de celebración de elecciones salvo por vía de
una reforma política con amplio consenso.
Esas
reglas son la base de la convivencia. Respetarlas contribuye a que perdure.
Romperlas, implica que puede resquebrajarse. Como un matrimonio.
Hay casos exitosos
en este proceso de conversión: Frente Amplio en Uruguay, Concertación en Chile.
Incluso Cambiemos en Argentina. También las coaliciones con apoyo parlamentario
que se formaron en Bolivia en los noventa, combinando gobiernos del MNR y ADN,
y con apoyos del MIR a cada uno de ellos. Si bien no hay buenos recuerdos de
ese período en nuestro vecino, fueron experiencias que supieron convivir y
terminar sus mandatos. Al menos hasta comienzos del 2000.
Dado
que los primeros resultados muestran una gran elección de la Coalición
Cambiemos, y que durante este año y medio se produjeron algunas críticas
internas a la falta de coordinación de las políticas de Macri, ¿podemos decir
que puede haber una coalición exitosa en términos electorales y no
necesariamente o que pueda prescindir de la misma a la hora de gestionar?
Yo creo que los
problemas de gestión pasan más por la experiencia de gobierno conjunto que por
el hecho de ser un gobierno de coalición. Si es cierto que hay mayores
dificultades para tomar decisiones cuando lo hacen más de dos partidos que, adicionalmente,
no han tenido experiencias anteriores nacionales o provinciales de gobierno
conjunto. No olvidemos que Cambiemos gana luego de doce años ininterrumpidos de
gobierno del Frente para la Victoria. Cada recambio trae sus coletazos los
primeros meses. Sino, recordemos la Alianza. O mismo el gobierno de Alfonsín y
de Menem. ¿Cuánto tardó el primero en avanzar con el plan de gobierno? ¿Cuánto
tardó el segundo en contener la inflación?
O
mismo el gobierno de Alfonsín y de Menem. ¿Cuánto tardó el primero en avanzar
con el plan de gobierno? ¿Cuánto tardó el segundo en contener la inflación?
Cambiemos tiene una
novedad y creo que es lo interesante del caso. Con Lara Goyburu escribimos hace
un tempo sobre una nueva forma de estudiar
las coaliciones, que se deriva de la definición antes dicha. Estos acuerdos
entre partidos pueden tener una dinámica de división de tareas por funciones.
Si pensamos que las acciones de gobierno tienen una etapa de debate, otra de
toma de decisiones, otra de implementación y otra de control de lo logrado,
entonces en cada una de ellas hay interacción entre actores o bien reparto de
funciones. Podemos pensar que el proceso de debate y toma de decisión se
circunscribe a los principales referentes del PRO con consultas a algunos
dirigentes radicales. Acá hay una fuerte impronta “macrista”, por decirlo de
alguna manera. La puesta en marcha, en cambio, tiene una importante
participación “radical”, dado que tres de los cinco gobernadores son radicales
y, del 30% de intendentes que tiene Cambiemos en todo el país, más del 80%
pertenecen a la UCR. El control, posteriormente, se hace en conjunto.
Este paso de toma
de decisiones a implementación fue lo que más complicaciones generó. Pero es un
aprendizaje. El Estado argentino tiene un tamaño considerable, el desembarco se
hizo en dos semanas, las áreas y las estructuras burocráticas tardaron en
adaptarse a una lógica de gobierno completamente distinta a la de los últimos
años. Costó. Pero se perciben mejoras. Al menos en el proceso de gobierno. En
los resultados, bueno, eso depende mucho del contexto económico, tanto del
macro como del bolsillo en la vida cotidiana. Como todo gobierno, hay
decisiones que generan debate, a veces ríspido y bien sustentado. Una cosa no
exime la otra.
¿Podemos
hablar de más de una coalición competitiva en nuestro país a raíz de los
resultados de las últimas dos o tres elecciones?
Si vemos resultados
electorales solo por ganar, te diría que Cambiemos y el Frente para la Victoria
son los principales ejemplos en las últimas décadas. Los únicos, en realidad.
