Si
hablar de coaliciones es algo interno irresuelto, entonces hacerlo sobre las
PASO argentinas es mental. El otro gran vicio que tengo. Disfruté mucho hacer
distintos análisis del uso, resultado y aplicación de la herramienta que
supimos construir (todos
ellos publicados en este bello espacio leviatánico). Camino al octubre
rojo, una defensa para las PASO (esta vez sin Perfumo).
Debut en Cenital,
gracias Ivan y Juano por el espacio. La nota dio pie
a una ronda mediática (acá,
acá,
acá, acá
y acá):
había una fuerte campaña por darlas de baja y así ahorrar el costo de organización.
Increíble, todo.
Una
defensa para las PASO
Hace casi dos años me tomé la libertad de escribir una serie
de notas sobre las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Nuestras
queridas, vapuleadas y únicas PASO. Y, como ocurre cada bienio, cada vez que
tenemos que concurrir al cuarto oscuro, el debate se activa. Con más o menos
argumentos, con más o menos voracidad. ¿Sirven? ¿Se usan? ¿Valen la pena?
Si a todo y a cada una de esas preguntas. Y en estas líneas
planteo una serie de claves para entender por qué. A las PASO no les alcanza solo con Perfumo: necesitan una defensa entera. Aguerrida, como la del ’66.
1. ¿Qué implica una
primaria?
Cada una de las palabras que componen la sigla implica un
regla que establece que deben hacer los partidos políticos, las coaliciones
electorales y los ciudadanos. Por primaria se entiende una
instancia a la elección general donde se dirimen los cargos públicos en juego:
hay un momento en donde los electores deciden quiénes van a competir, quiénes
tienen que esperar dos años más y quiénes tienen que buscar otro lugar en otro
nivel (provincial o municipal).
No estamos solos en el mundo. Si bien nuestro sistema sí es
único, la concurrencia a primarias son una práctica común en otros países.
Estados Unidos ha construido una cultura en torno a la selección de
candidaturas presidenciales, legislativas y a gobernador: hay debates, hay
televisación, hay participación, hay involucramiento. Uruguay también ha
recurrido a esta regla al reformar la constitución en el año 1996. En Chile ha
sido una práctica común en la Concertación/Nueva Mayoría y en la Alianza.
También rige un sistema para celebrar primarias desde el año 2012.
2. ¿Abiertas o cerradas?
El punto en cuestión radica en el grado de apertura que tenga
el sistema: esto es, quiénes pueden elegir a los candidatos. Mientras más
cerradas son más se restringe la participación a los miembros reconocidos de un
partido o coalición. Pero mientras más se abre el proceso se habilita a una
mayor participación de toda la ciudadanía. Las PASO son abiertas en
tanto todos los electores habilitados para sufragar en una elección general pueden
votar en las primarias, independientemente de si son o no militantes o
afiliados de algún partido político específico.
Esto implica un mayor grado de democratización de la
selección y la posibilidad de una renovación de quienes compiten por los cargos
en juego. Más es mejor. Y eso es equidad en una democracia.
3. El principal embate:
la simultaneidad y su obligatoriedad
Para reforzar el punto anterior, el proceso electoral
es simultáneo para todos los actores políticos: en un mismo
día todos coinciden en la definición de sus candidatos. Adicionalmente,
es obligatorio para los partidos o coaliciones que quieren
competir en la elección general: quien no va a la primaria no puede competir
después. Mismo sistema que en Uruguay. También lo es para los ciudadanos: votar
es un derecho y una obligación. Esta doble condición de obligatoriedad es lo
que nos hace únicos en el mundo. Y, tal vez, el principal foco de conflicto
público.
Tiene sus ventajas. Las dos últimas siglas del sistema buscan
evitar que quienes participan activamente de un partido tengan incentivos para
votar en la interna del rival de toda su vida y así incidir en la elección de
un candidato menos competitivo para la general. Contaminación, le dicen.
Esto tal vez no se perciba cuando discutimos candidaturas
nacionales que implican una gran cantidad de votos, recursos y posicionamiento
público. Pero sí ocurre a nivel local, donde el electorado es más chico, la
militancia política más reducida y todos nos conocemos mucho. Mientras más
bajamos de nivel en el sistema político, más control pueden ejercer los
dirigentes políticos sobre la selección de candidatos, el impacto en la
movilización de militantes es mayor y es menos costoso implementarlo.
La simultaneidad y la doble obligatoriedad buscan impedir que
estrategias malintencionadas impacten negativamente en el objetivo último que
tienen las primarias: garantizar equidad y democracia. No es un tema menor: son
quienes toman decisiones por nosotros.
4. Las PASO brindan una
posibilidad
En otras palabras, son una
herramienta que habilitan a que se diriman en elecciones las diferencias entre
dirigentes, candidatos y estructuras partidarias dentro de un marco común
aceptado de normas acordadas. Es la política regulada para lograr consensos. El
sistema que tenemos de primarias habilita a que quienes desean competir por los
cargos tengan una instancia previo de competencia interna y abierta, si es que
no logran un acuerdo.
La posibilidad está. Pueden
competir. Pero si a todos les cierra todo, entonces el sistema no falla. Al
contrario. Genera las condiciones para evitar que se rompan los partidos y las
coaliciones. Ir por afuera es una tentación en política. Más aún en Argentina:
los requisitos para crear nuevos partidos políticos son más bien laxos. Ahí
está el problema grave.
Las PASO traen a todos
adentro. Reduce la cantidad de candidatos: ha contribuido a ordenar el sistema post
caos 2001. También favorece un comportamiento más homogéneo del electorado en las
distintas provincias. Aunque
parezca académico, esto importa: incide en el Congreso Nacional. Donde se
aprueban las leyes. Donde tienen que ponerse de acuerdo. Donde nos impacta a
todos.
5.
La discusión bizantina
Dichas las bondades, un
comentario adicional. Discutir las PASO desde el gasto implica discutir el
propio funcionamiento del Estado. Toda decisión pública implica un gasto del presupuesto.
Descreer de la utilidad de una
herramienta por el costo que genera es el olvido de que la democracia necesita
de una inversión. No es un gasto sostener el sistema: es la base misma de
la representación política. Y la mejora que implica su democratización.
Que no haya competencia
interna en la categoría presidencial no implica que no se utilice para otros
cargos o en otros niveles. Tampoco impacta si se usan para disputar
candidaturas un año si, otro no, de vuelta sí y otra vez más o menos. Son una
posibilidad, no una obligación. Que no se llene el calabozo de una comisaría un
fin de semana no implica cerrarlo.
En todo caso, discutamos la norma,
no sus fondos. Mejoremos el sistema. Sostengámoslo. Hagamos que funcione de
manera más eficiente. Ajustemos lo necesario. No erradiquemos la regla cuando
recién está comenzando a funcionar.
Por eso no alcanza con Perfumo. Que se sumen Albrecht,
Marzolini, Ferreiro y Rattin. Ahí si, tal vez, podamos defender y ganar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario