Las
elecciones generales del 2019 dejaron mucha tela para cortar. Como en 2015 y
2017 los análisis electorales abundaron. Acá aporté mi granito de arena al
análisis de las PASO 2019, apoyándome
en las PASO 2015. Gracias de vuelta Ivan y Juano por
el espacio. Analizar estos procesos en términos de voto metropolitano vs. voto
periférico es bueno: dice más de la Argentina de lo que podemos saber.
Nadie
la vio venir (otra vez)
Hace más o menos 4 años
publiqué un análisis sobre la primera vuelta de la elección presidencial 2015. En
aquel entonces, nadie
la vio venir. Ayer tampoco. Con el diario del lunes podemos
asegurar que esperábamos un resultado favorable para la coalición peronista
Frente de Todos. Nadie pensaba que, además, iba a ser tan amargo para el
oficialismo de Cambiemos/Juntos por el Cambio.
La clave de esta elección es
doble: las provincias metropolitanas junto a la unidad del Peronismo. Menem
marcó el camino. Esto puede apreciarse claramente si se comparan los resultados
de las elecciones PASO 2015 versus PASO 2019. La base completa puede ser
consultada acá.
La big picture electoral nos dice que el Frente de Todos creció en
votos en 23 de 24 distritos (solo perdió poco más de 23.000 votos en Chaco). En
cambio, Juntos por el Cambio perdió apoyos en 6 de 24, siendo la más destacada
Ciudad de Buenos Aires. En su tradicional bastión electoral, el de su génesis
formativa, se dieron vuelta casi 35.000 porteños. Más claro, echale agua.
El detalle nos muestra que el
voto metropolitano se volcó mayoritariamente hacia la coalición peronista. Se
concentra en las 5 principales provincias argentinas: las más grandes, las que
aportan la mayoría de los electores al padrón nacional y las que suelen ser las
dinamizadoras de la economía nacional. Una forma de calcular este cambio es
tomar el margen de crecimiento en votos sobre el total de votos positivos en
cada elección para cada distrito. Si sumamos Provincia y Ciudad de Buenos
Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, entre 2015 y 2019 el Peronismo creció 12%: de
poco más de 5 millones de votos a 7.2 millones. El ariete de este crecimiento
fue la Provincia de Buenos Aires, que aportó 1.2 millones más de votos que hace
cuatro años. Premio para Massa y la unidad.
Córdoba y Santa Fe acompañaron
con crecimientos destacados (casi 350.000 la primera y más de 300.000 la
segunda), junto a la sorpresiva Reina del Plata: 210.00 votos más tributaron a
Fernández-Fernández. Lammens junta, arma equipo y arrastra.
El Gobierno Nacional, en
cambio, no solo no logró un crecimiento destacado, sino que siempre lo hizo por
debajo del PJ. 130.000 santafecinos y 320.000 cordobeses más que en 2015 apostaron
por Macri-Pichetto, pero tan solo 239.000 bonaerenses más compraron globos. Un
límite para la gestión de Vidal.
En esta línea, suscribo a lo
indicado por Noam
Lupu
y Daniel
Schteingart: votó el bolsillo. Y se sintió mucho. Si donde
vive la mayor parte de la población la vida diaria es inflación, vaivenes del
dólar, caída del empleo y de la producción, entonces es esperable que repercuta
en las urnas. Perder capitales en elecciones provinciales fue un presagio mal
oído.
Fuente: @facucruz en base a
Andy Tow y resultados del escrutinio provisorio 2019.
Donde todo se mantuvo
constante es en las provincias periféricas. Estas son las más chicas, con menor
caudal electoral y con fuerte dependencia del Estado Nacional. Y fue otro de
los problemas para el Gobierno Nacional: la inyección de obra pública y la
transferencia de recursos no alcanzó para revertir el mal desempeño en las
grandes urbes. Mientras que el PJ creció 6% entre 2015 y 2019, Juntos por el
Cambio solo pudo 3%. A eso se suman destacadas sumatorias para el Peronismo,
como por ejemplo Santiago del Estero (más de 100.000 votos), el corazón sojero
de Entre Ríos (80.000), el apoyo puntano de San Luis (73.000) y la norteña
Salta (60.000). En todas ellas, el oficialismo encontró un techo. Y un problema
para octubre.
Fuente: @facucruz en base a
Andy Tow y resultados del escrutinio provisorio 2019.
A todo esto tributó la
estrategia electoral que comenzó a cocinarse en el primer semestre. La unidad
del Peronismo fue el objetivo y el Consenso Federal quedó rengo. Al comparar
los votos obtenidos en 2015 por Unidos por Una Nueva Alternativa, resalta que el
tercer espacio referenciado con Lavagna-Urtubey perdió apoyos en todos los
distritos, salvo San Luis. La ancha avenida del medio pasó a ser un pasaje.
Flacos de estructuras y de dirigentes, poco tendrán para pelear en octubre. A
lo sumo, dos legisladores nacionales, uno en territorio porteño y otra cruzando
la General Paz. En el resto del país, sube su precio: mucho tendrán para
aportar a cada vereda de la grieta.
¿Qué queda para el primer
tiempo que empezó ayer? Una elección polarizada, concentrada y con grieta.
Mucha grieta. El Peronismo lleva las de ganar y tiene un cuádruple desafío: que
lo de ayer no sea el techo, que la afluencia de nuevos votantes para las
generales no le juegue en contra, que se concentre en mantener la ventaja de
los distritos grandes y que pueda captar una parte del voto a Consenso Federal.
Juntos por el Cambio corre de
atrás, muy atrás: deberá hacer crecer la participación en octubre y que ese
voto se oriente hacia su propuesta, captar la totalidad de los votos de NOS
(Centurión-Hotton), Despertar (Espert-Rosales) y otros afines, mejorar
notablemente en las provincias metropolitanas y tratar de mantener el voto en
las periféricas.
El oficialismo aún corre, pero frente a un Peronismo unido. Otro juego que en 2015.
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