Ahora, si vemos qué
coalición cumplió sus propios objetivos y perduró en esas elecciones, entonces
se suma un tercer ejemplo: el FIT. Si bien los resultados electorales nunca son
aplastantes, han ido creciendo en legisladores nacionales y, sobre todo,
provinciales. Son tercera fuerza en algunos distritos (Salta, Chaco, Jujuy,
Mendoza, Neuquén, Córdoba por momentos). Y han mantenido las reglas que
fundaron el acuerdo desde el 2011 en adelante. Más aún: en estas PASO se
presentaron en 22 distritos y superaron el 1,5% de los votos necesarios en 21.
Eso también es éxito electoral. Sino, uno solo se conforma con ganar la Copa
del Mundo.
Algunos
colegas no comparten necesariamente que sean Coaliciones sino más bien la
recreación del tradicional bipartidismo con otra "fachada". Se
entiende que no es tu mirada. ¿Esto quiere decir que se deja atrás el
tradicional clivaje peronismo-antiperonismo?
A esos colegas yo
les digo “hagamos un seminario y debatamos”. Estamos justo en un momento en
donde estamos viendo crecer un actor sui generis que nos tomó
a muchos por sorpresa. ¿Qué mejor que estudiarlo mientras crece y se expande?
Creo que las dos cosas
son distintas. Una es el tipo de actor que es Cambiemos. Para mi es una
coalición electoral que se convirtió en coalición de gobierno con las
características antes marcadas. Además, porque cada actor mantiene su autonomía
y procesos propios. No veo a la UCR fusionándose con el PRO en un partido como
hicieron Recrear con Compromiso para el Cambio en agosto del 2009. Cada uno
tiene sus órganos, su funcionamiento partidario, sus autoridades, sus propias
estrategias, sus ideas, incluso. La Coalición Cívica - ARI no escapa a esta
lógica. Tampoco el Partido FE ni los partidos provinciales que se han sumado a
Cambiemos en este tiempo. Encuentran puntos en común, si. Pero no reniegan ni
descreen de sus particularidades.
Por ahí tenemos una
imagen errada de lo que son o fueron los partidos políticos argentinos.
Tendemos a ver los partidos latinoamericanos con el prisma de los partidos
europeos, y eso es un error. Son actores distintos. En Argentina siempre
pensamos en los dos partidos mayoritarios como partidos nacionales. Pero PJ y
UCR en su interior tienen dinámicas de funcionamiento coalicionales. No es lo
mismo el PJ bonaerense que el salteño, el santacruceño o el mendocino, ni la
UCR de la Ciudad de Buenos Aires con la de Santa Fe, Jujuy, Neuquén, Río Negro o
Tucumán. Ahí coincido con Marcelo Escolar: la ilusión de la nacionalización de
los partidos que llegó con la victoria de Raúl Alfonsín tapó lo que los
partidos argentinos siempre fueron: actores construidos desde anclajes
provinciales o territoriales muy diferentes entre sí pero coordinados a nivel
nacional. Bueno, las coaliciones son eso.
Hay cierto
sentimiento “cambiemita” como lo llama Julio Burdman, pero eso no niega
que sea una coalición armada por partidos políticos con nombre propio. Un
modelo del cual aprender puede ser el Frente Amplio o la Concertación: ambos
avanzaron hacia cierta forma de institucionalización o consolidación del
acuerdo y duraron décadas. Hoy tenemos algunos indicios de eso en Cambiemos:
puede verse en las instancias de diálogo y coordinación internas que se han
construido en este primer año y medio de gobierno. Tanto para tomar decisiones
como para competir en elecciones. Bueno, es un proceso. Y todo proceso tiene
etapas. Si Cambiemos se armó por etapas, también puede consolidarse por etapas.
Ahora, lo segundo
para mencionar es que si Cambiemos se consolida como coalición, no
necesariamente rompa la división peronismo-antiperonismo existente. Al
contrario: puede reforzarla. Se vieron en las elecciones pasadas. El que no se
identificó como peronista o antiperonista/”cambiemita”, se lo llevó puesto el
colectivo en la avenida del medio. Lousteau y Massa son ejemplos. Pero también
las derrotas del MPN en Neuquén o la caída de Frente Progresista en Santa Fe al
tercer lugar.
Yo, igual, veo que
Cambiemos es ambivalente en esta construcción discursiva “antiperonista”.
