Acá
viene la tercera y la última de la serie “Bolsonaro is the news”. Con la
definición de su gabinete presidencial y el discurso de asunción se confirmaron
algunas presunciones de los analistas sobre la impronta que tendría un gobierno
mesiánico. Militares, técnicos y pocos políticos se combinaron con un discurso
aún electoral. Eso generó un corset: a ver cuánto dura. Esta salió en El
Cronista. Las tres notas fueron posibles gracias a gestiones y apoyo de Lorena Ferraro, y esta en particular
contó con el espacio brindado por Jorge
Sosa.
El
corset de Bolsonaro
Facundo Cruz,
Coordinador Académico de la Lic. en Gobierno y Relaciones Internacionales
(UADE)
El 1° de enero ni se habían
apagado los fuegos artificiales y nos encontramos con el primer evento de un
2019 recargado de política: la asunción presidencial de Jair Messias Bolsonaro.
El señor que nunca imaginamos llegar al Planalto, con un programa de renovación
económica, institucional, ética y moral del motor sudamericano.
El debut fue con un Bolsonaro
desatado y en clave aún electoral, decidido a exponer y enfrentar a quienes
construyó como sus rivales políticos por el mandato que recién comienza.
Existen, sin embargo, una serie de límites en la propia dinámica política
brasilera. Tendrá diques de contención, aunque él no los quiera.
El primero para remarcar es la
dificultad de las democracias contemporáneas para ser gobernadas únicamente con
el apoyo de la opinión pública. Bolsonaro ganó sin estructuras partidarias
consolidadas ni una red política que lo posicionara, impulsara y extendiera en
todo el territorio. Whatsapp, Facebook, Twitter y Youtube se encargaron. Demostró
que es posible ganar así. Su discurso de asunción estuvo directamente relacionado
a esta vinculación sin intermediación con el electorado: dijo lo que la mitad
del país quería escuchar. Los que lo votaron.
Pero gobernar tiene sus mañas
y las encuestas sus momentos. La opinión pública es volátil y traicionera. Lo
que es pan para hoy, es hambre en algún momento del mañana. Los técnicos de
fútbol hacen un doctorado en este tema. Si bien “el mesías” tiene como principal
capital político los votos y el fervoroso apoyo social de esa mitad, la
ausencia de un entramado de dirigentes en los distintos niveles de un complejo
sistema político como el brasileño puede achicar la panera.
Como segundo dique de
contención aparece la transversalidad de la bancada BBB: biblia, bala y buey. Su
base legislativa de apoyo es transversal y nutrida de múltiples grupos, muchos
de ellos con escasa capacidad de organización y bajo conocimiento del sistema
político. Coincido con Ignacio
Pirotta en la inestabilidad y ausencia de coordinación de la
bancada que logró reunir Bolsonaro: la unidad se logra en temas específicos, no
así en la gestión de la disciplina legislativa. La opinión pública necesita,
además de discursos, leyes
A esto cabe agregar la alta
renovación de ambas cámaras del Congreso Federal. De acuerdo a datos del Departamento
Intersindical de Asesoría Parlamentaria (DIAP) el
52% de la Cámara de Diputados y el 85% del Senado son nuevos en el recinto. El
huracán Bolsonaro arrasó y dejó neófitos legisladores. La falta de experiencia
puede, en el largo plazo, ser un tiro por la culata de la gobernabilidad
El tercer límite es el equipo
de gobierno. Un gabinete presidencial con 22 ministros se reparte entre 7
militares, 6 civiles con filiación partidaria clara y 9 civiles independientes.
De modo que más del 70% de sus colaboradores no tiene vínculos institucionales
formales con los partidos con representación parlamentaria: quienes van a votar
las leyes que Bolsonaro va a necesitar para gobernar. Se resiente así la
tradicional lógica política brasileña, donde la coordinación Poder Legislativo
– Poder Ejecutivo se sustentó durante décadas en el cuoteo partidario de las
coaliciones de gobierno. Esto, si bien pudo ser caldo de cultivo para la ira
pública, resultó la fórmula ideal para resolver el dilema de la fragmentación. Con
el que continua siendo el congreso más fragmentado del mundo, los también
neófitos ministros requerirán más innovación que encuestas.
La propia construcción de Bolsonaro convirtió estos diques en sus pilares de apoyo. Es el peligro de los volantazos en democracia. Pero lo que hizo atractiva su figura para unos es, en el mediano y largo plazo, su propio límite para todos.
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