Venezuela
viene siendo un despelote desde hace tiempo. Ya lo habíamos discutido acá
y acá.
De hecho, justo hoy al releer esta nota me encontré con un buen hilo de
conclusiones que armó Yanina Welp luego de un evento virtual de debate
que tuvo lugar el jueves 13 de agosto de 2020. Bueno, acá pueden leer una nota
publicada en Perfil (de vuelta gracias a Lorena Ferraro y Santiago Farrell) sobre el impulso
que le dio Guaidó a la (casi) transición de régimen. Leyéndola al día de hoy me
queda la duda si sigue en empate o si la oposición está por perder por goleada.
Empate
con pocos goles
Facundo Cruz
Coordinador Académico del Departamento de Gobierno (UADE)
@facucrz
Los equipos están en la
cancha. No pueden avanzar mucho. Diseñan jugadas, planean estrategias, buscan
las debilidades del rival. No les quedan muchos cambios. Sus inversores ya
apostaron todo en el mercado de pases. No les queda mucho margen más. Cualquier
error propio puede ser la derrota total y el final del partido. No habrá
revancha. La presión es alta. Y la estabilidad frágil.
No es un partido cualquiera el
que se disputa en Venezuela. El Chavismo y la Mesa de Unidad Democrática (MUD)
reactivaron sus acciones en la transición que fue pasar de abril a mayo durante
esta semana. La nota vino dada por la liberación de Leopoldo López, referente
de Voluntad Popular, preso durante los últimos años y padrino político de Juan
Gauidó, Presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y reconocido por los
países latinoamericanos como Presidente Encargado. Un grupo de 25 militares de
bajo rango lo extrajo de su prisión domiciliaria, y le facilitaron el acceso y
la seguridad a las embajadas de Chile (primero) y España (después). La jugada
era atrevida. El resultado quedó intacto.
Los sucesos de esta semana
muestran, una vez más, que Venezuela tiene un problema de legitimidad
democrática, cuyas instituciones políticas no logran resolver. Los regímenes
políticos se caracterizan por disponer de un conjunto de normas y reglas que
establecen quién gana y quién pierde. Se refuerzan con valores y principios
compartidos por la ciudadanía. Y toman decisiones y las aplican a través de
distintas estructuras de autoridad que alcanzan a la totalidad de la población.
Estos elementos, cuando funcionan bien, hacen legítimo al régimen.
Hoy, esa normalidad está
ausente. Cada cual tiene sus reglas, sus estructuras y sus valores. Chavistas y
opositores tienen sus propias instituciones representativas y construyen su
propia legitimidad en los venezolanos que los apoyan. Los primeros se sustentan
en la titularidad del Poder Ejecutivo de Nicolás Maduro y en la Asamblea
Constituyente convocada por él mismo a través de elecciones hace 2 años. La MUD
lo hace en su mayoría en la Asamblea Nacional, cuyas elecciones del año 2015 le
dieron un duro golpe al oficialismo y motivaron la posterior convocatoria
constituyente. A eso se suma el reconocimiento internacional de Guaidó por
parte de distintos países. Pero el poder no proviene de afuera, sino de
adentro. Desprovistos de capacidades reales, Guaidó y la oposición de la
Asamblea Nacional no gobiernan ni legislan pero se sostienen. Por eso necesitan
ampliar sus apoyos militares.
Allí radica la clave del
proceso. Son el principal sostén de Maduro en la Presidencia. Tienen ministros,
posiciones relevantes en empresas estatales, servicios de inteligencia y
capacidad de incidir en la toma de decisiones. Y lo más importante: tienen
recursos, tienen fierros. El ejercicio del poder en Venezuela se logra a partir
de un férreo control y de intervenciones constantes de los militares para
sostener la autoridad del Chavismo. Esto se refuerza con manifestaciones de apoyo
masivo (voluntarias y forzadas) y grupos informales que garantizan la seguridad
en las calles. Y promueven la inseguridad.
Cualquier desenlace que pueda tener este partido, el impacto sobre la democracia venezolana ya es grave. Los partidos políticos están en crisis. Los mecanismos de representación cuestionados. Las instituciones sin la legitimidad necesaria. El Estado ausente donde debe y presente donde reprime. Se definirá en el minuto final. Y habrá varios alargues más. El partido es largo. Gol de plomo.
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