Adentro conviven actores como la Coalición Cívica – ARI y la UCR con el Partido
FE (de clara impronta peronista) y varios sectores internos del PRO, que vienen
del peronismo. Asique sería cuidadoso con una definición tan tajante. Para
afirmar eso, tendríamos que preguntar cuántos votantes peronistas (ya sea por
tradición, mandato o identificación ideológica) votan candidatos de Cambiemos.
Más de una sorpresa puede haber. De hecho, en el 2015 muchos candidatos a
gobernador (Gerardo Morales, entre ellos) compitieron contra candidatos
peronistas incluyendo peronistas en sus coaliciones provinciales.
Volviendo
al punto anterior, ¿por qué no sería una recreación del viejo bipartidismo la
recreación de la competencia por coaliciones?
Es que en realidad
si lo sería. Pasaríamos de una lógica bipartidista a una lógica bipolar. La
primera se da por dos partidos. La segunda se produce cuando hay más de dos
partidos o actores en cada polo. Sería bipolar coalicional, por llamarla de
alguna manera. Las PASO 2017 mostraron un avance de esta dinámica, rompiendo la
competencia a tres bandas característica de todo el 2015. Pero como a seguro se
lo llevaron preso, mejor esperar a ver cómo evoluciona la competencia. Y sus
actores.
Pasaríamos
de una lógica bipartidista a una lógica bipolar. La primera se da por dos
partidos. La segunda se produce cuando hay más de dos partidos o actores en
cada polo.
En
el escenario local, las primeras coaliciones que se presentaron en el país
fueron de izquierda o centroizquierda. ¿Por qué crees que no tuvieron casi
protagonismo en esta elección?
Creo que por lo que
mencioné antes. La lógica bipolar se llevó puesto a los que se quedaron
esperando en la avenida del medio. En estas elecciones, hubo una intención de
parte de Cambiemos de nacionalizar la elección. “Estas con nosotros o con el
pasado”. De parte del peronismo, de provincializarla. Cada gobernador peronista
intentó revalidar su posición interna de poder para dirimir liderazgo nacional
a futuro. En esta tensión entre los dos principales actores, se deglutieron a
los demás. Pero eso no significa que hayan desaparecido. En la Ciudad de Buenos
Aires pasaron el filtro del 1,5% dos actores de izquierda: FIT y el siempre
querido por los porteños, Luis Zamora con Autodeterminación y libertad. También
se verá la presencia del FIT en 21 distritos en octubre.
Otra vez, nos
tomaron por sorpresa las elecciones. Uno esperaría que en una legislativa de
mitad de mandato el ciudadano vote según sus preferencias y no tanto por quién
tiene más capacidad o imagen para gobernar. En estas elecciones desdobladas de
mitad de mandato, el voto suele fragmentarse y no concentrarse tanto. Bueno,
pasó al revés. La concentración fue la norma, y en los dos actores principales.
Como que vamos a contramano.
Para
terminar ¿qué escenario ves de cara a la elección de octubre?
Veo dos elementos
principales. Primero, que las preferencias electorales no cambiarán tanto.
Puede haber algunos distritos donde los votos de los partidos que no superaron
el filtro se redirijan hacia los restantes, pero en porciones marginales. Las
provincias donde puede haber migración de votos son las más mediatizados, como
Ciudad de Buenos Aires o Provincia de Buenos Aires. Pero, de vuelta, no en
porciones grandes. Porque siendo una elección legislativa de mitad de mandato
los incentivos son menores para que haya transferencias entre candidatos o
listas que, por ejemplo, en una primera vuelta presidencial después de una
PASO, o en un ballotage.
Segundo, las
provincias que ponen en juego pocas bancas por tener magnitudes chicas no
tendrán muchas novedades. O Cambiemos o el peronismo local saldrán primero o
segundo, sin muchas alteraciones respecto de los resultados de las PASO. Eso
llevará a que el aumento o pérdida de bancas de cada uno en el Congreso no sea
grande. Cambiemos puede llegar a superar los 100 diputados propios y ampliar su
cantidad de Senadores, llegando tal vez a los 24 senadores y romper la mayoría
calificada del peronismo. Pero seguirá siendo un gobierno de coalición
minoritario. Corre con una ventaja única: un peronismo dividido por el
liderazgo nacional y también por sus liderazgos provinciales.
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